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''Nos jugamos la vida, salimos vivos y victoriosos''

Los jaliscienses Diego Wynter y Pedro Corcuera hacen el primer ascenso latinoamericano por la arista Cassin del Mckinley

GUADALAJARA, JALISCO (03/JUL/2013).- En el corazón de Diego Wynter Blanco y Pedro Corcuera Wenzel aún retumba el silencio de los seis mil 194 metros sobre nivel del mar en la cima del Monte Mckinley, en Alaska. Saben que las imágenes nunca se irán, al menos hasta su próximo reto, por ahora son los primeros latinoamericanos que el 18 de junio hicieron cumbre escalando una de las zonas más peligrosas, la arista Cassin.

Fue su tercer intento y lo lograron. El lunes pasado dieron a conocer en redes sociales su hazaña a través de un video que puede consultarse en Facebook en la página de línea directa, la organización de la que son parte y que promueva el alpinismo, montañismo y escalada.

Diego y Pedro son ingenieros egresados del ITESO, el primero vive de su escuela de montaña, el segundo de los negocios de bienes raíces. Wynter Blanco vive en Guadalajara y Corcuera Wenzel en Veracruz, a donde tuvo que mudarse por trabajo. Ambos apenas comienzan a acostumbrarse de nuevo al día a día de las grandes ciudades después de convivir casi un mes con la estrepitosa quietud del Mckinley también conocido como Denali a la que partieron el 24 de mayo y regresaron el 23 de junio, después de hacer cumbre el 18 de junio.

— ¿Ya se acostumbraron al tráfico?

— La verdad no, primero fue desacostumbrarnos a él, porque pesa cuando llegas y traes el ajetreo  y te encuentras en medio de la nada, de la nieve, de tu reto, asusta un poco de repente pensar que estarás en esa quietud tanto tiempo”, responde el espigado Pedro, quien conoció a Diego en la escalada pero se hicieron compañeros de reto desde 2003 en una expedición en Ecuador.

Ambos se adaptan a sus especialidades, Wynter es más de escalada en zonas rígidas y Corcuera en espacios inseguros, de hielo que puede moverse, técnicamente son un equipo que como tal no quiere esclarecer quién decidió que debían intentar el reto y definir que estaban ahí para lograrlo en su tercer intento, para ellos, ambos hicieron cumbre al mismo tiempo.

“En dos ocasiones anteriores intentamos el reto, en la primera no estábamos nada preparados ni físicamente, ni técnicamente ni mentalmente, con decir que llevamos más equipaje del debido que nos costó. En la segunda ocasión no tuvimos las condiciones climatológicas, estuvimos esperando que se abriera ventana (término del clima para indicar que pueden realizar expedición en las condiciones menos peligrosas) y no lo logramos, también contó la falta de experiencia, ahora se dio todas las condiciones, aunque sí fue un poco estresante que no se daba la posibilidad de comenzar la escalada hasta que se logró”, expresa con hablar pausado, meditativo y signo de quietud en un Diego Wynter quien dicen aún no asimilar la hazaña.

La zona por la que escalaron Diego y Pedro es una de las rutas más difíciles del mundo, en el primer tercio es decisiva ya que por el tipo de terreno, a partir de un avance mayor ya no tiene regreso. Sabedores de que estaban preparados para lograron se animaron apenas se informó que se abría ventana y pasaron de ese primer tercio para una maratónica jornada de ascenso de 22 horas continuas con tres de descanso, para otras 18 de escalada y tres de descanso, para seis más de escalada, 20 minutos en cumbre y retorno con siete horas más de trabajo en alta montaña.

“Nos jugamos la vida, salimos vivos y victoriosos. Fueron los cuatro días más intensos de nuestras vidas, sólo queda una satisfacción enorme”, refiere Pedro, mientras que Diego está consciente que “el logro se mide en términos humanos y personales, quizá para un alpinista de Europa del Este no es algo tan extraordinario, pero para Latinoamérica que vive en otras condiciones ambientales es un éxito y en lo personal un sueño alcanzado”.

Diego y Pedro fueron por su reto personal y terminaron con trascendencia internacional. Después de la cumbre, a su regreso al campamento la base, La Denali National Park Ranger Station confirmó de que su hazaña fue el primer ascenso latinoamericano de la Arista Cassin del Monte Mckinley.

“Dejando de lado que fue el primer ascenso mexicano y probablemente el primero de una cordada de latinoamericanos. Representa la culminación de un ciclo que comenzó con la fundación de este grupo, por estos dos alpinistas, intentando esta ruta, que el día de hoy logran escalar. Es la evolución que queremos lograr en el alpinismo nacional” se describe en la página de línea directa que es el proyecto que busca impulsar este tipo de hazañas en el alpinismo mexicano.

LA CIFRA

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de cada mil 200 expediciones al Mckinley tiene como ruta la arista Cassin, no todos lo logran

PARA SABER

El reto


El Monte Mckinley, también conocido como Denali por los “atabascos”, nativos de origen esquimal, es el pico más alto de Norteamérica, con seis mil 194 metros sobre el nivel del mar. A pesar de no ser uno de los más altos del mundo, el desnivel que hay que superar (unos cuatro mil metros desde el campo base), junto a las bajas temperaturas, dada su cercanía al círculo polar ártico, hacen del McKinley uno de los picos más complicados de ascender. La ruta que siguieron los jaliscienses es la más directa, pero también la más complicada, ascender por la arista Cassin representa escalar una pared de dos mil 700 metros.
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