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Steve Redgrave, la potencia en el agua

Considerado uno de los mejores deportistas en Gran Bretaña, el remero forjó una historia llena de éxitos en Juegos Olímpicos

GUADALAJARA, JALISCO (19/ABR/2016).- Con un imponente físico —1.95 metros de estatura y más de 100 kilos de peso—, el remero británico Steve Redgrave consiguió su primera medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984 y su peor resultado en las citas olímpicas lo cosechó en los Juegos de Seúl 1988, donde se alzó con la medalla de bronce.

A partir de entonces, todas las medallas que consiguió fueron de oro. Después de esta segunda medalla de oro olímpica, Andy Holmes, su pareja en la competencia, se lesionó y Redgrave casi deja de competir, pero en los mundiales de 1989 junto a Simon Berrisford, obtuvo la medalla de plata y ganó otra vez la Silver Goblets & Nickalls’ Challenge Cup.

Recién iniciada la década de los 90 cambió de pareja, Matthew Pinsent sería su nuevo compañero con el que a partir de entonces cosecharía excelentes resultados. Prueba de ello es que en 1992, en Barcelona, volvió a ganar el oro junto a Pinsent. En 1993 ganó otra vez la Silver Goblets & Nickalls’ Challenge Cup y la Stewards’ Challenge Cup, además de proclamarse campeones del mundo los tres años siguientes. En el año 1994 y 1995 ganó sus últimas dos Silver Goblets & Nickalls’ Challenge Cup.

En los Juegos de Atlanta 1996 volvió a proclamarse campeón olímpico junto a Pinsent y en su última participación olímpica, Sydney 2000, se volvió a proclamar campeón del mundo junto a James Cracknell, Matthew Pinsent, Tim Foster.

Es tal el prestigio que produce tan solo pronunciar su nombre en el Reino Unido que, si se nombra, inmediatamente el oyente sabrá que es referirse a un talento nato y exitoso remero, o bien a un hombre dedicado, ya retirado de la práctica deportiva, a múltiples causas benéficas y entregado al deporte británico en general.

Ya retirado tras sus quintos Juegos, el veneno de la competencia podía con el remero inglés y se planteó un regreso a lo grande para participar en Atenas 2004. Y eso que la dureza de su deporte lo había hecho afirmar tras la prueba de Atlanta 96 cuando, lleno de calambres, dijo: “Si me vuelven a ver en un bote, dispárenme”. Tanta es la exigencia de este deporte, que pudo en ese momento con la fuerza de voluntad de alguien que además se dedica, entre otras cosas, a ser un motivador.

Redgrave también fue un ejemplo de superación, al luchar contra varias enfermedades. En 1992 le fue diagnosticada una colitis y en 1997, diabetes. Su legado es enorme. De hecho, se considera que hay un pre y un post Redgrave en el remo británico. Su carácter motivador ha servido de inspiración a remeros a cuyo lado compitió, así como a equipos posteriores, claramente inspirados por su esfuerzo.

TÓPICOS

• Otro dato que indica el respeto que se ha ganado: en 2002 una encuesta realizada por la BBC lo colocaba como el 36º británico más admirado de toda la historia de su país. Son palabras mayores.
 
• Dos veces abanderado de su país en sendos Juegos Olímpicos —honor insólito a todas luces—, uno de los encargados de introducir la antorcha olímpica en el Estadio de Londres durante su ceremonia de apertura en los Juegos de 2012, reconocido públicamente por el COI en la persona de Juan Antonio Samaranch por sus logros olímpicos, nombrado “Personalidad Deportiva” por sus logros a lo largo de su carrera deportiva por la BBC, en fin, una sucesión de galardones de una personalidad que supo triunfar a lo grande en sus momentos deportivos y ha canalizado de la mejor de las maneras el prestigio ganado en las aguas de remo.
 
• Los seis libros (con títulos tan reveladores como “Puedes vencer en la vida”) que ha escrito ponen sobre el papel el elemento inspirador que siempre ha desprendido este gran campeón.
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