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De los escasos pasos al frente que ha dado nuestro futbol ha sido el de la exportación de jugadores. Si bien es cierto, seguimos siendo netamente importadores, el circulo vicioso a cuenta gotas se ha ido rompiendo, felizmente la mentalidad ambiciosa de querer trascender ha llevado a algunos jugadores a incorporarse a clubes de otras latitudes.

Aunque no todos han tenido éxito y que el numero de jugadores mexicanos que militan en el extranjero es insignificante comparado, incluso, con algunos países de la Concacaf si considero que es algo para destacar.

Muchas son las causas que fomentan la mediocridad del futbol mexicano. La ya referida falta de ambición deportiva; para los directivos lo único que importa es ser campeón del torneo local y  por lo mismo frenan la salida de jugadores, pero también el deportista tiene un grado de responsabilidad.

El futbolista en México vive muy bien, es bien pagado, no es exigido ni por la prensa ni por los aficionados, que a pesar de dar un pésimo partido le van a pedir autógrafos a la salida del estadio, y disfruta de una comodidad que es valorada cuando hay alguna opción de ir a jugar al extranjero, tal vez yo haría lo mismo. Por lo tanto el hecho de que algunos se decidan a emigrar e ir a jugársela a otros países tiene mucho valor ya que sacrifican percepciones popularidad comodidad familia amigos, etcétera.

Algunos como Omar Bravo, Gerardo Torrado, Carlos Vela salieron contra la voluntad de sus directivos, otros con muchas trabas pero lograron irse también, a Guillermo Ochoa lo han retenido a como dé lugar hasta ahora.

No todos los directivos saben cómo trabajar para que la exportación de jugadores sea negocio para sus instituciones, como el crecimiento deportivo de nuestro balompié importa nada, en aras de ser campeón el medio siempre apapachador de inmediato busca repatriar al jugador que a los seis meses, máximo un año, no se consolida. El caso más escandaloso de lo anterior fue el de Tigres al traer a Francisco “Kikín” Fonseca del Benfica del Portugal y ¿qué paso?, los felinos no han estado ni cerca de campeonar, y la carrera del jugador está en el archivo muerto; el América no soportó la ausencia de Germán Villa cuando se fue al Espanyol de Barcelona.

Los clubes europeos se darán cuenta el gran negocio que es comprar a jugadores mexicanos, en lo que valen y revendérselos en lo que los directivos mexicanos creen que valen.

Hay modelos que cualquier jugador mexicano inteligente debería hacer suyo, sin duda Hugo Sánchez el mejor, una mentalidad ganadora inquebrantable; Rafael Márquez, siempre constante y confiable; José Andrés Guardado frágil, pero se fue para quedarse; Carlos Salcido, caballo de hierro aquí y allá; a Gerardo Torrado no le fue bien, pero agoto todas sus posibilidades; a Pavel Pardo y Ricardo Osorio les fue bien creo que volvieron un poco antes de tiempo; Héctor Moreno está consolidándose, ojalá que “Maza” Rodríguez si no es con el PSV, pero que no se quede allá; “Chicharito” Hernández, Pablo Barrera y Efraín Juárez que sepan ser pacientes y aprovechen sus oportunidades.

Concluyo destacando que dos transferencias ejemplares las hicieron Atlas y Chivas con Márquez y Hernández, respectivamente; la de Javier, insisto en decir, que fue de lo mas relevante del gris año del futbol mexicano.

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