Economía
Pequeños agricultores africanos luchan para proteger sus tierras
Países de África central y occidental han perdido 22 millones de hectáreas ante diversos grupos extranjeros de Asia, América y Europa
Según un estudio realizado por la ONG FoodFirst Information and Action Network (FIAN), entre 2007 y 2012 países de África central y occidental han cedido 22 millones de hectáreas a grupos extranjeros que exportan el total de sus productos.
Ese estudio destaca la compra en Liberia y Guinea de 1.7 y 1.6 millones de hectáreas, respectivamente.
Procedentes de Europa, América y Asia, los inversores recorren el continente africano para adquirir amplios espacios, unas transacciones que suelen realizarse sin transparencia y en detrimento de los pequeños productores.
Los condicionantes que impone el Banco Mundial ( BM) y los países donantes de fondos para el desarrollo fuerzan a muchos gobiernos africanos a modificar su legislación sobre el suelo y en la mayoría de los casos suelen hacerlo en favor de empresas privadas, según denuncian los afectados.
El uso de las tierras queda en mano de las comunidades tradicionales, pero no su propiedad ni los frutos de su suelo.
Representantes de los agricultores de todo el continente se reunieron recientemente en Dakar para intentar frenar este acaparamiento.
"La tierra no es una mercancía sino un bien económico y cultural legado por las familias y que nos corresponde transmitir a nuestros nietos", comentó Amadou Kanouté, director ejecutivo del Instituto africano para la Ciudadanía, los Consumidores y el Desarrollo.
Según pone como ejemplo, entre 2000 y 2011 más de 650 mil hectáreas han sido cedidas en Senegal a 17 empresas privadas nacionales y extranjeras, cifra que representa el 16.45 % de las tierras cultivables del país.
Kanouté recuerda lo ocurrido en 2005 en la localidad senegalesa de Dioukoul, cuya comunidad se enteró, por casualidad, de que 400 de sus hectáreas habían pasado a manos de una figura político-religiosa.
Sus habitantes lanzaron una campaña de protesta para recuperar las tierras expropiadas y lograron su objetivo, al menos parcialmente.
Recuperaron 350 hectáreas después de que una decena de sus miembros fueran encarcelados durante tres meses por "destrucción de bienes ajenos".
"Con el caso de Diokoul, hemos aprendido una lección, la necesidad de favorecer una conciencia ciudadana para llevar el único combate que se merece la pena: fomentar una nueva gobernanza de la tierra en África", argumenta Kanouté.
Senegal es uno de los países pioneros en este sentido, con un proyecto para reformar la legislación sobre la propiedad y el uso de la tierra elaborado a partir de las ideas y propuestas de las comunidades agricultoras.
"Queremos que las buenas prácticas figuren en la nueva legislación y que el nuevo texto sirva como modelo a otros países africanos, para que el agronegocio deje de ser una amenaza para la seguridad alimentaria, nutricional, energética", afirma el activista senegalés.
Kanouté cree que es posible "evitar conflictos como los vividos en América Latina, donde el 65 % de la población está privada de tierras y no tiene más remedio que convertirse en obreros agrícolas para sobrevivir".
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