Economía
Recicla plástico con internos del penal
Emplea a 110 personas y ya se piensa en incrementar al doble la fuerza laboral
Puerto Vallarta, emplea a 110 internos y cuenta con el programa de reinserción social más grande en la Entidad; se trata de la empresa Tecnopenales.
Por la demanda de reos que quieren participar y la capacidad de producción que ha alcanzado, la corporación —nacida en mayo de 2009— tiene la expectativa de abrir un segundo turno en enero, para pasar a una fuerza laboral de 220 internos (hay 890 en total) y procesar 300 toneladas de plástico desde las 160 que genera ahora.
Como plan a futuro, la compañía tiene pensado que la totalidad de la producción se quede en el país, pues actualmente 90% se exporta a Estados Unidos. Esto les permitiría formar parte de la asociación ECOCE AC, la asociación civil sin fines de lucro, fundada en 2002 con fines ecológicos.
Tan ha sido el éxito del programa que ya se han planteado llevar un esquema similar en otra prisión. Y, cuestión aparte, anhelan crear una fundación para apoyar económicamente a los hijos de los internos en su formación académica.
“Ha sido una aventura muy padre. Es un sentimiento muy bonito ver cómo entras al reclusorio –un lugar al que la gente tiene miedo o recelo—y contar con 110 muchachos felices de que tienen trabajo”, cuenta Octavio Victal, director de la corporación.
La historia del nacimiento de Tecnopenales es así: el empresario tapatío, que recicla plástico desde 2005 —15 o 20 toneladas mensuales—, conoció al director de la Industria Jalisciense de Rehabilitación Social (Injalreso), Sergio René Rocha, quien le ofreció el material que ya se generaba en el reclusorio.
Victal determinó que era poco plástico, pero ofreció a Rocha llevar más al penal e instaurar un taller al interior del propio reclusorio con el objetivo de emplear a reos. El director accedió.
Al principio arrancaron con 40 personas y procesaron 45 toneladas mensuales de plástico; poco a poco elevaron ambas cifras. Actualmente, a los trabajadores se les paga un salario mínimo semanal y tienen fondo de ahorro. Se les capacita tres días, pero se les entrena unos días más. Básicamente son especialistas en polímeros, por la experiencia que adquieren.
Cuando Tecnopenales inició en el reclusorio, no había mucho espacio: de cinco naves de 600 metros cuadrados les dieron una, pero poco a poco se fueron expandiendo e incluso edificaron dormitorio y comedor para las 110 personas de entre 19 y 60 años que trabajan en el sitio.
Victal dice que el que no haya rotación de personal da una ventaja competitiva. Tienen una inversión de cerca de 20 millones de pesos en maquinaria y un socio extranjero.
Las empresas Green Mind y Mmpolymer, su competencia, son más grandes en volumen, pero que en calidad se emparejan con ellos.
SABER MÁS
Tuerquero
Octavio Victal es un joven nacido en 1981. El director de Tecnopenales estudió un tiempo medicina y mercadotecnia, pero su pasión ha sido otra: “Se me da mucho la electrónica, la ingeniería. Desde pequeño me gustaba meter la mano para arreglar la bicicleta, mis carritos de control remoto. De ahí me gustaron los fierros y empezamos con una máquina y ya la modificábamos; ya le hacía, ya le quitaba, hasta que podía incrementar la calidad”.
GUADALAJARA, JALISCO (29/NOV/2013).- Recicla plástico PET al interior del penal en
Por la demanda de reos que quieren participar y la capacidad de producción que ha alcanzado, la corporación —nacida en mayo de 2009— tiene la expectativa de abrir un segundo turno en enero, para pasar a una fuerza laboral de 220 internos (hay 890 en total) y procesar 300 toneladas de plástico desde las 160 que genera ahora.
Como plan a futuro, la compañía tiene pensado que la totalidad de la producción se quede en el país, pues actualmente 90% se exporta a Estados Unidos. Esto les permitiría formar parte de la asociación ECOCE AC, la asociación civil sin fines de lucro, fundada en 2002 con fines ecológicos.
Tan ha sido el éxito del programa que ya se han planteado llevar un esquema similar en otra prisión. Y, cuestión aparte, anhelan crear una fundación para apoyar económicamente a los hijos de los internos en su formación académica.
“Ha sido una aventura muy padre. Es un sentimiento muy bonito ver cómo entras al reclusorio –un lugar al que la gente tiene miedo o recelo—y contar con 110 muchachos felices de que tienen trabajo”, cuenta Octavio Victal, director de la corporación.
La historia del nacimiento de Tecnopenales es así: el empresario tapatío, que recicla plástico desde 2005 —15 o 20 toneladas mensuales—, conoció al director de la Industria Jalisciense de Rehabilitación Social (Injalreso), Sergio René Rocha, quien le ofreció el material que ya se generaba en el reclusorio.
Victal determinó que era poco plástico, pero ofreció a Rocha llevar más al penal e instaurar un taller al interior del propio reclusorio con el objetivo de emplear a reos. El director accedió.
Al principio arrancaron con 40 personas y procesaron 45 toneladas mensuales de plástico; poco a poco elevaron ambas cifras. Actualmente, a los trabajadores se les paga un salario mínimo semanal y tienen fondo de ahorro. Se les capacita tres días, pero se les entrena unos días más. Básicamente son especialistas en polímeros, por la experiencia que adquieren.
Cuando Tecnopenales inició en el reclusorio, no había mucho espacio: de cinco naves de 600 metros cuadrados les dieron una, pero poco a poco se fueron expandiendo e incluso edificaron dormitorio y comedor para las 110 personas de entre 19 y 60 años que trabajan en el sitio.
Victal dice que el que no haya rotación de personal da una ventaja competitiva. Tienen una inversión de cerca de 20 millones de pesos en maquinaria y un socio extranjero.
Las empresas Green Mind y Mmpolymer, su competencia, son más grandes en volumen, pero que en calidad se emparejan con ellos.
SABER MÁS
Tuerquero
Octavio Victal es un joven nacido en 1981. El director de Tecnopenales estudió un tiempo medicina y mercadotecnia, pero su pasión ha sido otra: “Se me da mucho la electrónica, la ingeniería. Desde pequeño me gustaba meter la mano para arreglar la bicicleta, mis carritos de control remoto. De ahí me gustaron los fierros y empezamos con una máquina y ya la modificábamos; ya le hacía, ya le quitaba, hasta que podía incrementar la calidad”.
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