Deportes
Montañismo, reto de alta exigencia
Los primeros tapatíos que escalaron el Everest, Rodrigo Ponce y Alejandro Minakata, son una inspiración para el resto de grupos y personas que practican el alpinismo en Jalisco
Rodrigo Ponce y Alejandro Minakata, amigos desde la adolescencia y que juntos, en 2003, se convirtieron en los primeros montañistas jaliscienses en conquistar la cima más alta del mundo, la del Everest. Ellos narran su historia.
Ponce y Minakata, de 26 y 27 años entonces, conquistaron la cima más alta del mundo un 26 de mayo de 2003, después de una expedición de casi tres meses de duración, pero a la cual le anteceden años de esfuerzo, sacrificio y tragos amargos.
El montañismo se convirtió en la pasión de estos dos hombres desde sus estudios de secundaria y preparatoria en el Instituto de Ciencias, al unirse al Club Alpino de esta institución, el cual fue instaurado en el año de 1956 y que ha sido semillero de alpinistas destacados. Las excursiones por distintas cimas de México y algunas otras del extranjero fueron la constante en esta etapa para ambos tapatíos.
Así, hace 20 años tanto Minakata como Ponce se aventuraron en sus primeras expediciones, acompañados de otros amigos que antes también habían formado parte del CAIC (Club Alpino del Insituto de Ciencias). La primera experiencia para Alejandro se dio en el Denali (antes McKinley) en Alaska, la cual tuvo éxito, mientras que Rodrigo haría su primera expedición tiempo después, está al Monte San Elías, donde no se correría con la misma fortuna de su amigo de toda la vida.
En aquel junio de 1996, Ponce, entonces de 19 años, formó parte de una expedición de cinco hombres en la que se perdió una vida, la de Luis Hermosillo Villalobos, luego de que una avalancha cayera sobre quienes intentaban llegar a la cima. A partir de ese momento, Ponce se cuestionó si alguna vez conquistaría alguna montaña.
A pesar del golpe, vino un nuevo intento en 1998, ahora sí acompañado de Minakata, además de Alejandro Ochoa. Los tres conquistaron la cima del monte San Elías (el tercer pico más alto de América del Norte con una altura de cinco mil 488 metros) sin la ayuda de un mentor y así se siguió trazando el camino para Ponce y Minakata hacia la cima de la montaña más alta del mundo.
Para ello, se requería de una mayor preparación y se asesoraron con Andrés Delgado (de los primeros mexicanos en conquistar el Everest), quien ya tenía amplia experiencia.
En el año 2000 conquistaron su primera montaña de más de siete mil metros de altura, el Pumori, ubicado en la cordillera del Himalaya y justo frente al Everest, convirtiéndose en la segunda expedición mexicana en lograrlo: “Escalar una montaña de estas características fue para nosotros algo que sí trascendió, porque ya están en la zona de los ocho mil metros (…) es algo inspirador cuando te apasiona la montaña”, señaló Minakata.
Posteriormente y liderando una expedición de 11 personas, se hizo el ascenso a la cima del Monte Aconcagua, en Sudamérica y a partir de entonces comenzó a darse forma un proyecto denominado “Jalisco en la cima del mundo”, donde ambos montañistas ya tenían en la mira al Everest, pero antes, estaba el objetivo de llegar a lo más alto del Shisha Pangma, la que sería su primer montaña de ocho mil metros, esto en octubre de 2002, en una expedición de cuatro personas. “Era el preámbulo para probarnos en la logística, en la altura y ver nuestras capacidades”, comentó Ponce.
Sin embargo, ambos montañistas denominan dicha expedición como un fracaso, pues fueron víctimas del mal tiempo cuando estaban a poco más de mil metros de la cima; permanecieron varados bajo una tormenta durante seis días y ante las escasez de recursos decidieron descender y dar por terminada dicha expedición, lo que trajo como consecuencia la pérdida de algunos patrocinadores. “Eso nos puso en duda de si deberíamos seguir con el plan del Everest”.
Limitados en cuanto a recursos y preparación, se dio comienzo a la expedición al Everest en marzo de 2003, una expedición que dividieron en tres etapas, la primera de ellas una caminata de 100 kilómetros desde Katmandú, Nepal hacia el campamento base en la montaña, a cinco mil 300 metros de altura, en donde lograron aclimatarse a las condiciones de la montaña.
La segunda etapa, que tuvo una duración de entre 50 a 60 días, fue del traslado del campamento base a los cuatro campamentos restantes, con ascensos y descensos hasta dichos lugares, con el objetivo de adaptar el organismo a las condiciones de oxígeno limitado en la atmósfera de la zona.
Y finalmente, una tercera etapa, la cual consistió en hacer la conquista de la cima. Sin embargo, esta etapa fue más complicada de lo que se aparentó, pues los primeros dos intentos por llegar a la cima resultaron infructuosos, pues en ambas no se cumplieron las predicciones meteorológicas, especialmente en la segunda, en la que alcanzaron a llegar a una altura de ocho mil 500 metros.
