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Aportación indeleble al cine

Con una charla literaria celebrada en el marco de la Feria Internacional del Libro se recuerda al célebre realizador italiano

GUADALAJARA, JALISCO.- Fue mucho lo que contó con la cámara, pero más todavía lo que le faltó por contar. Fellini es para los italianos una especie de gurú, que supo retratar su idiosincracia de manera perfecta. La estridencia, el silencio, la melancolía y el escándalo, el erotismo y la miseria se reflejaron de manera poderosa en las cintas del realizador, quien a casi 15 años de su muerte sigue siendo un referente, una regla, un recuerdo, un ejemplo y un maestro para la nueva generación de directores de aquel país europeo. Y es que para ellos, Fellini sigue siendo Fellini.

Con una charla literaria celebrada en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara se recordó la última obra de Federico Fellini, La vocce dela Luna. A la charla asistió Ermano Cavazzoni, el escritor de la novela en que está basado el filme y quien además adaptó la historia para que fuera llevada a la pantalla grande, además del moderador, el también escritor Pino Cacucci.

Durante la plática fueron varias las anécdotas sobre el realizador, pero sobre todo, quedó patente la creatividad de la que gozaba, el humor y la inagotable imaginación, que permearon en un sello sumamente personal en cada trabajo que llevó a cabo.

El último lunático

Ermano Cavazzoni puede jactarse de haber conocido a Fellini de una manera muy cercana. Ambos poseían una enorme inquietud por contar historias, solo que Cavazzoni acepta que él prefiere “estar en un mundo aparte, creando en mi mente, así es la naturaleza del escritor. Fellini era más de mundo, podía visualizar las cosas y materializarlas, era incansable”.

Entre las anécdotas que recordó del extinto director, Cavazzoni menciona que “alguna vez, durante el rodaje de La vocce, Fellini me llamó angustiado a media noche. Tenía un voz muy delicada, suave, femenina, y me dijo ‘tengo 100 actores, todo lo que le pedí al estudio, y no se que hacer’. Pues por eso que me dijo no dormí en toda la noche, angustiado, ¿qué íbamos a hacer con el rodaje? (risas). Al día siguiente llego, muy desvelado, y me encuentro con Federico fresco, dando gritos con voz de general, y con todo en orden. Lo de su angustia se le había pasado en un dos por tres, así era él”.

La personalidad de Fellini, entre la genialidad y la excentricidad, es algo que sus amigos extrañan aun hoy. “Toda Roma se paralizó el día de su muerte –recuerda Pino Cacucci- todos se lamentaron la perdida de un gran cineasta, pero para mí, se había ido uno de los grandes amigos que he tenido”.

Buscador de talentos

Para el rodaje de La vocce, Fellini tuvo un reparto de lujo encabezado por Roberto Benigni, el mismo que años después daría el salto a Hollywood, y Paolo Villagio. Pero además, el director buscaba talentos naturales, gente de la calle que jamás hubiera actuado para papeles específicos. “Así era él, amaba la espontaneidad. Trajo a una mujer que era peluquera a hacer uno de los papeles estelares en la película. A ella la volvió loca la película, no en el sentido de convertirla en desequilibrada, sino que dejó todo por hacer una carrera en cine siendo que no tenía preparación. Fellini no solía repetir a este tipo de actores ‘nuevos’ pues la espontaneidad se perdía”, recuerda Cavazzoni.

Pero, ¿qué sintió el escritor cuando vio su libro convertido en película? “Creo que tiene mucho de Fellini. Más que una adaptación, siento que es una segunda parte de mi libro. Federico agregó muchas cosas y ahora veo la cinta como… no sé… un nieto. Y no me pidan que le busque defecto”, remató con una sonrisa Cavazzoni, mientras un fragmento de La vocce se proyectaba a sus espaldas.


((HERRAMIENTAS))

La película que nunca llegó sobre México

Algo que poco conocen, es que Federico Fellini hizo un largo viaje por México. Arrancó en Los Ángeles y terminó en Yucatán. El realizador deseaba empaparse de la cultura, anécdotas e historias propias de nuestro país para realizar algún proyecto, aunque murió cuando la película tomaba forma en su cabeza.
“Federico regreso  maravillado y atemorizado de la idea de hacer un a película sobre México”, recuerda Pino Cacucci, pues el director había absorbido mucho sobre nuestro país y sentía que era demasiado brumador para imprimirlo en una pantalla. “Si no hubiera muerto, Fellini con seguridad habría rodado una película sobre México, pero cómo sería, no lo se”.
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