Economía
Economía y fisco
Fin de la partidocracia
Es inminente el relanzamiento de la reforma política antes del arranque de la próxima contienda presidencial. El mercado político de intercambios electorales desvirtúa el origen de los partidos políticos, antes definidos por su tendencia socialista, derechista, ecológica, revolucionaria, convergente, reivindicativa; ahora es abierta y descaradamente mercantilista. Se trata de ganar las elecciones aunque para ello haya que traicionar los valores morales, culturales, políticos y sociales que les dieron origen. No importa el color de la bandera que los cobija, ni viejos o nuevos rencores por ofensas mutuas en sucias guerras electorales pasadas. Ahora hay que unir fuerzas para derrotar al más fuerte. Los partidos políticos se mercantilizan cual empresas que buscan incrementar sus ganancias.
Los programas de trabajo, los objetivos, el ideario político, las convicciones, deben transformase para hacer una fusión que amalgame el agua con el aceite. Ahora se presentan ofertas como competencia en precios de supermercado; cuya moneda es el voto del ciudadano convertido en consumidor de sus productos. No hay empacho en acudir a campañas publicitarias, encuestas y sondeos de opinión.
¿Cómo marcar la diferencia entre izquierdas y derechas?, ambas han probado las delicias del poder y sabiéndose débiles, se unen contra el enemigo común, sin consultar a sus partidarios. ¿Qué pensarán los que son de izquierda o de derecha por convicción? ¿Estarán de acuerdo en unirse a sus líderes con tal de mantener el poder?
La percepción que tiene la ciudadanía de estas componendas políticas es de que no está de acuerdo en que el dinero que paga de impuestos se gaste en subsidiar a partidos políticos que son capaces de vender sus principios más sagrados en aras de la ambición de poder.
En la última década, los tres principales partidos políticos PRI, PAN y PRD, han recibido más de 22 mil 760 millones de pesos. Los cuales se asignan con base en el número de ciudadanos inscritos en el padrón electoral, para lo cual el IFE multiplica por 65% del salario mínimo vigente en el Distrito Federal. El financiamiento público otorgado en esos 10 años ha sido de ocho mil 885 millones de pesos para el tricolor.
Resulta oportuno que la ciudadanía limite el gasto que se le da a los partidos tomando en cuenta la mercantilización que se ha hecho de la ideología. Que las campañas las realicen con donativos de sus propios miembros y sólo se les subsidie con el tiempo aire de radio y televisión. Los mismos partidos han caminado hacia su inexistencia. No debemos alentarlos más. Demos fin a la partidocracia, que subsistan con sus propios medios. En esta lucha por el poder, gane quien gane, los ciudadanos somos los que perdemos.
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