Entretenimiento
Ana Serradilla se aleja de las poses
La actriz goza de una buena etapa profesional, gracias a su trabajo en la obra ''La diva de las pieles''
Serradilla habló con los medios de comunicación horas antes de recibir un homenaje en el Teatro Santa Fe de la capital del país, donde interpreta a Vanda, una actriz que es capaz de casi todo con tal de quedarse con un papel. En escena sólo la acompaña Andrés Palacios (Thomas), un director que no sabe en qué momento entra a un juego sadomasoquista durante un casting.
La obra demuestra la versatilidad de una artista que ya demostró sus capacidad en el cine, la televisión y en el teatro con anterioridad. Un raro “garbanzo de a libra” en una época donde la humildad parece un elemento difícil de encontrar en el medio artístico.
—¿“La diva de las pieles” llegó a tu vida en el momento justo?
—Exactamente cuando más pedía un proyecto así, y luego de haber rechazado varias propuestas que no me convencían. Al leer el libreto, en la página 10 dije: “La tengo que hacer”.
—La obra es muy dura en su temática. ¿No te pasó por la cabeza “bajarte” del proyecto?
—Hubo un momento en que pensé: “¡Dios mío, qué estoy haciendo!”, pero al mismo tiempo había una adrenalina increíble que me hizo seguir adelante. El texto de David Ives es de lo más inteligente y nunca dejas de encontrar cosas nuevas.
—Afirmaste hace unos meses que luego de “Amas de casa desesperadas” empezaste a usar minifaldas. ¿Has cambiado en algo con “La diva de las pieles”?
—Desde niña he sido muy pudorosa, y con la actuación he aprendido a ser menos vulnerable. Adquieres cierto “callito”, aunque eso no significa que luego de esta obra vaya a salir con el látigo (risas).
—¿Qué te hace decir “sí” a obras escabrosas como “Pájaro negro” y “La diva de las pieles”?
—Han sido dos proyectos diferentes, pero tienen en común que te sacan de tu zona de confort. Pájaro negro fue desgarradora y La diva de las pieles es muy exigente desde el punto de vista actoral.
—¿Tus papás ya vieron la obra?
—La han visto más de una vez, les encanta. Es una obra fuerte, con momentos eróticos, pero no tiene nada de vulgar. Más que en el sexo, se centra en el abuso de poder en una relación.
—En otro tema, ¿dirías que West Bentley es una belleza americana?
—Todos los que hicieron Belleza americana son una belleza. Si te refieres a que es atractivo, sí lo es, pero también es bello por dentro, fue muy generoso conmigo en la filmación de la película (Hidden Moon).
—¿Cómo te fue con la experiencia de hacer el filme “Preludio” en una secuencia?
—Muy interesante y complicado. Fue algo parecido a una obra de teatro, con muchos ensayos. No sólo no debía haber fallas actorales sino tampoco de fotografía.
—¿Te volviste más “suelta” al volante luego de doblar a “Holly” en “Cars 2”?
—(Risas) No. Uno quisiera volar como Holly, pero no se puede en una ciudad como la nuestra (el Distrito Federal), con tanto tránsito. Lo cafre se me ha ido quitando con el tiempo; antes mis amigos me decían que manejaba como hombre, “aventando la lámina”.
—¿Haces anuncios de productos de belleza por convicción o por dinero?
—Hago campañas en las que creo. Si no me gusta el producto, no lo anuncio ni por todo el oro del mundo. Nunca debes decir “de esa agua no beberé”, pero espero no tener que hacer un anuncio a la fuerza. Cuando vendes tu imagen sin creer en lo que haces, pasa a llamarse prostitución.
—¿Cuántos protagónicos de telenovela desechaste a lo largo de tu carrera?
—Bastantes. Tal vez más de diez.
—¿A los 33 años el reloj biológico de la maternidad no se convierte en despertador con la alarma encendida?
—No. Aún tengo tiempo para pensarlo, y si me hablan de reloj biológico, menos doy mi brazo a torcer.
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