Deportes
Vancouver está lista para los Juegos Olímpicos
Tras librar obstáculos, la ciudad canadiense está preparada para llevar a cabo los Juegos Olímpicos de Invierno
Juegos Olímpicos de Invierno con deslumbrantes escenarios y varios duelos apasionantes.
Prepárense para un duelo entre las patinadoras artísticas asiáticas Kim Yu-na y Mao Asada. Para la estelar esquiadora estadounidense Lindsey Vonn, quien va tras un botín de medallas y para el siempre enigmático Bode Miller.
Aplaudan a favor, o en contra, de un equipo canadiense de hockey sobre hielo repleto de estrellas que sabe que algo menos que una medalla de oro le rompería el corazón a los aficionados locales que esperan un triunfo en los Juegos Olímpicos.
Las probabilidades de lluvia para la justa son elevadas, incluso para la inauguración que será el viernes. En la montaña Cypress y en el oeste de Vancouver, cuadrillas trabajan a marcha forzada para combatir al atípico clima cálido que ha prevalecido, acarreando nieve para cubrir la sede del esquí estilo libre y del snowboard.
Pero más hacia el norte, en el vasto centro vacacional de esquí localizado en Whistler, la nieve abunda en los cursos alpinos y la altitud de sus montañas combinado con la vista de la bahía es quizá el escenario más espectacular en la historia de los Juegos Olímpicos.
Muchos de los escenarios ya han albergado eventos de clase mundial en los últimos años, la nueva pista de bobsled/luge en Whistler ha sido descrita como, quizá, la más rápida del mundo.
Los atletas olímpicos de Canadá han tenido acceso total a los escenarios para entrenar, como parte de una iniciativa llamada “Apoderarse del podio” que tiene como meta que el país anfitrión termine en lo más alto del cuadro de medallas. Alemania y Estados Unidos, que finalizaron 1-2 en Turín hace cuatro años, desean estropear esos planes.
Al preguntarle por qué serían especiales estos juegos para los visitantes, el presidente del comité organizador de Vancouver enfatizó en el sentimiento de unidad que las justas han traído para los canadienses.
“Hay que dejar que el mundo entero vea lo que los canadienses podemos hacer cuando trabajamos juntos”, dijo John Furlong en una entrevista. “Es realmente un evento importante para Canadá”.
Pocas ciudades anfitrionas han enfrentando una abrumadora e inesperada crisis como el Comité Olímpico de Canadá debido a la recesión global.
“Nunca pensamos que nos veríamos las caras con una economía al borde del precipicio'', dijo Furlong. “Tomamos la compañía, la volteamos, la sacudimos y todo lo que no importaba se hizo a un lado”.
A pesar de las perdidas financieras para algunos de sus principales patrocinadores, Vancouver se mantuvo con su presupuesto en orden. La venta de entradas ha sido robusta, con la mayoría de los eventos abarrotados e incluso los patrocinadores más afectados por la crisis como General Motors de Canadá mantuvieron su apoyo.
El Comité Olímpco Internacional ha prometido ayudar en caso de que hubiera problemas financieros posteriores a la justa.
La crisis fiscal forzó al comité organizador a ser más creativo y los obligó a reducir personal y costos operacionales sin bajar presupuestos para los eventos, fiestas y amenidades ofrecidas a la familia olímpica.
“Tuvimos que poner atención a cada pequeño detalle”, agregó Furlong. “No perdimos nada que se notara”.
Ahora, en la víspera de los juegos, el comité organizador se ha declarado listo para recibir a 5 mil 500 atletas y unos 350 mil visitantes.
En la mayor parte de Canada, el entusiasmo por los Juegos es alto y ello se apreció durante los relevos de la antorcha que comenzaron en octubre y que para el 12 de febrero habrá recorrido más de mil comunidades canadienses, desde ciudades grandes hasta sitios árticos, en una ruta de 45 mil kilómetros.
Como es de esperarse en cualquier evento de esta clase, no todos los anfitriones están encantados. Algunos activistas de las comunidades aborígenes han visto a los Juegos como la oportunidad perfecta de manifestar sus diferencias políticas e incluso han logrado desviar la ruta de la antorcha.
Algunos de los inconformes usan letreros con la leyenda: “No a los Olímpicos en tierra robada”, una referencia al hecho de que en gran parte de la Columbia Británica, a diferencia de otras provincias, nunca se firmaron tratados para compensar el apoderamiento de las tierras por los blancos.
