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Perfil: Gianni Infantino
El perfil del suizo será clave para el rumbo que busca La FIFA en su nueva era
Abogado por la Universidad de Friburgo, domina cinco idiomas con fluidez, italiano, alemán, francés, español e inglés, también habla árabe ya que está casado con una mujer libanesa y cuenta con cuatro hijos.
Su desarrollo como profesional comienza como secretario general del Centro Internacional de Estudios Deportivos (CIES) en la Universidad de Neuchatel, además de colaborar con organismos de futbol en Italia, Suiza y España donde colabora con la Liga.
A partir del año 2000 se incorpora a las filas de la Unión Europea de Futbol Asociación (UEFA) con sede en Nyon, Suiza y es ahí donde empieza a trabajar con cuestiones legales, comerciales y profesionales del futbol.
Para el 2004 es nombrado director de asuntos jurídicos y licencias de las Divisiones de Clubes, donde trabajó de manera estrecha con la Unión Europea, el Consejo Europeo y otras autoridades gubernamentales. En 2007 es nombrado secretario general adjunto de la UEFA.
En octubre del 2009 deja de ser adjunto y es nombrado secretario general del organismo. Como secretario general, Infantino expandió considerablemente la Eurocopa y llevó el futbol a todos los niveles de competición dentro de Europa, además de que formó también parte del comité reformador.
Para muchos aficionados, su figura es simplemente la de ser el encargado de moderar los sorteos de las principales competiciones de la UEFA, como la Eurocopa o la Liga de Campeones.
Pero Infantino es más que eso, jugó un importante papel apoyando a la Federación Helénica de Futbol en Grecia tras una controversia en donde el gobierno metía mano en los asuntos del fútbol denotando poca transparencia; Gianni demostró mano dura contra la corrupción.
Infantino fue el gestor encargado de la expansión de la Eurocopa de 16 a 24 países, así como de la visión paneuropea de la edición de 2020, que se va a disputar en 13 ciudades alrededor del continente.
Entre sus propuestas de campaña para llegar a la presidencia propuso destinar 50% de los beneficios de la FIFA a las federaciones nacionales, unos cinco millones de dólares para el desarrollo del futbol en un período de cuatro años.
Destinar 40 millones de dólares a cada una de las seis confederaciones regionales.
Aumentar el número de países de la fase final de la Copa del Mundo de 32 a 40, además de Investigar la posibilidad de organizar una Copa del Mundo regional, no sólo en uno o dos países.
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