Esto hizo que se replantearan las cosas y pensaran en dejar el objetivo a un lado; sin embargo, desde Guadalajara recibieron mensajes vía satélite de parte de sus respectivas familias para seguir adelante y así, cada día se plantearon un objetivo distinto, que era avanzar lo más que se pudiera con todo su esfuerzo.
Finalmente, el 26 de mayo de 2003, Rodrigo Ponce y Alejandro Minakata llegan a la cima del Everest, donde permanecieron por espacio de 12 minutos bajo una temperatura de menos 55 grados centígrados.
“Hay dos sensaciones (después de llegar a la cima). Está la romántica, te sientes feliz, alegre, júbilo, gloria, sí, existió eso; pero la real, nos sentimos con miedo, por el descenso, por lo que se está haciendo, por lo arriesgado, por la temperatura”, dijo Ponce.
Tras su ascenso, el reconocimiento se convirtió en el pan de cada día para ambos montañistas, que dos años después retomaron la expedición al Broad Peak (la conocida como K3, la decimosegunda montaña más alta del mundo), que aunque no alcanzaron su cima, estuvieron cerca de llegar, superando condiciones extremas y uno de los sitios más inhóspitos del planeta.
JALISCIENSES DE 'ALTURA'
• Alejandro Ochoa Reyes
Amante del montañismo, logró conquistar cimas en Alaska y Sudamérica, aunque sus conquistas más importantes se ubican en el Himalaya, el Monte Cho Oyu y el Everest, la sexta y primera cima más altas del mundo.
• La Línea Directa
Daniel Araiza, Santiago Jaime, Eduardo Ibáñez y Carlos Petersen son jaliscienses miembros de un grupo denominado “La Línea Directa”, fundado en el 2008 y que se ha dedicado a la escalada extrema. Han conquistado montañas en Sudamérica como el Aconcagua y en Norteamérica como el Denali, además de Europa, como el Mont Blanc en la cordillera de los Alpes.
• Christian Campoy
Influenciado por su padre y tío, Campoy se inició en el montañismo en el 2002, siendo el Iztaccihuatl su primera cima conquistada. A esta montaña en México le siguieron cimas como la del Denali en Alaska y una extensa actividad de escalada en la cordillera de los Andes, en Sudamérica, donde destacan el Huascarán y el Alpamayo, en Perú.
• Club Alpino del Instituto de Ciencias
Se trata del Club Alpino del Instituto de Ciencias (CAIC), un grupo que surgiera en la década de los años 50 bajo la idea de Luis Hernández Prieto (foto), un sacerdote Jesuita que tuvo la inquietud de generar actividades al aire libre entre los estudiantes de las instituciones Jesuitas de la ciudad, siendo el Instituto de Ciencias la base para arrancar con el proyecto.
Apoyado por el profesor Salvador Santoyo (+) el grupo formado por el padre Hernández comenzó con excursiones hacia lugares cercanos a la ciudad, en donde estudiantes del Instituto de Ciencias fueron conociendo las bases del montañismo.
LA FRASE
“Siempre hay momentos sombríos (en las expediciones). El montañismo es más que un deporte, porque no hay competencia en un sentido estricto, sino que es un reto entre tú y la montaña, o tú y tus objetivos en la montaña, la montaña no es un adversario”.
Rodrigo Ponce, alpinista tapatío.
ESCALAR CERCA DE LA ZMG
La Zona Metropolitana de Guadalajara no está rodeada de altas montañas que puedan facilitar la práctica del montañismo.
Sin embargo, sí existen espacios naturales en los que se pone en práctica a los elementos más básicos de este deporte y tres de ellos son de la preferencia de un sector importante de escaladores tapatíos.
La hidro
Cerca de una planta de tratamientos de aguas residuales ubicada en la zona de Mesa Colorada, este espacio también es ideal para los escaladores que son un poco más exigentes en cuanto al nivel de dificultad. Ofrece alrededor de 30 rutas distintas, todas cerca entre sí, aunque muy exigentes, por lo que es indispensable conocer las medidas de seguridad que se deben de tomar antes de hacer una escalada.
El diente
Ubicado cerca de la comunidad de Río Blanco, en Zapopan, este es el centro de reunión que privilegian los escaladores tapatíos. Sirve como un espacio de aprendizaje y además para poner en práctica lo básico que rodea a la escalada y el montañismo. Ofrece distintos niveles de dificultad para todo tipo de escalador, desde los que inician hasta los más avanzados.
El Cuajo
Ubicado dentro del cañón de Huaxtla, en la barranca de Oblatos, es un espacio de reciente uso y que cuenta con alrededor de 25 rutas trazadas, también para cualquier nivel, aunque las más complicadas exigen todo de sí de los escaladores, pues hay muros que alcanzan hasta los 80 metros de altura, por lo que el conocimiento de las técnicas de seguridad es indispensable.
