Deportes

Ráfaga se quedó muy cerca del título

Diamante Azul se queda con el campeonato completo de Occidente

GUADALAJARA, JALISCO (07/MAY/2014).- ¿Qué puede pasar en la mente de un luchador cuando ves que el objetivo lo tienes de cerca pero al final no lo logras? ¿Enojo? ¿Tristeza? ¿Asombro? Quizá todas al mismo tiempo. Ráfaga había dado una gran batalla, demostró que tiene calidad para estar entre los favoritos de la lucha libre, pero al final no logró llevarse el campeonato completo de Occidente. El escenario era perfecto: martes de glamour en la Arena Coliseo. El rival era uno de los más importantes: Diamante Azul.

Quizá no lo era tanta la envergadura del cinturón que se disputaba, pero sí lo era su oponente, pues el quitarle el cinturón de campeón le elevaría los bonos, daría el campanazo de la noche, atraería las miradas del aficionado.

Ráfaga se había ganado su oportunidad tras derrotar una semana antes al Diamante Azul en ese mismo escenario. En esta ocasión se presentó prácticamente igual que en aquella ocasión: su atuendo en negro con vivos en blanco, su máscara que tanto le caracteriza por su belleza y originalidad, pues a pesar de ser conservadora en colores, no lo es en diseño, al ser una especie de capucha; y por supuesto llegaba acompañando de una canción grupera que le gusta en demasía.

Se presentó. No se acercó ni al réferi ni a su contrincante al momento en que se daban las reglas, y comenzó a tambor batiente. Demostró que a pesar de ser rudo, posee los conocimientos de la lucha a ras de lona, de la llave y la contrallave; sacó su mejor repertorio y lo vería premiado al momento de aplicar una llave de cristo con el que ganaría la primera caída.

 "Creo que me lo quise acabar, lo tenía, lo dominé durante toda la primera caída; pensé que la segunda iba a ser más fácil, pero un descuido acompañando de un exceso de confianza me derrotó. Después ya no pude levantarme en la tercera caída, tuve altas y bajas, pero...", mencionaba al final el enmascarado que se notaba apesadumbrado por lo acontecido.

El luchador tapatío había perdido hace un mes el campeonato semicompleto de Occidente con Stuka, todavía traía la espinita clavada de esa derrota, quizá fue eso lo que lo motivó en la tercera caída, al ver que su físico ya no le daba para más; se le notó agotado, sus movimientos se volvieron lentos y predecibles. Esto ocasionó que el campeón Diamante Azul dominara la caída definitiva, que intentara e intentara dejar fuera a su enemigo. Ráfaga aguantó lo más que pudo, fue una lucha emocionante porque cuando todos creían que se llegaba la tercera palmada, éste alcazaba a levantarse para detener el conteo.

 Pero llegó el momento en que ya no pudo más, el técnico echó toda la carne al asador y con un press militar sometía al rudo para enseguida darle sentencia con una desnucadora con la que azotaba el cuerpo de su rival contra la lona; toque de espaldas y se terminaban los sueños de Ráfaga.

 "Él me sacaba como 25 kilos más, eso mermó mi condición; pero de los errores se aprende. Ahora sé que no debo cargarlo tanto, que debo buscar una llave más efectiva para un luchador de ese peso. Hoy no me voy contento, pero sí orgulloso de que me topé con una gran figura de la lucha libre.

 "Qué lástima haber salido derrotado, a toda la gente le pido una disculpa. Pero esto no queda aquí, seguiré adelante para demostrar de lo que estoy hecho".

 Al final el público le reconoció el esfuerzo, lo despidió con una gran ovación, cosa que es muy rara para un luchador rudo, pero "sentí bonito porque al rudo el que lo abucheen es lo que le gusta, pero esa despedida me demuestra que hice bien las cosas".

Por lo pronto, Ráfaga sabe que tiene que seguirse preparando, sus proyectos están bien definidos pues quiere llegar a la Arena México y ser de los consagrados. Quiere demostrarle a mucha gente que tiene la calidad para ser eso y hacer una historia distinta a la de su padre, al que siempre le dedica sus actuaciones, ya que hay gente que piensa que no tiene lo suficiente como para superar al primer Ráfaga, el que le heredó el nombre.

EL INFORMADOR / Rodrigo Velázquez
Síguenos en

Temas

Sigue navegando