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Por Jaime Gallardo
En las tribunas la pasión y apoyo a los colores cumplió con creces para un Clásico. En el transcurrir del partido, la parte emotiva estuvo por encima de la futbolística debido a las decisiones arbitrales que mermaron en número al Guadalajara, con dos expulsados en el primer tiempo, por lo cual el cotejo se desarrolló del medio campo a la portería de las Chivas; los rojiblancos sabían a partir de la expulsión de Báez tendrían un curso intensivo de estrés y que su posibilidades de evitar la derrota estarían cifradas en una defensa que rayaría en la epopeya(como sucedió).
En los hechos así fue; el dominio territorial y futbolístico de Atlas, por momentos fue asfixiante, pero faltó de una grave contundencia, los jugadores de Chivas no tenían de otra, se fajaron como le tenían que hacer y lograron el cometido de no perder, y dadas las circunstancias pese a ir ganando, el empate les supo a triunfo y moralmente lo fue para ellos y sus seguidores.
El árbitro Ricardo Arellano Nieves, y su auxiliar José Luis Camargo no estuvieron a la altura de las circunstancias, su labor no fue digna del Clásico.
La entrega, carácter y despliegue físico de los nueve rojiblancos en la cancha merece un reconocimiento, por estos motivos, este empate es diferente a los otros muchos que el conjunto de José Luis Real ha obtenido en este torneo.
En el llamado Clásico joven, el Cruz Azul demostró el valor de la contundencia. Los Cementeros hicieron los goles en el primer tiempo cuando el América mejor jugaba y dominaba, sendos tantos de Emanuel Villa, el primero con colaboración de Guillermo Ochoa, el segundo un golazo; y con eso en diez minutos resolvieron el partido y después controlaron el americanismo de Reinoso.
Después de 10 fechas, quién detiene a los invictos superlíderes Pumas de la UNAM.
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