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Mark Spitz, el príncipe de oros

Una leyenda estadounidense de la natación, quien conquistó siete preseas doradas en los Juegos de Munich 1972 e impuso el mismo número de récords mundiales

GUADALAJARA, JALISCO (12/ABR/2016).- Hasta que otro estadounidense, —nuestro contemporáneo— Michael Phelps, pudo coronar su hazaña en los Juegos de Beijing 2008, con los ocho títulos olímpicos en natación, Mark Spitz estuvo considerado el más grande exponente de todos los tiempos en su deporte. Y hasta la aparición de Phelps, sus siete victorias en Munich 1972 parecían una hazaña inigualable.

Pero, cada uno en su tiempo. Spitz fue un fenómeno de la natación, como —posteriormente— lo fueron Phelps, el ruso Alexander Popov, el alemán Michael Gross y el australiano Ian Thorpe.

Más allá de sus récords y de su impresionante saga en Munich, Spitz fue un símbolo del deporte de su época, de la transición entre el amateurismo y el profesionalismo, del paso de la natación a un espectáculo “mass media”.

Vale recordar aquello de Munich: en menos de una semana se apoderó de siete medallas doradas, y en todos los casos con récords mundiales. Fue el campeón de los 100 y 200 metros libre. También, monarca de los 100 y 200 mariposa; además, integró las cuartetas ganadoras de 4x100 libre y 4x200 libre. Y cerró esa cosecha el 4 de setiembre de 1972 al integrar los relevos 4x100 combinados.

No tuvo demasiado tiempo para festejar: al día siguiente, un comando palestino irrumpió en la Villa Olímpica, tomó deportistas israelíes como rehenes y produjo la más terrible masacre que recuerda la historia en plenos Juegos.

Mark Andrew Spitz nació el 10 de febrero de 1950 en Modesto, California, y pasó su infancia en su sitio paradisíaco: Honolulu, Hawaii. Pero no fueron esos tiempos tan paradisíacos en cuanto su padre Arnold, quien le enseñó a nadar cuando Mark apenas tenía dos años, intuyó enseguida que éste era un talento y podía convertirse en un campeón. Y la filosofía de Arnold Spitz, apenas su hijo ingresó a las competiciones, fue: “Nadar no lo es todo. Ganar sí”.

Spitz llegó con 18 años y el cartel de favorito a los Juegos Olímpicos de México, pero su cosecha allí (oro en los relevos 4x100 y 4x200 libre, plata en los 100 mariposa y bronce en 100 libre) le supo a frustración, y no pudo convertirse —como esperaba— en el heredero de otra leyenda, Don Schollander.

Terminó allí su relación con su entrenador, George Haines, y tomó la que —luego se comprendió— fue una de las decisiones más acertadas de su vida: pasó a entrenar con James Counsilman, un legendario preparador de la Universidad de Indiana. Todo lo que desembocaría en su campaña en Munich. Cuando llegó allí, el propio Haines admitía que “en estos cuatro años, Spitz maduró más que en toda su vida”.

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Otros logros


En 1967, Spitz logró cinco títulos en los Juegos Panamericanos de Winnipeg. Además, se apoderó del récord mundial de los 100 metros mariposa —uno de los 33 récords que conseguiría a lo largo de su campaña— al marcar 56.3 segundos en Santa Clara, California. Ese récord estaba en poder de un argentino, Luis Alberto Nicolao (57.0 segundos en Río de Janeiro, 1962), quien fue uno de los rivales de Spitz por aquella época en las competiciones de Estados Unidos.

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Retiro en la cima

Apenas regresado de los Juegos de Munich, dejó la natación. “Ya no tenía más ambiciones, nada más por demostrar en el deporte. Quería una vida más tranquila”, le contó al periodista Alejandro Prosdocimi, del Clarín, en una visita a Buenos Aires. Y también reveló algunas anécdotas famosas de Munich, por ejemplo el cartel que había colocado en la puerta de su habitación al llegar a la Villa: “Mark Spitz, 7 medallas de oro, no molestar”. Spitz contaba que “fue una cosa algo infantil. Pero en realidad, lo puse para motivarme”.

Nuevas facetas

Apenas concluidos los Juegos de Munich, Spitz se lanzó a numerosas actividades promocionales, incursionó también en la televisión, en algunos proyectos cinematográficos y otros inmobiliarios, fue modelo de marcas como Speedo y Adidas.

Nuevo reto

A principios de 1991, sorprendió al mundo cuando intentó regresar a la natación con la vista en los Juegos de Barcelona, algo insólito para quien ya tenía más de 40 años. Participó en un desafío en 50 metros mariposa contra el número uno de aquel momento, Tom Jager, quien lo superó con amplitud en la piscina de Mission Viejo.

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