Economía

Afirma FAO que lucha contra el hambre fortalece la democracia

La ciudadanía no puede existir cuando uno está hambriento, añadió García Cebolla

SANTIAGO.- La lucha contra el hambre en los países latinoamericanos es parte del esfuerzo por fortalecer las democracias en la región, afirmó aquí el coordinador de la Iniciativa América Latina Sin Hambre, Juan Carlos García Cebolla.

El coordinador de la iniciativa de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación ( FAO) dijo a Notimex que 'erradicar el hambre es una base para la construcción de la ciudadanía'.

'La ciudadanía no puede existir cuando uno está hambriento', añadió García Cebolla, al tiempo que advirtió que mientras se mantenga este problema 'vamos a tener inestabilidad social' en la región.

'¿A dónde podrá llegar esta inestabilidad, si sólo van a ser huelgas o demandas de salarios o vamos a afrontar situaciones más complicadas?, va a depender de las políticas que se arbitren', acotó el funcionario del organismo internacional.

A juicio de García Cebolla, sortear esas situaciones 'dependerá de la agilidad con que respondamos entre todos los actores, los gobiernos, la sociedad civil, los organismos internacionales, a las coyunturas que se vayan presentando'.

Aunque aclaró que 'no propondría grandes violencias o grandes cataclismos sociopolíticos ligados a esto, como algo inminente', el funcionario advirtió que 'ello podría ocurrir si no fuéramos capaces de respuestas adecuadas'.

El coordinador de la Iniciativa América Latina sin Hambre indicó, sin embargo, que 'creo que de momento se están poniendo ya medios' para dar esas respuestas.

'Si se está hambriento no es porque un día (una persona) ha afrontado un problema, sino porque esa es su situación normal y cotidiana y no ve la manera de salir de esa situación', apuntó el también ingeniero técnico superior agrónomo.

Las últimas estadísticas de la FAO establecen que alrededor de 53 millones de latinoamericanos están en situación de desnutrición en la región, lo cual significa que esas personas no pueden acceder a una alimentación suficiente y adecuada.

La desnutrición puede ser aguda cuando la población deja de tener acceso de un modo continuo a suficiente alimento durante periodos muy prolongados, acotó.

Otra categoría, explicó García Cebolla, es la desnutrición crónica, cuando 'aunque aparentemente se haga una vida más o menos normal, no se llega a los mínimos necesarios, por tanto los niños no crecen adecuadamente o se quedan dormidos en los colegios'.

'El potencial de la vida de esa persona se restringe enormemente, especialmente si tiene desnutrición en los tres primeros años de vida. Ese niño podría desarrollar sus capacidades intelectuales mucho mejor si hubiera comido bien', enfatizó.

Tras advertir que 'el hambre es uno de los problemas más fuertes que afronta un ser humano', García Cebolla dijo que 'el derecho a la vida comenzaría por el no ser violentado por otros.

'El siguiente paso para garantizar ese derecho a la vida es tener los mínimos biológicos para poder sostenerla, y ahí está la alimentación y la salud', apuntó el funcionario de la FAO, de nacionalidad española.

Subrayó que 'la situación es que en América Latina, habiendo posibilidades, recursos, organización, recursos humanos, capacidades, la lucha contra el hambre va muy lenta'.

'De hecho, hay países donde avanzamos en porcentaje, tenemos menos desposeídos, subnutrición, pero el numero de personas son más, porque las poblaciones crecen y entonces no vamos a reducir el número de personas hambrientas en algunos países', enfatizó.

Indicó que mientras hay pocos países donde desciende el número de personas desnutridas o subnutridas, 'hay también países que están estancados'.

'La situación es particularmente grave en países como Haití, con un índice de subnutrición de 46 por ciento de la población, seguido de República Dominicana (29), Nicaragua (27), Honduras y Panamá (23), Guatemala (22) y Bolivia (23 por ciento)', detalló

La Iniciativa América Latina sin Hambre es un proyecto que nació del acuerdo de los gobiernos de Guatemala y Brasil, en 2005, que se propusieron erradicar este flagelo en una generación, con apoyo de la FAO y la Agencia Española de Cooperación Internacional.
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