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Allá en la fuente

Vanidad que llega al límite

¡Qué dolor!

-Qué dolor debe sentir Alejandra Guzmán compadre, de esos que no tienen nombre, sino la pura expresión.
-¿Y luego? ¿Qué le pasó a la muchacha?

-Pues mire usted, yo no soy de los que cuentan intimidades de la gente ¿verdad? pero la cantante se inyectó cierta sustancia para embellecerse. Las cosas salieron mal, el líquido que le suministraron se endureció dentro de su cuerpo. Nomás de haberlo leído me estremezco.

-A ver compadre, usted está omitiendo algo, ¿dónde me dijo que la inyectaron?
-Donde... acaba la espalda.

-¿El cuello?

-¡No!, allí comienza. La inyectaron en la parte donde está usted sentado, ¿me entiende?
-¿En... una silla?

-Hay compadre, pues en las asentaderas, caray, usted de discreto tiene lo mismo que Maradona de educado.
-¡Ah!... no, pues sí, ahora que a eso llamo “señor dolor”.

Pero la Guzmán no es una mujer fea, fíjese a dónde llega la vanidad, habría que aprenderle a usted, ¡que es feo pero bien sanote!

-¡Compadre salud! ¡Y usted paga por decirme feo!

-¡Cómo no, a la salud de Guzmán!
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