Deportes

Luis Eduardo Vélez, con promesas por cumplir

El arquero tapatío le prometió a su padre fallecido ganar una medalla olímpica y una medalla en Guadalajara 2011

GUADALAJARA, JALISCO (11/JUN/2011).- Luis Eduardo Vélez Sánchez se había despedido del tiro con arco. Era un joven de 20 años, pero se sentía un veterano con 15 años en el arco recurvo, decidido a renunciar a sus sueños olímpicos, a la gloria y el éxtasis de ver la punta de la flecha arropando el centro de la paca.

Había renunciado a la promesa de despertar los sueños propios y ajenos, como los de su padre y su abuelo, para añadir trofeos a la sala familiar, para alcanzar estrellas a la cuenta dorada de Jalisco y para tocar el olimpo de los Juegos de Verano, destinado a los mejores deportistas del mundo.

Y había decidido todo en una noche de un día de pesadilla que enterró sus sueños.

“Era el año de la clasificación a los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, en el preolímpico de Nueva York había ganado un lugar para México, que después la Federación Mexicana de Tiro con Arco decidió repartir en un selectivo nacional. Estaba con Juan René Serrano, mi compañero y amigo de toda la vida, como uno y dos de México, por lo que sabíamos no habría problema con el selectivo para definir entre cuatro arqueros a los tres que asistirían a los Juegos Olímpicos. Pero las llaves fueron extrañas y me tocó enfrentarme a Juan René para definir el lugar, lo perdí y perdí las ganas de seguir en el deporte”, recuerda, sentado en el campo de tiro del Comité Olímpico Mexicano.

Después de la competencia, que tuvo como escenario la Unidad Revolución que vio nacer a esta nueva generación de arqueros, Luis Eduardo Vélez regresó a casa, lloró, anunció la decisión a su padre, se encerró en su cuarto y se quedó dormido. Con apenas unas horas de haber conciliado el sueño, su familia lo despertó como si nada hubiera pasado.

“Mi papá me dijo, ‘¿tienes ganas de dejar el deporte?, vamos a entrenar al campo, tira tus últimas flechas, ve en qué fallaste y te despides del tiro con arco’”, recuerda Luis Eduardo, con una sonrisa que anticipa el desenlace de lo que hoy lo mantiene en el deporte de alto rendimiento, con las mismas ganas de escuchar la euforia que le gusta desatar en las silenciosas tribunas de la arquería, que se olvidan de etiquetas cuando hay triunfos de los favoritos locales.

“Después de tanto llorar, de estar triste, al tirar de nuevo con mi arco, me di cuenta que no era el momento de dejarlo, me di cuenta por qué no había logrado mi meta, que podía cambiar las cosas. Me di cuenta que me faltaba madurez, que por algo se dan las cosas y me convertí en alguien más constante para regresar a las competencias y estar en unos Juegos Olímpicos”.

De aquel día en que había pensado dejar la disciplina suman ya siete años. Hoy, él mismo se ve rebasado por la realidad. Meteórico como sus flechas (es un término muy usado en su disciplina pero exacto para el caso), considerando que después de 15 años de entrenamientos y proceso técnico, llegaron los resultados internacionales, los apoyos, las competencias, las medallas, la meta olímpica y una promesa a su padre fallecido después de su debut olímpico y por quien está comprometido rumbo a los Juegos Panamericanos de Guadalajara y los Juegos de Verano en Londres 2012.
 
Un deporte de familia


Luis Eduardo Vélez Sánchez, tiene 27 años, una piel tatuada con el color de quien trabaja por horas bajo el sol, sus grandes ojos se hacen pequeños cada vez que dispara alguna del medio millar de flechas que a diario tira en promedio. Una sonrisa desenvuelve sus labios apretados por cada disparo y se asoma cada vez que alguien extraño lo mira. Es hiperactivo, quizá por ello rompe sin temor el extraño encanto contemplativo que reina en los campos de tiro con arco.

Es nieto de uno de los entrenadores y arqueros más importantes del País, José Almanzor, nombre con el que fue inaugurado el campo de tiro con arco de la Unidad Revolución, y que por cuestiones de mercadotecnia rumbo a los Juegos Panamericanos tuvo que colgarse por ahora otra etiqueta de comercial.

