Deportes
Pumas, con el orgullo intacto
El actual campeón eliminado y de campaña lastimosa, recobra una alegría en el torneo con el trinfo sobre las Águilas
Pumas, el mismo que decepcionó a miles de seguidores a lo largo del Apertura 2009, sacó el coraje que se reservó y asestó un duro golpe a su acérrimo rival, el América, al que complicó el boleto a la fiesta grande y además le arrebató el anhelo de imponerse a los tres grandes (Cruz Azul, Chivas y felinos) en una misma temporada, por lo que se acumulan ya 12 años (desde el Invierno 1997) sin ejercer esa triple paternidad sobre los más odiados.
El triunfo de ayer, 3-2, acabó con más de seis años que llevaban los Pumas sin ganarle a los azulcremas en el estadio Olímpico Universitario y reanimó a su afición que celebró la victoria como si ello hubiera representado otro bicampeonato.
Hasta en el duelo retro, relacionado con las playeras, se lo llevó el club universitario, con su gran rostro felino ochentero, que remontó al viejo Tuca 18 años atrás, como si él hubiera marcado otro golazo, recuerdo atribuible al penalti que Martín Bravo colocó en el ángulo superior derecho de Guillermo Ochoa en el último minuto del partido.
Apasionante, como si se tratara de una final de antaño, así fue el encuentro de anoche. El doblete del paraguayo Darío Verón llevó a los auriazules a un primer tiempo de ensueño. Dos tiros de esquina, uno al minuto 20 y otro al 44’, cobrados por Chiapas y resueltos en idéntica maniobra por Verón. Uno con un remate picado a la derecha de Ochoa y luego, con un giro de cabeza que depositó la de gajos en el poste contrario de Memo.
Su paisano Salvador Cabañas, polarizó la actuación de Verón, también muy a su estilo.
El goleador azulcrema ejecutó dos tiros libres de alto calibre (53’ y 79’), uno de ellos con un cañonazo que rompió la barrera universitaria y aniquiló a Sergio Bernal por abajo a su derecha. El otro, un cañonazo que se elevó por encima de la barrera y que encontró el ángulo superior derecho del referido Tata.
El empate parecía sellado, pero una mano del Topo Valenzuela en el último minuto de juego, ayudó a que Martín Bravo cobrara desde los 11 pasos el gol de la victoria, el de los brincos en la tribuna, el de aquel coro rítmico... “el puma no tiene mujer, el puma no tiene marido, pero tiene un hijo... que se viste de amarillo”.
El campeón está eliminado, se encontraba así desde la jornada anterior, pero no falló en su último propósito, el de complicarle la fiesta a uno de los favoritos a reinar en el cierre del Torneo Apertura 2009 y odiado rival desde épocas pasadas.
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