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Marca personal

Por Jaime Gallardo

Sorpresas

En cada torneo se tiene un aderezo especial en el cese o la renuncia de los entrenadores. Es tan poca la paciencia de los directivos, tanto el “resultadismo” y la nula convicción en los procesos, que el medio y la afición están acostumbrados a que con una racha de partidos sin triunfo, ya se sabe lo que va a pasar: el despido del estratega.

Sin importar si el técnico es de nuevo ingreso a la institución, si le trajeron o no refuerzos, si hay lesionados o suspendidos, nada importa, sólo los resultados. Cuando el torneo que se juega es el que define el descenso, el nerviosismo llega muy pronto, los directores técnicos que se encuentran sin chamba hacen sus proyecciones de por cuál rumbo valdría la pena hacer presencia. Los medios y los aficionados también especulan quién será el primero en caer, y luego quiénes le seguirían en la pérdida del empleo.

Si bien es cierto que los días de Daniel Alberto Brailovsky comenzaron la cuenta atrás el día de su presentación, lo de José Luis Trejo en Puebla nunca pareció tener mucho futuro; otros en cambio se mantienen con el “cuchillo entre los dientes” como Pablo Marini en Pachuca, José Guadalupe Cruz en Jaguares, Gustavo Matosas en Querétaro, y hasta José Luis Sánchez Solá en Estudiantes, quienes no han estado en una situación desahogada. En el caso de “Chelís” tal vez fue su proceder lo que lo puso en un “autojaque”, y no tanto la irregular marcha se su conjunto.

En el show de los despidos, las sorpresas vinieron por rumbos inimaginables; primero en Coapa, en donde al dicharachero Lapuente, de la noche a la mañana, ya no le compraron el verso de “atacar como el Barcelona y defenderse como el Inter de Milán”, y le dijeron adiós del América.

Esta semana tocó el turno de forma inesperada, menos para Alejandro Irarragorri, de Rubén Omar Romano, quien llevó al cuadro de la Comarca a jugar las dos finales del año pasado; sin ser brillante y dando uno que otro tumbo en el Clausura 2011, el Santos mal que bien avanzaba de tal forma que no se intuía un cambio en la dirección técnica.

Con todo lo dolorosa que pudo haber sido la derrota ante Gallos Blancos y la poca convincente versión oficial, a Rubén parece que lo echan por otras causas que no ocurrieron en la cancha, porque justo después del triunfo sobre Atlas comenzaron los contactos con Diego Cocca; por los acontecimientos se podría sacar la conclusión de que sólo se buscaba una causa por más endeble que fuera, para correrlo; es incontrovertible que Romano se equivoca en su conducta, pero que con una disculpa pública y una sanción económica de parte del club se pudo haber arreglado, si se hubiera querido que continuara como entrenador.

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