Deportes

La excepción a la regla

Que nadie los despierte

En algún lugar de Vancouver, Michael Chambers, presidente del Comité Olímpico Canadiense, debe estar todavía con una sonrisa dibujada de oreja a oreja.

Y por favor, no lo bajen de la nube en este momento. Total, su plan le salió a pedir de boca, tiene derecho a presumir y a festejar una semana entera.

Luego de los 16 días de competencia en los Juegos Olímpicos Invernales 2010, Canadá brilló en su misión de ser un anfitrión exitoso. La inversión de más de 100 millones de dólares para elevar el nivel de su deporte, en una ventana de cinco años, arrojó como fruto 14 medallas de oro para esta cita olímpica, máxima cifra en una justa invernal para cualquier país.

Por cierto, los canadienses deben agradecerle al joven maravilla, Sidney Crosby, y un escalón abajo al portero Roberto Luongo, que la presea dorada en hockey varonil sea de ellos, y no de sus vecinos al sur de la frontera. El marcador final, 3-2 en tiempo extra, fue digno de novela.

Es que era cuestión de honor. Y Estados Unidos estuvo muy cerca de vestir el traje de villano reventón, devolviendo el “favor” de Salt Lake City 2002, cuando los canadienses ganaron el oro con marcador de 5-3.
El gol de Zach Parise, cuando faltaban 24 segundos para el final del partido, igualó el marcador 2-2. La sangre de todo un país se congeló, ante la posibilidad de ver algo equivalente a un “Maracanazo”, solamente en versión hockey. Ni en la peor de sus pesadillas.

Pero Luongo y Crosby arreglaron todo. El primero, en su papel de héroe local (al jugar con los Vancouver Canucks, de la NHL), registró 34 salvadas a su portería, el equivalente a un verdadero ataque de Estados Unidos durante el tercer periodo y la prórroga.

Mientras que Crosby, a sus escasos 22 años, escribió un capítulo más a su brillante trayectoria. El llamado a ser heredero de Wayne Gretzky, máxima figura en la historia del hockey, cargó sobre sus hombros al país entero.

Hace ocho meses, Crosby festejaba el título de la NHL con Pittsburgh, tras dar una campanada ante Detroit. Ahora, el apodado “The Next One” (El próximo) encabeza el festejo merecido, tras alcanzar la gloria del oro olímpico.

Vancouver 2010 llegó a su fin, y está en marcha la cuenta regresiva para la próxima cita, ahora en territorio ruso, cuando Sochi reciba los Juegos Olímpicos Invernales en 2014.

¿Qué depara el destino dentro de cuatro años? Difícil saberlo. Por lo pronto, les pedimos un favor: no interrumpan la fiesta de Canadá. Este tipo de triunfos no se dan todos los días.

El apunte: Es un honor recibir la oportunidad para compartir este espacio en las páginas de EL INFORMADOR, con ustedes, amigos lectores. Quiero invitarlos a que sugieran temas para esta columna. Siempre serán bienvenidas.

Correo electrónico: luis.hernandez@informador.com.mx
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