Deportes
Voluntarios, la luz de Londres 2012
Venidos de 70 países distintos más de 70 mil ayudantes invaden no solo los recintos olímpicos, sino toda la capital británica
Desde guiar a los espectadores por dentro del parque Olímpico hasta guardar las acreditaciones de los atletas mientras ellos compiten, las funciones de los voluntarios, los "Gamemakers (los que hacen los Juegos)" como los llaman, son tan variadas como sus procedencias.
Venidos de 70 países distintos, desde Canadá hasta las Islas Salomón pasando por el Reino Unido, Brasil o España, más de 70 mil voluntarios invaden no solo los recintos olímpicos, sino toda la capital británica, dejándose ver con su gorra morada, su camiseta roja y lila y sus pantalones beige en cualquier rincón de la ciudad.
También hay un numeroso contingente de voluntarios de Brasil y Rusia que acudieron a la cita londinense para irse preparando para los Juegos de Río 2016 y los de invierno de Sochi 2014.
Además de no cobrar nada, se pagan ellos mismos el transporte hacia su puesto de trabajo, lo que en ocasiones supone viajes de más de dos horas.
Este era el caso de Paul Raines, un voluntario en las Royal Artillery Barracks donde se disputó la competición de tiro olímpico, que cada día recorría la hora y media de viaje desde su residencia en Ashford (al sureste de Londres).
"Me tengo que levantar cada día muy temprano y llego a casa muy tarde pero esto es especial. Nunca más viviremos algo similar, así que vale la pena", decía Raines, que se ha cogido vacaciones de su trabajo en una empresa de alimentación para trabajar en los Olímpicos y los Paralímpicos.
Siempre dispuestos a ayudar, a veces con más voluntad que conocimiento -durante los primeros días estaban incluso más desubicados que los mismos espectadores-, y con palabras amables para todo el mundo, los voluntarios se han convertido en uno de los pilares del evento.
Sus funciones abarcaban desde guiar a los visitantes por dentro de las instalaciones, traducir, controlar los accesos, ayudar a los periodistas o, incluso, sostener unas manos enormes de color rosa indicando la salida del parque Olímpico.
Sin embargo, del grueso de voluntarios, desde jóvenes estudiantes hasta jubilados, unos en especial se llevaron el reconocimiento de la mayor parte de los asistentes: los encargados de hacer el "trabajo chollo" como lo llamaban.
Sentados encima de una silla y megáfono en mano guiaban a las multitudes que entraban o salían de los recintos. Eso sí, con gracia y buen humor: bromeando con los espectadores, explicando chistes o incluso, haciendo bailar y cantar a los viandantes atrapados en largas colas.
"Nos dijeron que fuéramos amables y simpáticos. Pero no hacía falta ningún consejo. Cuando estás aquí tienes ganas de disfrutar y hacer que la gente disfrute de los Juegos", decía Rashid, un joven sentado en una gran silla que daba la bienvenida a los aficionados al recinto ExCeL.
Un buen humor que parece haberse contagiado al pueblo londinense, habitualmente reservado y cerrado, pero que estos días se ha abierto a los visitantes del mundo. Policías, soldados, operadores del metro e incluso los viandantes normales han mostrado su cara más amable y entusiasta estos días.
No han acaparado tantos focos como Usain Bolt o Michael Phelps ni tampoco aparecerán en ningún medallero, pero este ejército de voluntarios, vestido de color morado y con una sonrisa imborrable como emblema, se ganaron también la medalla de oro de Londres 2012.
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