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La excepción a la regla
Cuando un serial pierde el interés...
No... no era ninguna repetición. La carrera en St. Petersburg era en vivo (gracias a la lluvia, que la retrasó casi 24 horas). Pero esto es lo que pasa actualmente con los autos fórmula en Estados Unidos. Se volvió un remedio inmejorable contra el insomnio.
El brillo que alguna vez tuvieran la CART y la IRL se perdió. Lo que logró el “open wheel racing”, pelear al tú por tú con Nascar, ahora pertenece al libro de historia. Y no les extrañe que Tony George, dueño de la IRL, sufra de agruras, al saberse responsable en gran parte por eso.
George se peleó con los directivos de la entonces CART (el serial con mayor exposición en Estados Unidos), y decidió iniciar operaciones con la IRL en 1996, creyendo que sería suficiente presentar como carta fuerte del calendario la Indy 500 (que se corre en el mítico IMS, propiedad de su familia). Primer error.
Mientras la IRL tuvo un relativo bajo perfil, CART aprovechó el contar con algunos “ases” bajo la manga. La carrera de Long Beach. Contratos en mercados como Japón y Canadá. Y la figura de Adrián Fernández, que generó un “boom” por este serial en México (llenando en su momento las tribunas del Parque Fundidora y del Autódromo Hermanos Rodríguez).
Pero entre los años 2002 y 2008, la “bonanza” se acabó y llegaron los problemas.
CART se declaró en bancarrota. Fue “comprada” por tres propietarios de equipos que corrían en la misma. Se cambió el nombre a Champ Car. Perdió pilotos, escuderías, patrocinios y la confianza de los aficionados, que de por sí ya batallaban para definir sus preferencias hacia los seriales de “open wheel”.
Tony George esperó. Hasta que en 2008, el enemigo ondeó la bandera blanca y vendió los remanentes de Champ Car a la IRL, para dar la famosa “fusión”.
¿Salió ganando el “open wheel”? No. Mientras George se afanaba en que se agotaran los minutos de vida para Champ Car, pasó por alto el detalle del crecimiento de Nascar. Segundo error.
Aunque son totalmente diferentes respecto a los fórmula, los autos stock ganaron terreno a base de “laminazos” -término coloquial que usa el aficionado para referirse a las carreras de Nascar.
Si se trata de exposición para los patrocinadores en el deporte motor, Nascar es lo “in”. Tiene un calendario que rara vez presenta semana libre, además de cobertura en prácticamente todos los medios. La asistencia a las carreras, ni las cuestionemos, porque las tribunas siempre están llenas.
¿Y la IRL? Pese a que cuenta con nombres familiares para el aficionado mexicano -Helio Castroneves, Dario Franchitti, Scott Dixon-, en un abrir y cerrar de ojos, todo cambió. El “open wheel” de Estados Unidos ya se convirtió en un mero dato anecdótico.
Correo electrónico: luis.hernandez@informador.com.mx
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