Entretenimiento
Alcanza Morgan Freeman una meta anhelada
El actor estadounidense afirma que vive un momento determinante de su trayectoria artística, luego del estreno de Invictus
El estadounidense compró los derechos del libro de John Carlin, El factor humano, cuando el texto era tan sólo un borrador en la mesa de una editorial y llegó por casualidad a sus manos. Ahora se ha convertido en su nuevo proyecto común con el cineasta Clint Eastwood.
Freeman ha encarnado para Hollywood al presidente de los Estados Unidos, al jefe de la CIA e incluso a “Dios”, pero el papel que lleva años anhelando es el del político sudafricano Nelson Mandela, un hombre “de un vigor y un dinamismo envidiables. Tiene algo que te hace sentir especial cuando estás a su lado”, apuntó el actor en Madrid, donde se encuentra en gira promocional del filme que se estrenó la semana pasda en México.
“Mandela siempre quiso que yo lo interpretara en el cine”, explicó, “así que en nuestros encuentros observaba sus gestos, especialmente su mirada, su entonación y su sorprendente capacidad de escuchar por si algún día llegaba a ser él en pantalla”.
Elemento espiritual
El factor humano, libro de John Carlin, se centra en los primeros meses de mandato de Nelson Mandela como presidente de sudáfrica, tras salir de la cárcel de máxima seguridad de Robben Island en la que había estado confinado durante 27 años.
La Copa del Mundo de rugby que acogió el país en 1995 fue el motivo perfecto para intentar unir a un pueblo que apenas sobrellevaba las heridas de un recién abolido apartheid (la separación racial que sufrió el país por parte de una minoría blanca durante buena parte del Siglo XX).
Mandela buscó a un aliado en el capitán de la selección, Francois Pienaar, al que da vida en la pantalla Matt Damon.
Invictus es un “ejemplo perfecto de cómo la épica sucede en la vida real de un modo mucho más perfecto de lo que el cine podrá hacerlo jamás -defiende Freeman-. Si un guionista hubiera planteado a un salvador como Mandela y una gesta como la de la selección de rugby Sudáfricana todo el mundo hubiera pensado: ‘Ah, ya está Hollywood con sus finales felices’”.
Alegría en construcción
La película, al igual que lo hizo Mandela, busca “ofrecer inspiración a la gente. Es una necesidad básica para el mundo en estos momentos”, apunta Freeman, quien ya se puso ante la cámara de Clint Eastwood en Sin perdón (1992) y Golpes del destino(2004), por la que logró el premio Oscar al Mejor actor secundario.
El héroe que actor y director conforman en Invictus es un hombre que cimienta su crecimiento personal en 27 años de encierro, el mismo hombre que, una vez llegado al poder, no conoce la palabra venganza y se obsesiona con enviar a su país un mensaje de reconciliación a través del deporte.
Esa inspiración tan necesaria para el intérprete estadounidense recae en el caso de su país en el presidente Barack Obama -asegura-, en quien sigue confiando un año después de su llegada al poder. “No creo que nadie pueda evaluar su labor en tan poco tiempo. Heredó un país que se estaba desmoronando, donde la gente estaba perdiendo sus ilusiones y los ahorros de toda su vida. Y él no es un ser todopoderoso que pueda ejercer su voluntad de inmediato. Trabaja con mucha gente y sus propuestas dependen de muchos y necesitan tiempo”.
Con Invictus ha logrado una nueva candidatura al Globo de Oro, al igual que su compañero de reparto Matt Damon y el propio Eastwood, aunque ninguno lo ha logrado.
Y es que “todo funcionó en este proyecto. La historia llegó cuando menos lo esperábamos, Clint aceptó dirigirla y el guión -firmado a medias entre el sudafricano Anthony Peckham y el autor de la novela- era perfecto”.
¿Una jugada del destino? “El destino es lo que ha ocurrido, nunca lo que va a ocurrir”, remata tajante el actor.
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