Almanzor, inspirado por el sueño de que Guadalajara fuera sede de los Juegos Panamericanos, salió de la Ciudad de México, lugar en el que entrenaba a los arqueros seleccionados, para regresar a la Perla Tapatía y comenzar a trabajar con los deportistas que estarían en la justa continental de 2003.

“No recuerdo cuándo dejó de ser para mí algo recreativo, para ser alto rendimiento, porque desde chico había noción del tiro con arco por mi padre y mi abuelo José Almanzor, que con la emoción de que Guadalajara podría ser la sede de Panamericanos comenzó a armar un equipo de tiro con arco, no ganó Guadalajara en 2003 pero sentó las bases de un equipo que en 2011 buscará las preseas”, lo dice Luis con decisión y endureciendo su vista, como cuando tiene puesta su mira en el centro de una paca.

Recuerda que en el proceso de entrenamiento más formal le tocó participar por primera vez en la que fue la tercera edición de la Olimpiada Nacional, en la que se convirtió en multimedallista y subió al podio que cimentó sus aspiraciones de triunfo.

“El tiro con arco me ha dado la posibilidad no sólo de madurar, también de triunfar, de conocer lugares, de conocer a mi novia Evelin Guajardo (una deportista de nado sincronizado), con la que llevo cuatro años. El tiro con arco me ha permitido vivir la experiencia de la satisfacción, de la tristeza, de la frustración, de la alegría, es una gran parte de mi vida”.

Del campo en el que comenzó a entrenar con su abuelo, en una franja de terreno irregular de cinco metros de ancho por 90 de fondo, hoy ya no queda más que el recuerdo y la inspiración de lo que se ha convertido, un estadio de tiro con arco considerado como el más importante de Latinoamérica y en el que Luis Vélez se perdió el proceso, ya que dejó la ciudad hace más de cuatro años.

Después de los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004, para el ciclo rumbo a los Juegos Centroamericanos de Cartagena 2006, recibió una invitación del Comité Olímpico Mexicano para entrenar en sus instalaciones, en donde fortaleció sus aspiraciones olímpicas. Ahí entrena hasta la fecha, de ocho a diez horas diarias, divididas en dos y tres sesiones dependiendo del día. Escucha música electrónica mientras realiza algunos ejercicios, acompañado por tres arqueros seleccionados mexicanos, entre ellos su amigo de toda la vida, Juan René Serrano, quien es más serio y sólo esboza alguna sonrisa cuando Luis cambia de música o tararea alguna canción de origen sudamericano, es inquieto y sabe que es algo difícil en este deporte.

“Cuando estaba intranquilo mi papá me llevaba al campo de tiro y ahí me quitaba el estrés, me sentía mejor. En este deporte es complicado, porque aunque te sientas ansioso, preocupado, o con mucho estrés, debes estar con tranquilidad, tener una mente serena y poder lograr buenos resultados”, recuerda Luis y no puede evitar mostrar en su mirada la nostalgia de quien inspiró su sueño olímpico.

“Le había prometido a mi papá que estaría en unos Juegos Olímpicos y así fue en Beijing, pero cuando regresé mi papá estaba muy enfermo, yo no sabía qué tenía, después me enteré que ese año le habían diagnosticado cáncer de colón, pero no me habían dicho para no preocuparme. Cuando regresé a mi casa fue muy fuerte verlo así, pero a la vez me sonrió y me dijo ‘gracias, me hiciste un papá olímpico’. Le prometí que lo haría un papá medallista olímpico, pero lamentablemente falleció a un mes, un día de mi debut olímpico y se quedó sólo esa promesa que ahora busco cumplir”.

Promesa es una palabra de peso extraordinario. Hace siete años intentó el refugio oscuro del anonimato, colgando el arco, y hoy, el entorno de unos Juegos Panamericanos lo ponen en el lado luminoso del escenario, que no podría ser más pleno: el campo de tiro con arco que fundó su abuelo y en el que su padre le enseñó ese apasionamiento híbrido de aprender de la derrota para llegar a la victoria.

FICHA TÉCNICA

Luis Eduardo Vélez Sánchez
23 de febrero de 1984
Guadalajara, Jalisco

-Multicampeón de la Olimpiada Nacional.

-13 del mundo en el Campeonato Mundial de Alemania 2007.

-Integrante de la Selección mexicana para los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, en los que terminó en la ronda de los 24 mejores del mundo.

-Multimedallista en los Juegos Centroamericanos de 2006 y 2010.
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