VANCOUVER, CANADÁ.- A pesar de la crisis económica mundial y el deshielo local, los anfitriones están listos. Vancouver vibra y el escenario preparado para unos
Prepárense para un duelo entre las patinadoras artísticas asiáticas Kim Yu-na y Mao Asada. Para la estelar esquiadora estadounidense Lindsey Vonn, quien va tras un botín de medallas y para el siempre enigmático Bode Miller.
Aplaudan a favor, o en contra, de un equipo canadiense de hockey sobre hielo repleto de estrellas que sabe que algo menos que una medalla de oro le rompería el corazón a los aficionados locales que esperan un triunfo en los Juegos Olímpicos.
Las probabilidades de lluvia para la justa son elevadas, incluso para la inauguración que será el viernes. En la montaña Cypress y en el oeste de Vancouver, cuadrillas trabajan a marcha forzada para combatir al atípico clima cálido que ha prevalecido, acarreando nieve para cubrir la sede del esquí estilo libre y del snowboard.
Pero más hacia el norte, en el vasto centro vacacional de esquí localizado en Whistler, la nieve abunda en los cursos alpinos y la altitud de sus montañas combinado con la vista de la bahía es quizá el escenario más espectacular en la historia de los Juegos Olímpicos.
Muchos de los escenarios ya han albergado eventos de clase mundial en los últimos años, la nueva pista de bobsled/luge en Whistler ha sido descrita como, quizá, la más rápida del mundo.
Los atletas olímpicos de Canadá han tenido acceso total a los escenarios para entrenar, como parte de una iniciativa llamada “Apoderarse del podio” que tiene como meta que el país anfitrión termine en lo más alto del cuadro de medallas. Alemania y Estados Unidos, que finalizaron 1-2 en Turín hace cuatro años, desean estropear esos planes.
Al preguntarle por qué serían especiales estos juegos para los visitantes, el presidente del comité organizador de Vancouver enfatizó en el sentimiento de unidad que las justas han traído para los canadienses.
“Hay que dejar que el mundo entero vea lo que los canadienses podemos hacer cuando trabajamos juntos”, dijo John Furlong en una entrevista. “Es realmente un evento importante para Canadá”.
Pocas ciudades anfitrionas han enfrentando una abrumadora e inesperada crisis como el Comité Olímpico de Canadá debido a la recesión global.
“Nunca pensamos que nos veríamos las caras con una economía al borde del precipicio'', dijo Furlong. “Tomamos la compañía, la volteamos, la sacudimos y todo lo que no importaba se hizo a un lado”.
A pesar de las perdidas financieras para algunos de sus principales patrocinadores, Vancouver se mantuvo con su presupuesto en orden. La venta de entradas ha sido robusta, con la mayoría de los eventos abarrotados e incluso los patrocinadores más afectados por la crisis como General Motors de Canadá mantuvieron su apoyo.
El Comité Olímpco Internacional ha prometido ayudar en caso de que hubiera problemas financieros posteriores a la justa.
La crisis fiscal forzó al comité organizador a ser más creativo y los obligó a reducir personal y costos operacionales sin bajar presupuestos para los eventos, fiestas y amenidades ofrecidas a la familia olímpica.
“Tuvimos que poner atención a cada pequeño detalle”, agregó Furlong. “No perdimos nada que se notara”.
Ahora, en la víspera de los juegos, el comité organizador se ha declarado listo para recibir a 5 mil 500 atletas y unos 350 mil visitantes.
En la mayor parte de Canada, el entusiasmo por los Juegos es alto y ello se apreció durante los relevos de la antorcha que comenzaron en octubre y que para el 12 de febrero habrá recorrido más de mil comunidades canadienses, desde ciudades grandes hasta sitios árticos, en una ruta de 45 mil kilómetros.
Como es de esperarse en cualquier evento de esta clase, no todos los anfitriones están encantados. Algunos activistas de las comunidades aborígenes han visto a los Juegos como la oportunidad perfecta de manifestar sus diferencias políticas e incluso han logrado desviar la ruta de la antorcha.
Algunos de los inconformes usan letreros con la leyenda: “No a los Olímpicos en tierra robada”, una referencia al hecho de que en gran parte de la Columbia Británica, a diferencia de otras provincias, nunca se firmaron tratados para compensar el apoderamiento de las tierras por los blancos.
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