Economía

Dos millones de trabajadores son albañiles

Los trabajadores de la construcción representan 4.8% de la población ocupada

GUADALAJARA, JALISCO (03/MAY/2014).- Sus manos son ásperas como lijas. Su piel se ennegrece. El Sol cae en sus rostros nueve horas al día. Con el tiempo, sus cuerpos adquieren fuerza para soportar el peso de bultos de cemento de 50 kilogramos y enormes varillas de acero. Son ágiles: trepan, bajan y se trasladan con rapidez.

En la vejez ya no aguantan la rabadilla. No perdonan las caídas ni los años que cargaron herramientas, tabiques y cementos sin la protección de una faja.

El albañil tiene fama de bebedor, mujeriego y gastalón. En la obra no niegan que es “bien ganada”. El 3 de mayo, el Día de la Santa Cruz, veneran a su patrona y le hacen honor a su reputación.

En México hay dos millones 419 mil trabajadores de la construcción, quienes representan 4.8% de la población ocupada. Este oficio es de hombres. Tan sólo el 0.4 por ciento son mujeres.

Casi cinco de cada diez albañiles, tiene una edad de 30 a 49 años y su remuneración es pobre.

El 73.6% tiene ingresos que no superan los 201.87 pesos por día, es decir, los tres salarios mínimos y 86% no cuenta con prestaciones, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía ( Inegi).

De acuerdo con ingenieros consultados al respecto, el chalán puede ganar a la semana entre 800 y mil 200 pesos, una media cuchara entre mil a mil 400 pesos, el oficial de mil 300 a mil 800 pesos, un cabo de dos mil a tres mil pesos, en tanto que el maestro de obra recibe un porcentaje por cada uno de los miembros de su cuadrilla.

El destajo se paga a 30 o 40 pesos el metro cuadrado.

“Para comer sale, para qué echo mentiras”, señala Rigoberto Mediana, quien tiene 44 años de edad y es cabo de fierreros con 28 años de experiencia.

En este oficio se inicia desde niño. Rigoberto, por ejemplo, lo hizo a los 16 años de edad para comenzar como chalán, con los bloques y el cemento a cuestas, como mandadero y realizando las responsabilidades más modestas. Como la mayoría, fue por necesidad. La escuela la abandonó cuando cursaba el quinto grado de primaria, tras la muerte de su padre y desde entonces tuvo que entrarle a la chamba.

“Siempre he trabajado en esto, me gustó y me ha ido bien”, refiere el cabo, quien dirige la cuadrilla que coloca el acero en el paso a desnivel que se construye en Periférico y Juan de la Barrera.

En el oficio de la albañilería hay rangos y también se empieza desde cero. Después del chalán está la media cuchara que es un aprendiz de albañil para empezar a “aventar” un nivel.

El oficial ya hace de todo: pega muro, aplana, coloca castillos y pone la mezcla.
 
El cabo está el frente de una especialidad, ya sea pintura, carpintería, albañilería, herrería, azulejos y pisos, y el maestro de obra está a cargo de todo el equipo que incluye desde herreros, carpinteros, azulejeros, pintores y hasta fierreros. Es la mano derecha del arquitecto o residente, dirige y supervisa.

“En este oficio el querer es poder. El que tenga más ambición va a aprender más. He tenido ayudantes que tienen 40, 50 años y siguen de ayudantes”, asegura el arquitecto Miguel Peralta, quien es contratista.

PERFIL

Edgar Humberto quiere ser ingeniero


Edgar Humberto Mendoza tiene 23 años de edad. Es oficial fierrero y está a un paso de convertirse en cabo de obra. Cuando tenía 15 años inició de chalán.

Bastó un año para que ascendiera a medio oficial o medio cuchara. Año y medio después fue nombrado oficial. Su meta es ser, no en maestro de obra, sino en ingeniero civil.

Su escolaridad es de secundaria terminada y espera poder seguir en el oficio de la albañilería y a la vez retomar sus estudios. No será fácil. A su edad ya tiene la responsabilidad de dos hijos, Edgar Alexis, de cuatro años y Ángel Isaack, de nueve meses, y de una esposa, Joanna Isela Pérez.

“Por falta de dinero no se pudo seguir estudiando, mi familia se mataba mucho para darme el estudio y como somos varios en mi casa, tengo seis hermanas, preferí trabajar y hasta ahorita no he podido ponerme a estudiar otra vez”, lamenta este Edgar, hijo de un chofer del transporte público.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el trabajador de la construcción tiene en promedio 6.9 años de escuela, por lo que alcanza el primer año de secundaria.

Las estadísticas más recientes revelan que las nuevas generaciones de albañiles han logrado aumentar su escolaridad. Entre los jóvenes de 14 a 29 años de edad, 51.7% estudió la secundaria y 13.5% el nivel medio y superior.

Siete de cada diez de los que tienen más de 50 años de edad apenas cursaron un grado de primaria.

“Aquí entre más sabes más ganas”, refiere Edgar, quien presume ser ambicioso. De chalán recibía mil 200 pesos a la semana y ahora tiene un sueldo dos mil 200 pesos como oficial.

“Yo quiero ser ingeniero civil, yo podría saber más que otros. La mayoría de los ingenieros son hijos de papi, a ellos se les facilita más el estudio que empezar a trabajar en las obras. Con lo que sé y la ingeniería podría sobresalir”, resalta el albañil de 23 años, quien busca mejores condiciones de vida para sus hijos y también que tengan un ejemplo de superación.
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