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Memorias sudafricanas

Marca Personal por Jaime Gallardo

En estos días, en los que se echa la vista atrás para recordar lo que ocurrió en el año que está a punto de terminar, y con la sensación de nostalgia propia de la época, recordé pasajes del Mundial de Sudáfrica 2010, con el sabor agridulce que dejó para quienes viajamos hasta aquellos confines del planeta, esperanzados en que la Selección mexicana tuviera una digna participación.

El Mundial valió la pena, pese a todas las dudas que se tenían; Sudáfrica organizó una magnífica Copa del Mundo; logró matizar sus problemas y cumplir con su misión. Me quedé con una grata impresión de ese país.

Sin embargo, para el seguimiento informativo de la Selección mexicana todo fue una permanente complicación, en contraste a las facilidades que tuvo la prensa para la cobertura del Mundial en general, en los estadios y en los centros de prensa, así como las que dieron los equipos de convocatoria.

Personalmente tuve la percepción de que el permanente e inexplicable aislamiento al que fue sometido el “Tri” terminó teniendo un efecto reversivo; destacar que aún en los momentos de mayor confrontación de Ricardo LaVolpe con la prensa, durante su gestión en el Mundial de Alemania, jamás se impidió el contacto periodístico con los jugadores.

Javier Aguirre nunca dio la sensación de entusiasmo por dirigir un Mundial. Yo interpretaría que en realidad lo que deseaba era que ya terminara, para dejar una dirección técnica a la que llegó más por compromiso que por interés; fue patética la conferencia de prensa previa al partido contra Argentina, en la que el “Vasco” era la viva imagen de la derrota; los futbolistas, sin decirlo, manifestaban también el hartazgo del encierro; tenían el derecho de disfrutar su Mundial y de paladear el ambiente de la fiesta del balompié, a la cual se ganaron el derecho de asistir; los convivios del plantel con sus familiares fueron en su hotel de concentración, que al parecer fue lo único que conocieron de Johannesburgo.

The Thaba Ya Batswana Eco Hotel & Spa fue el búnker del “Tri”. Se ubica sobre un pequeño cerro, aproximadamente a unos 40 kilómetros de la ciudad de Sandton; el trayecto que realizábamos cada mañana era cerca de una hora, dependiendo el tráfico. Al llegar, se tenían que pasar dos controles de seguridad, que tenia a su cargo el personal que contrató la Federación Mexicana de Futbol (FMF), y es la misma empresa que trabaja con el club Pachuca.

Se presentaban en punto de las 9:30 horas dos jugadores elegidos de manera unilateral por el personal de prensa de la Federación, se permitían 10 preguntas, de las cuales, dos estaban apartadas para las televisoras que usted ya sabe; tres más para prensa extranjera, y el resto se repartía entre los medios mexicanos; al terminar la conferencia no se permitía salir del estacionamiento hasta que el autobús del seleccionado saliera rumbo al entrenamiento, en donde sólo se permitía, sin excepción, observar los primeros 15 minutos.

La imagen del preparador físico, Juan Iribarren, trotando con los jugadores mexicanos fue lo único que se pudo ver en las prácticas durante todo el Mundial.

La prensa extranjera que cubrió a Brasil, Argentina, Alemania, Inglaterra, España, le sorprendía y molestaba estos procedimientos, ya que era mínima la
información que del equipo mexicano se podía obtener; ni ellos, ni nosotros entendimos el porqué de estas disposiciones; desde luego, respuestas sí las hubo, fueron a cuenta gotas; el afán de suspenso, la negativa al dialogo libre con los jugadores, nos dejaron con muchas dudas respecto a las decisiones que se tomaron, y que nos hubieran gustado conocer.
Futbolística y periodísticamente quedó la sensación de que se pudo haber hecho más con la Selección, y para la reflexión a quién corresponda... ¿no salió el tiro por la culata?

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