Deportes
Peter Some sorprende con triunfo en el Maratón de París
El keniano Peter Some sorprendió al ganar el Maratón de París al parar el crono en dos horas, 5 minutos y 38 segundos
Some, que no estaba entre los grandes favoritos y batió su récord personal, se impuso al etíope Tadese Tola (2 horas 6 minutos y 29 segundos), quien doblegó al esprín al también keniano Eric Ndiema, sin que ninguno pudiera batir el mejor tiempo de la prueba que estableció el año pasado el keniano Stanley Biwott en 2 horas 5 minutos y 10 segundos.
En la categoría femenina, en una jornada soleada, sin viento y con unos 5 y 7 grados en los termómetros, la vencedora fue la etíope Boru Tadese, que marcó la mejor marca de la prueba con 2 horas, 21 minutos y 5 segundos, por delante de su compatriota Merima Mohammed y de la keniana y favorita Eunice Kirwa.
La marabunta de atletas tomó la salida en a escasos metros del Arco del Triunfo, descendió la Avenida de los Campos Elíseos a través de la Plaza de la Concordia hasta la Bastilla, puso rumbo al Bosque de Vincennes y recorrió la margen derecha del Sena para llegar hasta la Torre Eiffel, antes de dirigirse hacia el Bosque de Bolonia y terminar en la Puerta de Dauphine, en el límite noroccidental de la ciudad.
Durante la carrera se repartieron 20 toneladas de plátanos en los puntos de avituallamiento de un recorrido en el que trabajaron 3.000 voluntarios y que corrió a cargó de Amaury Sport Organisation, el grupo propietario del diario "L'Équipe" y los organizadores del Tour de Francia.
Más allá de quienes intentaron subirse al podio, el maratón de la capital francesa es una carrera marcadamente popular que ha doblado su número de participantes en la última década y en la que el 30 % de los corredores son extranjeros, la mayoría de ellos llegados de sus países expresamente para lograr la gesta bajo el cielo de París.
Es el caso de Juha Ehrlom, economista finlandés de 31 años que junto con su novia Anna Kaisto se ha desplazado de Helsinki a París para recorrer esos míticos 42,195 kilómetros.
La idea original era ir a California, a correr el de Los Ángeles, pero los problemas de calendario hicieron que se decidieran por la ciudad de la luz.
"Podíamos haber ido a Viena u otra ciudad, pero queríamos un maratón muy grande", explicó a Efe el joven finlandés, que es la segunda vez que se enfrenta a la carrera, después de hacerlo el año pasado en Estocolmo.
"Creo que está relacionado con tener treinta y pico años y tener que demostrar algo", decía antes de la prueba Ehrlom, quien bromea con que quizá en la siguiente crisis de edad tenga que comprarse un Ferrari.
Esperando a tomar la salida, se le hace extraño imponerse reposo y no poder ver ni la Torre Eiffel.
"Bueno, sí, la veré durante un rato mientras intento no vomitar y no morir", dice el atleta, que lleva unos seis meses preparando la prueba que tiene su origen en la leyenda de Filípides, quien en el 490 a.C recorrió herido esa distancia entre la ciudad de Maratón y Atenas para anunciar la victoria de los griegos sobre los persas y murió una vez entregado su mensaje.
También los hay que aprovechan para darle un toque solidario a su prueba personal, como el profesional de márketing Benjamin Cachot, de 25 años, que se marcó el objetivo de recaudar 450 euros para la asociación caritativa Enfants du Mékong, que ayuda a mejorar las nutrición, educación o sanidad de menores que viven en condiciones miserables en Asía.
"En realidad, me inscribí tarde y era la única opción que quedaba para conseguir un dossier", confiesa entre risas el joven residente en París, que dice haber constatado que "es fácil movilizar a los allegados y a los amigos a través de una buena causa en el deporte" y está con la solución porque "correr por algo hermoso te aporta un poco más".
"Quería un reto personal, conseguir un objetivo", dice Cachot, que logró sumar 660 euros para su causa a través de internet y que reconoce que la preparación de la prueba con urgencia ha cambiado un poco su forma de vida, a mejor.
"He dejado de fumar y me siento mucho mejor físicamente", confesaba el francés, quien esperaba que el crono no pasase de las de 4 horas y 15 minutos al final de una carrera que está inscrita en el programa olímpico desde 1986, cuando el barón Pierre de Coubertin fundó los Juegos Olímpicos modernos.
"Si lo consigo, en mi casa habrá champán", prometía la víspera de la carrera.
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