Deportes

María del Rosario, inspirada por repetir la historia

La campeona olímpica en Beijing 2008 atraviesa un momento de replanteamiento, con el objetivo de triunfar en Guadalajara 2011 y Londres 2012

BEIJING, CHINA (30/JUN/2011).-“¡¡Cha-yo, Cha-yo!!”. Era el grito unánime en el Gimnasio de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Beijing, sede de la semifinal de taekwondo en el que la mexicana María del Rosario Espinoza enfrentaba a la inglesa Sarah Stevenson, quien momentos previos había eliminado a la local Zhong Chen.

Los chinos apoyaban a la mexicana, en quien ponían su propia venganza, pero lo que quizá no imaginaban es que su grito “Chayo”, que significa vamos, para México era el aliento de “Chayito”.

Stevenson no oía el estadio enardecido y confiaba en su palmarés que contaba los dos triunfos previos ante María del Rosario, a quien había vencido en el Preolímpico de Manchester y el Abierto de Austria. Pero en el deporte no hay palmarés ni resultados previos, lo que cuenta es el momento y sufrió la contundencia de la mexicana, quien en los cuatro combates que disputó tan sólo recibió cuatro puntos en contra y conectó 15, para promediar cuatro por encuentro, y ante la inglesa conseguir su mejor actuación que la llevó a disputar la final ante la noruega Nina Solheim.

Con público a su favor y las letras del “Sinaloense” en voz de los mexicanos, María del Rosario Espinoza ganó su combate por el oro que llegó a sus manos, cristalizando el sueño de su vida en un combate que no terminó en Beijing y que hoy, a cuatro años, quiere repetir previa escala en los Juegos Panamericanos de Guadalajara.

“Nunca voy a olvidar los Juegos Olímpicos de Beijing, aún ahora, cuando me siento muy cansada, regresan a mí las imágenes de esa final y son las que me inspiran a sentir de nuevo esos momentos, ahora con mi gente en Guadalajara”.

La medalla de oro de los Juegos Olímpicos de Beijing está enmarcada en lo que ella llama su egoteca pública. Cada que visita su hogar la ve de frente, pero no se olvida que su reverso es liso. Las dos caras de la presea le recuerdan de qué está hecha la vida: triunfos y derrotas. Sabe que para estar del lado que más le gusta, el frente, el de la victoria, debe conjugar técnica, esfuerzo y motivación.

“Desde los cuatro años comencé a entrenar en el taekwondo, siempre soñaba con representar a mi país, pero cuando llegó el momento de decir ‘bueno, si eso es lo que quieres debes comenzar a sacrificar’. Tuve momentos de duda, porque era una niña de 12 años y me tuve que alejar de mis papás, me fui al Club La Loma en San Luis Potosí y me metí de lleno a los entrenamientos, no fue fácil, pero a ellos dediqué cada victoria. En Beijing, cuando coreaban ‘Cha-yo’, aunque sabía que su traducción no era mi nombre, me recordaba a mi padre (Marcelino Espinoza), quien me bautizó con mi nombre en honor de la Virgen del Rosario, que se festeja el día que nací, el 29 de noviembre y por él y mi mamá salió el coraje para ganar”.

Su juventud también la pasó alejada de sus padres, concentrada en el Centro de Alto Rendimiento de la Ciudad de México, donde comenzó a figurar a partir de los 16 años al ganar una medalla en el Panamericano de la Juventud, en Río de Janeiro, para comenzar una carrera que la llevó casi meteóricamente hasta lo más alto del podio olímpico.

La inspiración de sus padres trascendió en el momento de la batalla final y sus combates previos, a los que llegó con una labor previa de consejos otorgados por su progenitor, un pescador que trabaja en un barco camaronero.

“De los recuerdos que tengo de pláticas con mi papá son sus consejos y dichos, me decía que la vida del pescador es la como la marea, de altas y bajas, que cuando la corriente te lleva en la parte alta hay que sacar provecho, y cuando estés en la baja, prepararte para el momento de que regrese de nuevo la marea alta. Así aprendí a sacrificar el tiempo de mi familia, estando fuera de casa en los torneos y a regresar con ellos a festejar la pesca de medallas cuando regresaba a casa”.

La taekwondoín ha madurado y aprovechado las corrientes de su vida, que ahora pasa por momentos de marea baja, ante el replanteamiento de su preparación rumbo a los Juegos Panamericanos de Guadalajara y el selectivo para los Juegos Olímpicos de Londres 2012 previsto en Bakú, Azerbaiján.

María del Rosario Espinoza cambió de entrenador luego de trabajar durante cinco años con el profesor José Luis Onofre. Ahora entrena con el cubano Pedro Ignacio Gato Cruz, con quien busca superar los resultados negativos que obtuvo en el Campeonato Mundial de Gyeongju, Corea del Sur.

“Me siento muy contenta de haber participado en mis primeros Juegos Olímpicos y haber ganado una medalla de oro, pero no me quedo con eso, quiero ganar también con mi gente en Guadalajara, sé que puedo repetir la historia en Londres 2012 y si es momento de tener paciencia y replantear, como me lo enseñó mi padre, así será, no me desespero y acompaño la espera con un intenso trabajo”.

FICHA TÉCNICA  

María del Rosario Espinoza

Fecha de nacimiento: 29 de noviembre de 1987

Lugar de nacimiento: La Brecha, Guasave, Sinaloa

Estatura: 1.73 metros

Categoría: 69 kilogramos

En el Campeonato Panamericano de la Juventud, en Río de Janeiro, en 2003, se metió al medallero con un bronce.

Su paso por los torneos de invitación, competencias internacionales, Copa del Mundo y los Abiertos más importantes del orbe, tuvieron como cima el oro del Campeonato Mundial de Taekwondo de 2007 en la categoría de -72 kg., al derrotar a Lee In-Jong.

Campeona en los Juegos Panamericanos de 2007 en peso Pesado (más de 67 kilogramos), al ganar a la brasileña Natalia Falavigna.  

Medallista de oro en su debut en Juegos Olímpicos en Beijing 2008, en la modalidad de más de 67 kilogramos.

Campeona de la categoría de hasta 73kg. en los Juegos Centroamericanos y del Caribe Mayagüez 2010.

Este año ganó el Abierto de Estados Unidos.
Síguenos en

Temas

Sigue navegando