Economía

Economía y fisco

Desempleo y estímulos fiscales

El Presidente del Empleo ha promulgado algunos decretos para fomentar el empleo, que han sido notoriamente insuficientes para resolver el problema. Frente a la apertura económica el Estado ha renunciado a la aplicación de una política de fomento industrial, que comprenda todas las disciplinas y leyes que en una forma o en otra vayan en contra del objetivo primordial que es la creación de empleos; como las reformas a las leyes de pensiones, que afectan a las clases más necesitadas, a cambio de un respiro al presupuesto gubernamental. En vez de eso, una reducción en las percepciones de los funcionarios del Gobierno de los tres poderes, es un ahorro definitivo que bien puede destinarse a programas de fomento y apoyo a la producción de las pequeñas y medianas empresas (Pymes).

De poco sirven los estímulos si de fondo ya nos encontramos con cargas fiscales de 40% o más que gravan al empleo. El Gobierno ha renunciado a la promoción de la innovación que aliente el empleo.

Los estímulos de fomento al empleo han sido tibios e ineficaces, complicados en sus requerimientos y poco remunerativos. En ausencia de una política de promoción al empleo, decidida y firme y de una política social con instrumentos de peso para combatir la marginalidad, se ha creado un caldo de cultivo para el incremento de la pobreza que va de la mano con el aumento del crimen organizado. Los programas para combatir la pobreza, son paliativos mediante subsidios que ayudan a mitigar el hambre pero no resuelven el problema de fondo.

Cito como ejemplo: Hay un estímulo para quienes se adhieran al Programa para la Creación de Empleo en Zonas Marginadas que consiste en deducir en forma inmediata las inversiones que realicen para más de 50 trabajadores de 2008 a 2012, sólo que las localidades que establece el Decreto son las consideradas como de muy alta marginación y cuya población no exceda de 50 mil habitantes. El beneficio se ve cooptado porque no da lugar a devoluciones ni compensaciones de impuestos, que es el efecto financiero del estímulo. Además, las zonas marginadas por lo general carecen de infraestructura; en realidad zonas marginadas las podemos encontrar en la periferia de las grandes ciudades.

Según datos del Inegi, entre abril y junio de este año, la tasa de desempleo en el país se ubicó en 5.3% de la población económicamente activa (PEA), esto es, alrededor de dos y medio millones de personas desocupadas, más de 100 mil comparadas con el mismo período de 2009. En cuanto al empleo informal, el Inegi informó que la población actualmente dedicada a esa actividad es de 12.8 millones de personas, 660 mil más que las que había a mediados del año pasado.

Las declaraciones triunfalistas de que se han creado más de medio millón de empleos con nombre y apellido, se ven desvirtuadas con las cifras del Inegi. Con discursos no se va a resolver el problema, y menos con mentiras.
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