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Adiós al 90-60-90

Las modelos más cotizadas apuestan por alejarse de la perfección; además, intentan humanizar su profesión y alejarla del lado superficial

CIUDAD DE MÉXICO (04/FEB/2016).- Mide 1.78 m;  sus medidas son 86-61-90 cm., tiene 35 años y es una de las modelos mejor pagadas del mundo; además, al año gana poco más de ocho millones de dólares. Ella es Adriana Lima, y recientemente decidió mostrar la “cara oculta de las modelos”.

La guapa brasileña, que forma parte del grupo selecto de angelitos de Victoria’s Secret, recientemente decidió usar su cuenta de Instagram para explicar las dificultades del trabajo que las modelos hacen tras bambalinas: “Hoy he tenido una jornada de trabajo de 10 horas, haciendo una sesión de fotos con un catarro muy fuerte, sin parar de toser y con un dolor de cabeza horrible”, cuenta Lima. “Y quería compartir la cara oculta de una modelo que trabajó duro y decirles que no soy la única que se esfuerza tanto”... Esto lo acompañó con una foto que muestra su rostro cansado.

Con el mensaje anterior, la guapa trigueña busca crear empatía con la sociedad y dejar en claro que no se está quejando de su profesión; sino que la gente comprenda que ella trabaja “tan duro como cualquier otra persona”. En su red social, Lima también compartió que terminando sus sesiones lo primero que hace es tomar un avión y regresar a su casa para ver a sus dos hijas.

Quienes también apuestan por una moda más incluyente, tolerante  y han dicho “no más” al 90-60-90 son las profesionales de la pasarela de talla grande. Estas chicas son más cercanas a la “normalidad”, pues generalmente son talla 12 o 18… Dejando de lado la talla cero.

Un claro ejemplo es Tess Munster, quien reside en Los Ángeles y en 2013 fue nombrada por la revista Vogue Italia como una de las seis modelos de tallas grandes más importantes del mundo. Las medidas de esta guapa norteamericana son 124-124-132 cm.

El origen

Todo este movimiento entre las profesionales de la pasarela se da como respuesta a las exigencias de la industria del vestido que les exige físicos que están al límite de la anorexia; así como largas jornadas de trabajo, condiciones que son justificadas con jugosos contratos.

Aunando a lo anterior, estas voces también intentan contradecir la idea que tiene la sociedad sobre el hecho de considerar al modelaje como un pasatiempo y no un trabajo.

Y fue precisamente Sara Ziff, quien levantó la mano, por primera vez, para hablar del tema. Ziff, quien ahora tiene 31 años, es la directora de Model Alliance, un grupo que defiende los derechos laborales de las modelos: “En general, el problema con el modelaje es que la mayoría de las personas no lo consideran un ‘trabajo’, o al menos no el tipo de trabajo en el que se piensa cuando se habla de explotación laboral”.

Y es que hasta hace no mucho, debido a un vacío legal, no existía una legislación en Nueva York, la meca de las agencias de modelo, que tipificara a esta actividad como trabajo.
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