Economía

Comerciantes reportan disminución en ventas por gripe aviar

Los vendedores del Mercado de Abastos han visto ''desconfianza'' en los clientes para consumir pollo y huevo además de la inconformidad por el alza en los precios

GUADALAJARA, JALISCO (03/JUL/2012).- Alfonso Corona, dueño de la pollería Piolín, ubicada al interior del Mercado de Abastos, creyó que las bajas ventas que su negocio registró el domingo pasado se debieron a la distracción que causaron en los tapatíos la final de la Eurocopa y la jornada electoral en Guadalajara. La incertidumbre creció cuando el lunes continuaron, por la mañana, las exiguas ventas. Alfonso pensó que fue por las vacaciones de verano; en la tarde, al ver que la cosa no mejoraba, rumió la posibilidad de que la causa real fuera el brote de la gripe aviar en Los Altos de Jalisco.

Este comerciante tuvo que lidiar con que el proveedor le incrementara el kilo de huevo de 12 pesos a 20.50 pesos; de la misma manera que la pechuga de pollo, que "de un día a otro subió 11 pesos". Alfonso espera que la situación se resuelva pronto, pues ve desconfianza en sus clientes cuando le preguntan si comer "pollo contaminado" hace daño. Él les responde que el pollo que ofrece viene de Querétaro y que no hay problema.

Al igual que él, Andrea Benítez, cajera de la tienda La Granja, observa disminución de ventas en el huevo que vende en un 20 por ciento. ¿La causa? El precio ha aumentado. Hace quince días el kilo de huevo costaba 15 pesos y hoy cuesta 24 pesos. Los clientes le preguntan si el producto no está contaminado. Andrea dice que consumen menos que antes aunque su proveedor -que viene del municipio de La Barca- le garantiza el producto.

En Gebsa, negocio en el que trabaja Noemí Becerra, el golpe de la gripe aviar les ha reducido en un 40 por ciento la venta de huevo (su precio aumentó de 18 a 22 pesos) aún cuando éste pasa por un control de calidad por parte del proveedor. Observa que antes, los clientes se llevaban hasta dos carteras de huevo y actualmente escarban en sus bolsos para no irse con las manos vacías.

Jorge León, dueño de El Rey de la Pechuga de Abastos, espera que la situación mejore en septiembre de este año. Las ventas también han disminuido pero con doce años vendiendo pollo, ya está acostumbrado a estos eventos. La escasez del alimento le afecta porque lo obliga a subir el costo de 33 pesos a 38 pesos el kilo y batallar con la inconformidad de los clientes.

La estrategia que implementó Fernando Sánchez, dueño de la pollería El Pollito fue no subir el costo del pollo aunque tenga que poner de su bolsillo. "Se están ahogando en un vaso de agua", dice sosteniendo una sonrisa. Este comerciante asegura que en tiempo de vacaciones sucede lo mismo y que es mejor que cuando ese trance pase, se siga con la confianza de los consumidores.

EL INFORMADOR / GONZALO JÁUREGUI
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