Economía
Caravana Mazda 3 llega a su destino
Toronto. Después de 4,129 kilómetros, la caravana de Mazda3 con motores 2.0 litros finalmente llegó a su destino
México está como esperábamos que estuviera: bien hecho.
No hubo ni una sola descompostura que reportar. Aún después de tantos kilómetros, no había ruidos interiores molestos que denotaran mal ensamble.
Claro, hay que recordar que el pavimento casi siempre estuvo impecable, salvo en algunos tramos de este último día, justo cuando pasábamos por el estado de Michigan, cerca de Detroit. Ahí donde el paisaje mostraba aún la resequedad del invierno que apenas terminó.
Luego de tres horas para cruzar la frontera canadiense, no por alguna larga fila, sino por retrasos de algunos compañeros y papeleos por la importación temporal de los autos, entramos al impecable Canadá.
Nos recibió una Windsor con muchas obras, seguida de una larga hilera de molinos de vientos que fueron el escenarios por muchas decenas de kilómetros.
En la autopista del país que ya funciona bajo el sistema métrico decimal, los letreros mostraban que con relación a la velocidad en las carreteras, los canadienses no están para bromas. El límite máximo es de 100 km/hora y si alguien es sorprendido andando a 120 km/h, la multa es de 90 dólares. ¿A 150 km/h? Hay que pagar nada menos que 10 mil dólares canadienses, (sí, 10 mil) que ya vale más que el estadounidense.
Obviamente todos respetamos y qué bueno que así fue, porque durante los 420 kilómetros de camino en territorio canadiense, más de la mitad lo hicimos bajo lluvia torrencial.
Fueron seis días de convivencia con el Mazda3, en los cuales los suscritos nos dividimos la tarea entre Salamanca y Dallas, en el primer tramo y entre Dallas y Toronto, en el estirón final. Ambos salimos con muchas anécdotas y una certeza: al Mazda 3 2.0 sólo le falta un par de cosas para, al igual que su hermano con máquina 2.5, estar en la cima de su segmento: 2 pares de bolsas de aire más.
Sí, ya lo habíamos mencionado. Pero hay cosas que no sólo no está mal repetirlas, sino que es nuestro deber.
EL INFORMADOR/ BRENDA RAMOS/ SERGIO OLIVEIRA
GUADALAJARA, JALISCO (03/MAY/2014).- Atrás quedaron muchas experiencias, paisajes variados, unos pocos sustos casi siempre fruto de algún conductor distraído que cambiaba bruscamente de carril, y la certeza de que el modelo de Mazda hecho en
No hubo ni una sola descompostura que reportar. Aún después de tantos kilómetros, no había ruidos interiores molestos que denotaran mal ensamble.
Claro, hay que recordar que el pavimento casi siempre estuvo impecable, salvo en algunos tramos de este último día, justo cuando pasábamos por el estado de Michigan, cerca de Detroit. Ahí donde el paisaje mostraba aún la resequedad del invierno que apenas terminó.
Luego de tres horas para cruzar la frontera canadiense, no por alguna larga fila, sino por retrasos de algunos compañeros y papeleos por la importación temporal de los autos, entramos al impecable Canadá.
Nos recibió una Windsor con muchas obras, seguida de una larga hilera de molinos de vientos que fueron el escenarios por muchas decenas de kilómetros.
En la autopista del país que ya funciona bajo el sistema métrico decimal, los letreros mostraban que con relación a la velocidad en las carreteras, los canadienses no están para bromas. El límite máximo es de 100 km/hora y si alguien es sorprendido andando a 120 km/h, la multa es de 90 dólares. ¿A 150 km/h? Hay que pagar nada menos que 10 mil dólares canadienses, (sí, 10 mil) que ya vale más que el estadounidense.
Obviamente todos respetamos y qué bueno que así fue, porque durante los 420 kilómetros de camino en territorio canadiense, más de la mitad lo hicimos bajo lluvia torrencial.
Fueron seis días de convivencia con el Mazda3, en los cuales los suscritos nos dividimos la tarea entre Salamanca y Dallas, en el primer tramo y entre Dallas y Toronto, en el estirón final. Ambos salimos con muchas anécdotas y una certeza: al Mazda 3 2.0 sólo le falta un par de cosas para, al igual que su hermano con máquina 2.5, estar en la cima de su segmento: 2 pares de bolsas de aire más.
Sí, ya lo habíamos mencionado. Pero hay cosas que no sólo no está mal repetirlas, sino que es nuestro deber.
EL INFORMADOR/ BRENDA RAMOS/ SERGIO OLIVEIRA
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