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Marca personal

Por Jaime Gallardo

Déjà vu

Otro episodio lamentable en la historia del Atlas, institución que no merece el trato que le dan, es patético el deterioro que ha sufrido la imagen rojinegra. Otra vez la ilusión renovada de cada seis meses fue aplastada por la realidad conocida y anticipada por todos, solucionada por nadie, no hay dinero.

El remedio que sanará al enfermo, todos lo conocen, pero el paciente simplemente no se quiere curar, por lo tanto está de más señalar las oportunidades que las directivas atlistas han tenido para vender al equipo y solucionar el problema, pero no tienen el mínimo interés por llevar a cabo la operación.

Los incumplimientos de los compromisos salariales son recurrentes, el profesionalismo es sólo del lado de los jugadores; en tono magnánimo, la directiva morosa informa que se pagarán al 100% los salarios de los jugadores, ésa es su obligación, y que en breve se estarán al corriente y luego ¿se volverán a atrasar?, en Atlas es el cuento de nunca acabar.

En buen gesto, Jorge Vergara se pone a disposición de su amigo Carlos Martín del Campo para ayudarlo a sacar las cosas adelante, esto tampoco es nuevo, cuando Ernesto Fregoso era el presidente, su relación personal con la familia Leaño originó un apoyo de Tecos hacia los Zorros.
En este contexto, Martín del Campo anuncia su intención de reelegirse, ¿qué lo puede motivar a él y a Rubén Romero a buscar la presidencia de un equipo quebrado, lleno de problemas y cuyos dirigentes no han tenido la capacidad de llevarlo a buen puerto ni en lo económico ni en lo deportivo?

Si el logro del Atlas ha sido la formación y venta de jugadores, entonces alguien tendría que exigir cuentas. Es ingenuo pensar que el interés por la silla rojinegra es por el amor a los colores.
Que los jugadores hagan públicas sus inconformidades tampoco es nuevo, con Lavolpe como técnico y Bruno Marioni como líder, ocurrió lo mismo, por las mismas causas, con las mismas protestas y con los mismos resultados: promesas de pronto pago que se tienen que aceptar porque cuando no hay dinero, sólo se pueden negociar promesas; lo que sí lograron en esta ocasión los futbolistas fue irritar a sus jerarcas.

Con este conflicto muchos se identificaron, si a un empleado de cualquier empresa le sucede lo mismo, en lugar de voltearse la camiseta acude a la Junta de Conciliación y Arbitraje a presentar su queja y pide el apoyo de su sindicato. El plantel de los Zorros debió acudir a la comisión de controversias de la FMF y solicitar su intervención.

Nuevamente el futbolista en México se da cuenta del estado de sumisión en el que se encuentra por su falta de decisión para asociarse como gremio y darse a valer, la opinión pública podrá tener simpatía por la causa de los jugadores, pero nada puede hacer.
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