Economía
Economía y fisco
Combate a la corrupción
La remuneración inadecuada, la falta de motivación, la inseguridad en el empleo; la mala organización, la oportunidad de apropiarse de lo ajeno y el deseo de acumular riqueza para aumentar el poder político, son causales que fácilmente hacen caer en tentación a quienes no tienen bases sólidas de integridad.
Los efectos que producen en la sociedad los casos de corrupción que trascienden, son desastrosos porque minan el respeto público hacia el Gobierno. La impotencia del ciudadano común ante el enriquecimiento descarado de funcionarios públicos, crea un resentimiento generalizado contra las instituciones.
La corrupción la podemos representar como una pirámide, en cuyo vértice estaría el primer Mandatario con su gabinete. Si en el vértice está colocado un hombre íntegro, las posibilidades de que el resto de la pirámide se conforme del mimo material, son positivas. En cambio, cuando se encuentra arriba una persona corrupta, la contaminación llega hasta la base misma que está conformada por la sociedad en general. Se puede llamar a este fenómeno como “el clima en la cima”. Cuando arriba hace frío, éste baja hasta la base. Cuando el gabinete se corrompe, las bases se contaminan.
Una administración financiera del presupuesto eficiente motiva al contribuyente a pagar fielmente sus impuestos. La aplicación de la justicia castigando a los culpables de delitos restablece la confianza; el castigo en cualquier forma a los corruptos merece aplausos sinceros. Las campañas anticorrupción deben ser permanentes y tan intensas que involucren a toda la población. Se debe partir del principio de que todo mundo es honrado. Hasta que quiere dejar de serlo; hasta que puede dejar de serlo o hasta que le dan la oportunidad de no serlo siguiendo el ejemplo de las capas superiores de la pirámide administrativa.
El dinero debe manejarse con mayor eficiencia y transparencia que en las empresas privadas, toda vez que en éstas el daño que se comete por los malos manejos no trasciende del ámbito de los accionistas, en cambio, en el caso de los fondos públicos el daño es colectivo.
Los golpes aislados a la corrupción son espectaculares, pero no bastan; es necesario impulsar acciones permanentes que reencaucen las conciencias y corrijan las conductas desviadas, es indispensable que los actos de corrupción se castiguen como delitos graves sin derecho a fianza.
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