Deportes

Otra Vía RecreActiva

El ciclismo de ruta ayer fue colombiano en un paseo dominical originado en Colombia: la avenida Vallarta, que fue pista y gradería al mismo tiempo

GUADALAJARA, JALISCO (17/OCT/2011).- Wicho tiene una bicicleta como una extensión de su alma. Él no anda en bici, vuela en ella. Con 16 años, es un asiduo visitante de la Vía RecreActiva pero ayer, cuando no pudo usarla para tratar de romper el viento, y no sus rodillas con su BMX, lo primero que dijo fue: “A mí no me quitan mi vía”. Él, junto con miles de usuarios de la Vía RecreActiva, decidieron dar una muestra de que Guadalajara es una ciudad bicicletera al tomar las banquetas mientras la competencia de ciclismo en la prueba contra reloj se desarrollaba en las calles. No es que la vía se haya suspendido: a la Vía Recreactiva ya no la controlan ni los gobiernos ni las empresas; la Vía ya es de ellos y la hacen donde quieren.

Un aplauso a la civilidad

Faltaban 28 minutos para las nueve de la mañana, hora pactada para la salida del primer competidor de la prueba contrarreloj de los Juegos Panamericanos. El camión con las vallas de contención rugió por la avenida Juárez y Federalismo. De él descendieron ocho hombres para colocar las vallas como en la competencia, a contrarreloj. Uno las bajaba, dos más la colocaban. Uno más hacia mosca. Y así, los dos cuartetos llenaron de vallas el tramo del Parque Revolución. Si aspiraban a llenar la avenida hasta la Minerva, no iban a lograrlo. Por eso, el personal que comúnmente cuida de las vialidades en la Vía RecreActiva literalmente se activó: no le quedó de otra. Tres motocicletas anunciando al primer competidor fueron suficientes para dar por iniciada la prueba.

El aplauso se lo llevaron ellos, los que nunca se ven pero siempre están. Los hombres y mujeres que tienen que hacer su servicio social para darle vida a la Vía y, ayer, parir una competencia panamericana. Ellos, como Sergio Atzel Alatorre, un estudiante del Colegio Labre de Guadalajara, un chico de 16 años a quien le da pena salir en las fotos, merecen un aplauso.

Pero quizá no sean los únicos. La gente se subió a las banquetas arriba de sus bicis. Dejó las calles para las estrellas y, emocionada, daba ánimos desde un espacio que casi nunca usa: las banquetas, ese pequeño espacio público que hoy se convirtió en gradas, áreas de descanso, carreteras (porque también hubo quien quiso llegar primero que los competidores) y hasta espacio para que restaurantes sacaran sus mesas y ofrecieran un desayuno a precio panamericano (es decir, un poco más caro de lo normal).

¿Una vez al año? ¡No! Una vez en la vida

No fueron los únicos, pero sí de los más animados. A las 9:04 el pequeño Diego no podía con tanta emoción en las piernas y el pecho: brincaba y brincaba, gritaba y gritaba. Él, junto con sus padres y su hermana Fernanda, de apenas un par de años, son los integrantes de la familia De la Cruz. “¡Ahí viene otro, mamá! ¡ahí viene otro!”, decía el chiquillo, a quien su mamá Alie le pintó los cachetes con las mascotas panamericanas. “¡Mamá, mamá, mira: ahí viene otro!”, decía Diego al ver pasar a cada competidor. Cuando se le pregunta a Alie por qué decidió madrugar para hacer todo el periplo familiar de sacar a los niños a la calle, ella habla: “Es que esto no es una vez al año, quizá sea una vez en la vida”.

“¡Jijosdesu…! Y luego, ¿por qué no avisan?”

Héctor Calderón está agobiado, y se va a poner molesto. Son las once de la mañana y nadie le dijo que la competencia iba a durar toda la mañana y, por tanto, no habría modo de cruzar la avenida Juárez-Vallarta desde 16 de Septiembre hasta la Minerva. Él, arriba de su camioneta en la avenida Enrique Díaz de León, ha recordado a los organizadores de los Juegos, pero sobre todo a sus familiares. Cuando se le dice que éste es el primero de tres domingos en que estará cerrada la arteria vial, él pisa a fondo el acelerador no sin antes gritar “¡Jijosdesu…! Y luego, ¿por qué no avisan?”

Una versión de Colombia para los tapatíos

El 12 de septiembre, la Vía RecreActiva cumplió siete años de vida. Es un baby con la longitud de un monstruo: 65 kilómetros en todos los municipios de la Zona Metropolitana de Guadalajara.

Ayer, las bicis por arriba de la banqueta eran las locales, las bicis por abajo eran las panamericanas.

El proyecto llegó como han llegado otros, como el Macrobús: “colombianizando” México y pensando en transporte público más que en vías para transporte privado.

La Vía RecreActiva tiene varias cosas más que hacen pensar en Colombia: muchos cafés, sitios para bailar y, desde ayer, un par de colombianos campeones en los Panamericanos. No por nada, ambos competidores ganadores de la presea dorada, Marlon Alirio Pérez y María Luisa Calle, han dicho que ayer por la mañana, en la Vía RecreActiva convertida en pista, se han sentido como en casa.

Fue, pues, una comprobación extra de que Colombia se ha instalado en Guadalajara, pero que lo hizo ya desde hace varios años.

Sobre Vallarta hubo competidores con sofisticadas y caras bicicletas que compartieron el día con los asombrados tapatíos, dueños de vehículos mucho más baratos y convencionales, pero que igual sirvieron para jugar “carreritas” por la banqueta. Fue un día para familias, de gentío y de tráfico. De hecho, aunque muchos usuarios de la Vía RecreActiva salieron a la calle sin información sobre la competencia, la tónica de la mañana fue de orden... excepto para los policías de Vialidad, que debían avisarle a los automovilistas que sólo había paso por López Mateos y por la Calzada Independencia.
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