Deportes
La ciudad y sus múltiples escenografías para la foto
La gente disfruta con la cámara
El tipo de trabajo artesanal de los pueblos indígenas de Jalisco y Nayarit, quedó plasmado en el vehículo conocido como Vocho, que estará expuesto esta semana en el lobby del Teatro Degollado y la próxima en el Estadio Omnilife.
Los artesanos Francisco Bautista y Álvaro Ortiz invirtieron siete meses en cubrir el coche con su diseño. El Vochol se expondrá más adelante en varios países de Europa y será subastado en Nueva York, los recursos obtenidos serán destinados al Museo de Arte Popular (MAP) de la Ciudad de México.
Por otra parte, esculturas de calaveras que representan 23 deportes decoran varios puntos del primer cuadro de Guadalajara. Las piezas surgieron de un concurso organizado por Tlaquepaque.
LA CAMINATA
La mejor alumna de la Urbana 35, en Santa Tere
Por Vanesa Robles
Tal vez nadie en México, nadie se animaría a decir que fue el profesor del “Chapo” Guzmán. Menos, que lo pasó con 10 en civismo. En cambio, en la Escuela Urbana 35 de Guadalajara, todos están orgullosos de Samantha Estephanía Guadalupe Bricio Ramos. “Todos” es todos: el director, los profesores, los intendentes, los 540 niños y niñas y los tutores de éstos.
Las maestras se acuerdan todavía de su carita de angustia cuando no sabía una respuesta, saben que le fue muy bien cuando pasó a quinto grado, recuerdan que era una niña muy alta y, por supuesto, que su materia preferida sigue siendo la educación física. Cómo no acordarse de ella: con ese nombre tan largo, Samantha es una de las mexicanas seleccionadas del equipo de volibol para los Panamericanos, y esa condición la ha llevado a ser casi una santa, en la primaria pública que está en Garibaldi y Alfredo R. Plascencia, en el barrio de Santa Tere.
“Imagínese. Ella ha viajado a países como Turquía y, nosotros, con trabajos conocemos al municipio de Tonalá”, suspira el director de la escuela, José Navarro Guzmán.
Con ésa y otras motivaciones, la sociedad de padres de familia de la Urbana 35 hizo una coperacha e imprimió una gran manta plastificada —en plena crisis, casi nadie se negó a aportar—; alguien consiguió una escalera muy larga, y varios acomedidos colgaron a Samantha, es decir, su fotografía, del paredón más grande del patio la escuela, que es muy pequeña, muy pulcra y muy panamericana en estos días.
“Ojalá que mis niñas digan un día: ‘Yo quiero ser como Samy’”, decía ayer una progenitora, con gran familiaridad. ¿Conoce a la volibolista? “No, pero ya hemos investigado mucho. Muy buena muchacha, lo que sea de cada quien”.
Tan buena, que en la Urbana 35 Samantha —su foto— mata a las mascotas panamericanas, lo cual es mucho decir donde hay medio millar de niños.
Ojo: Huichi, Leo y Gavo también tienen su espacio en el gran paredón, pero están muy debajo de la figura de la ex alumna, sin contar con que ella es de carne y hueso y con que en la fotografía que ilustra el cartel se muestra en pleno saque, segura y desafiante: “Quienes te conocemos como ex alumna de esta institución te felicitamos por ser una digna integrante de la selección”, se lee en la manta.
¿Usted la conoció? Nomás de oír la pregunta, al director José Navarro, tan serio y formal y buen orador, se le ilumina el rostro. “¡Claro! Ojalá podamos invitarla para que motive a los niños”. Una alumna modelo en civismo, matemáticas, español y ciencias no se olvida tan fácil. Menos, cuando la clase que más le gustaba era educación física. Menos, cuando, desde la pared más alta, Samantha inyecta esperanza en una pequeña escuela de barrio. Menos, cuando los Panamericanos se gozan y padecen en toda la metrópoli.
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