Para la práctica de alta montaña, uno de los espacios más cercanos que se presta para esta variación del montañismo, es el Nevado de Colima, sitio predilecto para aquellos que tienen en mente hacer expediciones o excursiones a cimas más altas de nuestro país.
Un paso básico
Aunque no se trate de una actividad tan riesgosa como el montañismo, la escalada deportiva juega un papel importante en el desarrollo de un montañista, pues además de que entre ambas disciplinas se comparten conceptos básicos, la práctica de la escalada desarrolla habilidades propias de quien busca conquistar la cima de una o varias montañas.
En Guadalajara, existe el Rocódromo Ameyalli, la única escuela de la Zona Metropolitana que se dedica a la enseñanza y práctica de la escalada deportiva en la ciudad, la cual abrió sus puertas hace cinco años y desde entonces ha sido un sitio que se ha dedicado a la difusión de la práctica de este deporte.
Alejandro Franco, instructor en esta escuela, señala que el principal objetivo de tener una escuela de escalada deportiva en la ciudad es la de mejorar el rendimiento de los deportistas en las rocas y mejorar sus habilidades como escaladores, empleando el uso de sus manos y pies.
Recibiendo personas que van de los cuatro a los 65 años de edad, en el Rocódromo Ameyalli se dan los fundamentos básicos de la escalada deportiva, desde el uso de un calzado especial que se conoce como “gatas” hasta los agarres y pisadas básicos para poder superar un obstáculo.
Una vez aprendidos estos fundamentos, cada escalador puede ir progresando en la modalidad que mejor le parezca, ya se la de bloque, ruta o velocidad, cada una de ellas con sus particularidades, aunque esto toma tiempo.
De igual forma, el conocimiento de las medidas de seguridad y uso del equipo de seguridad es parte de la enseñanza, pues, al igual que en el montañismo, el uso de arnés, ganchos y cuerdas es básico, especialmente cuando de escalar muros altos se trata.
“Es fundamental que se relacione la escalada con la preparación de un alpinista (…) es algo básico, porque aquí vienen alpinistas a entrenar que dicen que les funciona, porque hay ocasiones que en sus ascensos deben de poner en práctica la escalada y utilizan técnicas empleadas aquí”, señala Alejandro.
No todo es la práctica en un espacio cerrado, pues al menos una vez al mes, esta escuela hace excursiones con sus estudiantes hacia la zona de El Diente, un espacio natural en las periferias de la ciudad donde se privilegia la escalada, sitio donde los escaladores ponen en práctica lo aprendido.
Una disciplina para aventureros
El montañismo o alpinismo es un deporte que requiere de un verdadero sentido de aventura, disfrutar de la naturaleza y de contar con las habilidades y conocimientos suficientes para poder superar los retos más arduos que se presentan al escalar una montaña.
Como actividad formal, el montañismo nace a finales del Siglo XVIII, derivado de una antigua actividad exploratoria del ser humano, que detrás de sí tiene una historia llena de tradiciones, que para quienes lo practican representa un estilo de vida con una ética bien definida, pues les da una perspectiva muy particular para interpretar el mundo que les rodea.
El montañismo engloba toda una serie de actividades que se pueden desarrollar en una montaña, pero el término está principalmente asociado a al ascenso y descenso de montañas a través de excursiones o expediciones, que es la vía más común para realizar esta actividad.
Cada ascenso y descenso tiene sus riesgos y requiere de un enorme esfuerzo físico de quien lo hace, quien también necesita de una gran preparación mental para poder resolver las situaciones adversas que se le presenten y saber dosificar sus recursos para preservar su supervivencia.
Dentro del montañismo existen varios términos para definir cada técnica. Entre estos se encuentra el himalayismo, que se refiere al ascenso de montañas en la cordillera del Himalaya y que superan los ocho mil metros de altura sobre el nivel del mar; el alpinismo, es el subir montañas de la cordillera de los Alpes, donde se originó esta actividad y por último, el andinismo, que es escalar montañas en la cordillera de los Andes que alcanzan pero no superan los siete mil metros sobre el nivel del mar.
Cada una de estas especialidades, a excepción de la escalada deportiva, tiene como campo de acción los espacios naturales, que también presentan distintas variedades de condiciones que modifican las actividades para poder adaptarse a estas condiciones, por lo cual, la práctica de esta disciplina presenta una amplia complejidad por las diferentes técnicas y materiales a utilizar.
12 especialidades
Son 12 las especialidades que están englobadas dentro del montañismo, cada una agrupada en un área de acuerdo a sus características.
• Área de marcha: senderismo, excursionismo y expediciones.
• Área de escalada: clásica, en hielo y deportiva.
• Área de resistencia: duatlón, medio maratón y maratón (en montaña las tres especialidades).
• Área específica: barranquismo, esquí de travesía y ciclismo de montaña.
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