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Rossi vuelve a ganar, pero el enemigo incómodo estuvo en casa

Rossi sabía perfectamente que Lorenzo podía ser un rival complicado

MADRID, ESPAÑA.- El italiano Valentino Rossi (Yamaha YZR M 1) volvió a ganar el mundial de MotoGP, el séptimo de su carrera en la máxima cilindrada y el noveno en el cómputo general, pero quedo meridianamente claro que al enemigo más incómodo lo tuvo en su propia fábrica, en el box de al lado, el español Jorge Lorenzo.

Rossi sabía perfectamente que Lorenzo podía ser un rival complicado, pero quizás en su fuero interno albergaba la esperanza de que tan solo el campeón del mundo de 2007, el australiano Casey Stoner (Ducati Desmosedici), fuese el que le pusiese las cosas más difíciles y se equivocó.

Desde el principio Stoner pareció que iba a ser "duro de pelar" con su victoria a las primeras de cambio en Qatar, pero sobre el podio, además de Rossi, ya estaba el joven e irreverente Lorenzo, que entonces acabó tercero, como si de una premonición de lo que iba a suceder a lo largo del año se tratase.

Y así fue, puesto que en la siguiente cita, en Japón, la posición más alta en el podio fue para el subcampeón mundial, que relegó a la segunda plaza a Rossi y vio a su compatriota Daniel Pedrosa (Honda RC 212 V), por primera vez sobre el podio en esta temporada.

Esa fue la dinámica de prácticamente toda la temporada, en la que destacó la baja todavía no explicada de Stoner durante tres grandes premios (República Checa, Indianápolis y San Marino), por un extraño mal que casi todos atribuyen al exceso de presión que el mismo piloto se generó.

Su regreso a la competición, cuando Valentino literalmente había sentenciado su noveno título mundial, fue verdaderamente espectacular, pues acabó segundo en Estoril, ganó las dos siguientes citas en Australia y Malasia y sólo una caída en la vuelta de calentamiento le apartó de una rotunda y contundente victoria en el Gran Premio de la Comunidad Valenciana española.

Pero Rossi, con una temporada extraordinariamente regular al acabar sobre el podio en trece ocasiones, cinco de ellas como vencedor, apenas cometió dos errores, en Francia e Indianápolis, mientras el de Inglaterra, bajo una torrencial lluvia, lo salvó recuperando su moto de la hierba para lograr la quinta plaza en una carrera que supuso la primera y única victoria de su compatriota Andrea Dovizioso sobre la Honda oficial de HRC.

Mientras Lorenzo destacó con luz propia, distinto fue el caso de Daniel Pedrosa, al que los innumerables problemas con su Honda a lo largo de la temporada le relegaron a un segundo plano en el que en ningún momento se encontró cómodo el triple campeón del mundo.

Sete Gibernau regresó a la competición activa a bombo y platillo, pero pronto sonaron fanfarrias y hubo espantada de su principal patrocinador, lo que retorno al barcelonés al plácido descanso a mitad de la temporada.

Algo mejor, aunque no mucho más, le fueron las cosas a Toni Elías, del que se esperaba mucho pero al final cerró una discreta campaña con el tercer puesto de la República Checa como mejor resultado, mientras que un novato como Aleix Espargaró brilló sobre la Ducati Desmosedici de la escudería Pramac cuando se lesionó el italiano Niccolo Canepa.

Fue tal el lustre que le dio a la Ducati el español que se ganó la plaza del italiano para la siguiente temporada en la escudería que dirige Paolo Campinoti.

Álvaro Bautista (Aprilia) debía ser la gran esperanza española del cuarto de litro, pero su inicio fulgurante se fue diluyendo con el paso de la temporada para verse relegado a la cuarta plaza, con Héctor Barberá (Aprilia), subcampeón del mundo, como el mejor de todos sus compatriotas.

El japonés Hiroshi Aoyama conquistó el título mundial que defendía el italiano Marco Simoncelli (Gilera) y dio a Honda sobre una de sus motos, que se suponía privada y sin excesivas ayudas técnicas del primer fabricante mundial, el último galardón de los 250 c.c.

Quien no falló, a pesar de algunos errores a lo largo de la temporada, fue el español Julián Simón (Aprilia), quien se hizo con el título mundial de manera clara y contundente en Australia, a dos carreras del final, lo que aún le dio más fuerzas para encadenar tres triunfos consecutivos que sumar a los cuatro que ya había conseguido con anterioridad.
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