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Los que le ponen sabor a la lucha libre

Vendedores de cervezas, trompetas, máscaras y un largo etcétera, se unen a las edecanes como parte del espectáculo bajo el cuadrilátero

GUADALAJARA, JALISCO (29/NOV/2013).- Hugo Buenaventura lleva 10 años trabajando dentro de la Arena Coliseo de Guadalajara, acompañado de una cubeta con cervezas y refresco, pasea por todos los pasillos habidos y por haber entre las butacas del inmueble.

Después de un tiempo de ir y venir, deja su fiel cubeta en una esquina estratégicamente ubicada donde pueda pasar desapercibida y sale en busca de personas sedientas que necesiten “hacer saliva” para continuar con sus gritos para los luchadores.

“Dos cervezas y un refresco pa’l niño”, le grita un señor acompañado de su pequeño hijo, inmediatamente Hugo arranca a caminar con su cubeta, llena los tres vasos de papel con los líquidos requeridos y retoma su carrera para el lugar donde se encuentra el señor, le da sus bebidas intercambiándolas por un billete; da el cambio y comienza nuevamente su rutina de buscar clientes.

Así como Hugo, existen muchas personas que dan colorido a las funciones de lucha libre: los cubeteros, los que venden las máscaras, las edecanes que muestran el cartel de las caídas o que acompañan a los luchadores por el pasillo camino al ring, el que vende los accesorios con foquitos, o simplemente los que se unen con otros afines a sus gustos y se coordinan para las porras, todos ellos forman las partes de ese rompecabezas multicolor que cada semana da vida a la Arena Coliseo.

“Poca o mucha, pero siempre hay gente. Los domingos vienen los que gustan de ver la lucha libre, los martes muchos vienen solamente al “cotorreo” y a tomar, ése es el día en que nos va mejor. Los domingos es más de atender a los clientes que regularmente vienen. De aquí me gusta el ambiente, me gusta la lucha y pues me gusta ganarme mi dinerito”, comenta Hugo.

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El chico de las máscaras


Teniendo la lucha libre en sus venas, ya que dentro de su familia hay luchadores, Juan Jesús Esqueda, un joven de 19 años, ayuda a sus papás con la venta de playeras y máscaras, quienes tienen más de 30 años con un puesto a la entrada de la Arena Coliseo. Ya tiene nueve años paseándose entre los pasillos de la arena vendiendo máscaras y tanto es el gusto, que ya lleva entrenando lucha libre seis años.

“Prácticamente toda mi vida he estado aquí, me gusta mucho la lucha y quiero ser un luchador profesional en algunos años, para eso me preparo. Mis papás también son fanáticos de este deporte y me apoyan; pero también debo apoyarlos y hacer mi parte con las ventas”, mencionó.

El más longevo


El señor Francisco Orduñez es el que más años lleva como vendedor de la arena, tiene 49 años asistiendo tanto martes y domingos sin falta con su cubeta con cervezas y refrescos. Esto ha ayudado a que su familia también entre en el negocio, ya que dos de sus hijas también venden, una las papas fritas y otra las nieves.

“Desde que tenía 13 años vengo a este lugar, ya son muchas las generaciones que he visto pasar aquí en la Coliseo. Desde siempre me ha gustado la lucha libre, además de que me gusta el ambiente y me da para ayudarme económicamente con la familia”, comenta don Francisco, quien además es tornero.

El que vende


Germán Ramírez tiene aproximadamente 40 años vendiendo en la Arena Coliseo, se le puede distinguir por unos cuernos luminosos que se pone en la cabeza, siempre se le ve con una amplia sonrisa y caminando con los brazos levantados mostrando muñecos, trompetas y demás.

“Yo vendo todo lo que es la trompeta, las revistas, las máscaras, los rines, todos los accesorios para los niños; llevo toda mi vida vendiendo aquí en la arena, desde que tenía uso de razón, tendría como 10 años cuando comencé, todavía luchaba El Solitario, El Santo, Blue Demon, el Cavernario Galindo, he visto pasar muchísimos luchadores. Esto ya lo traigo de familia, aparte de que es una tradición, pues me da para comer”, comentó don Germán.

La más bella

¿Qué sería de la lucha libre sin las hermosas mujeres que los acompañan? Las edecanes también son pieza fundamental de toda la galería en las arenas. Con su belleza arrancan suspiros a los presentes, las envidias y las críticas de las damas que están en gradas, y a los más niños que sueñen con ser un famoso luchador para tener una novia igual de bonita.

Frida es la edecán por excelencia del Cono de la calle de Medrano, por muchos conocida como la “chica del brinquito”, ya que cada que los hombres le lanzan piropos o le gritan “¡brinco, brinco!”, ella los complace con un característico salto hacia atrás.

“Comencé porque me mandaron a patrocinar el lugar donde trabajo, los domingos casi no venían las chicas al patrocinio, fue cuando me invitaron, me gustó mucho el ambiente y fue que me comenzaron a mandar todos los martes y domingos; ya tengo seis años viniendo”, comenta.
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