Deportes
La excepción a la regla
El dolor de muelas de Goodell
Por primera vez en más de 20 años, el fantasma de una huelga ronda a la NFL. ¿El motivo? Carecer de un acuerdo entre ambas partes para firmar un nuevo contrato colectivo de trabajo, que expira luego de la campaña 2010 (tentativamente, los primeros siete días de marzo 2011).
El tema es complejo. Y todo, irónicamente, fue generado a raíz de que los dueños votaron, en 2008, por anular dos años antes el actual contrato (vigente a partir de 2006 hasta 2012). Goodell fue claro cuando expuso el tema, hace un mes, en Fort Lauderdale: ha habido mucho diálogo entre propietarios y la la NFLPA (Asociación de Jugadores de la NFL), acerca del contrato que regula, entre otras cosas, los topes salariales, agencia libre y el draft universitario.
Mucho ruido, pocas nueces. Todos (comisionado, dueños, jugadores, televisión y patrocinadores) no quieren que se cierre el “changarro” a partir de 2011. Pero, si el famoso papel no se firma en tiempo y forma, más de uno se va a poner nervioso.
¿Las primeras consecuencias? A partir de hoy, los movimientos en la agencia libre pueden tener acuerdos exorbitantes, ya que no existe el tope salarial (que en 2009, llegó a ser de 127 millones de dólares para cubrir el pago a todo el roster de cada equipo).
“Debemos aprovechar la ventaja que tenemos, para sentarnos, negociar y llegar a un nuevo acuerdo”, afirmó Goodell, “una huelga no trae cosas buenas para nadie, ambas partes perderían dinero, y los aficionados perderían el juego, queremos evitar eso”.
Pete Rozelle, comisionado de la NFL entre 1960 y 1989, enfrentó dos detenciones laborales durante su gestión (1982 y 1987, esta última como los famosos “esquiroles” que jugaron tres partidos en lugar de las estrellas), mientras que Paul Tagliabue se fue limpio en sus 18 años al frente de la liga.
Ahora, es la hora de que Goodell muestre su capacidad para mediar. A partir del 21 de marzo, inicia la reunión anual de la NFL en Orlando, donde el tema saldrá (una vez más) a discusión, esperando que impere la cordura entre todos los involucrados y eviten que los emparrillados callen en 2011.
La duda: Durante más de una década, Steve Williams ha sido caddie, guardaespaldas y hasta chofer de Tiger Woods. Ahora jura que no sabía nada de las peculiares actividades del golfista fuera del campo, y que está enojado con él. ¿Su “dignidad” será tal que optará por buscar nuevas opciones? ¿Le creemos?
Correo electrónico:
luis.hernandez@informador.com.mx
Síguenos en