Deportes
La realeza vuelve a Guadalajara
El más joven de la dinastía Silveti regresa a la Nuevo Progreso en el cartel más llamativo y expectativo de la temporada en la ciudad
La cuarta corrida de la temporada grande en la Plaza de Toros Nuevo Progreso fue —desde su anuncio— el cartel más esperado por los aficionados. Un encuentro de arte, valor y buen toreo es con el que Diego Silveti está comprometido hoy, cuando parta plaza al lado de la figura española Morante de la Puebla.
Consciente del fuerte compromiso y la gran responsabilidad de la cara por México en una cartel de esta magnitud, Silveti se dice más que listo y mentalizado, pues la Nuevo Progreso es una plaza a la que le ha tomado un cariño especial, y no sólo por la trascendencia que su padre tuvo en este coso, sino por la acogida que la gente le dio el día de su presentación, cuando cayera de pie ante una exigente pero conocedora afición, al salir con dos orejas en la espuerta y refrendar así su buen quehacer taurino.
En exclusiva para esta casa editorial, Diego habló acerca de lo importante que es actuar y triunfar en una plaza como la Nuevo Progreso. Se habla mucho de que este coso de la República encumbra toreros, abre puertas y repercute en la carrera de quienes triunfan aquí. Silveti es la prueba más fehaciente de lo que se habla de esta plaza. “Sin duda, lo comprobé el año pasado; triunfar en Guadalajara da trascendencia y no sólo en la afición tapatía. Mi triunfo del año pasado abrió muchas puertas, sonó fuerte incluso en España, donde pude hacer una campaña muy intensa”, dice Diego Silveti.
México lo vio por primera vez públicamente en su presentación en la Plaza México, donde alternó con Enrique Ponce y Arturo Saldívar; esa tarde se escribía la primera página de la trayectoria en nuestro país de un torero hijo de una figura, David Silveti, pero empezaba a encumbrarse más que por su dinastía y nombre, por las buenas hechuras y el toreo que plasmó aquella tarde, donde salió a hombros del Coso de Insurgentes con un rabo en la mano.
Así, Guadalajara expectante le abrió las puertas en noviembre de 2011. Cayó de pie y refrendó su buen quehacer taurino y esos dotes de torero que pocos coletas tienen. Carisma, arte, valor sereno y un amplio entendimiento del oficio fue lo que Diego plasmó, logrando salir de Guadalajara con dos orejas más en su haber.
“Mi padre siempre me habló de Guadalajara con un cariño muy especial; fue la plaza donde más corridas toreó, y donde le denominaron ‘Rey’. Hoy vengo en un cartel de mucha expectativa y del que se está hablando mucho y me siento feliz y muy ilusionado”.
Y sí, fue precisamente en la Nuevo Progreso donde a su padre la afición le dio el título de “Rey”, luego de haber conquistado innumerables tardes de triunfos en el ruedo de esta plaza.
— ¿Pesa el nombre de Juan Silveti, David Silveti como tu padre o de tu tío Alejandro, por lo que ellos lograron hacer en esta plaza y en México?
— Hay sin duda un compromiso que lo intento asumir naturalmente porque esta es la historia que me ha tocado vivir, no conozco otra. Esto me motiva y me es motivo de orgullo el tener estas referencias y para eso me preparo diariamente. A mí siempre me han aconsejado marcar mi camino, y es en lo que trabajo siempre y creo que poco a poco lo estoy consiguiendo; el año pasado fue una bonita manera de presentarme y de distinguirme por lo que hago en el ruedo.
Ahora, el coleta mexicano esta cumpliendo su primer año como matador de toros con resultados y triunfos muy importantes a nivel internacional. Guadalajara vuelve a abrirle los brazos y qué mejor manera de volver a ver a Silveti que con un cartel como el que está representando hoy.
Morante sin duda hará lo propio, en una tarde que será memorable para la Nuevo Progreso.
EL DATO
Gran trayecto
> Diego Silveti es el torero mexicano que más corridas tuvo el año pasado y lo que va de 2012 fuera del país.
> Pisó plazas como Madrid, Sevilla y Valencia, abrió la puerta grande en la Feria de Quito, Ecuador, inaugura la temporada grande de la Plaza México y confirmó su alternativa en Las Ventas de Madrid, de manos del francés Sebastián Castella y Daniel Luque.
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