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España clasifica a la final de basquetbol
El cuadro ibérico varonil derrota 67-59 a Rusia en semifinales
Rusia, por su parte jugará por la medalla de bronce con el perdedor de esa otra semifinal.
El máximo anotador del partido fue Pau Gasol, con 16 puntos.
Rusia y España -sin contar los partidos de la URSS- se habían enfrentado en diez ocasiones hasta el partido de este viernes. La última en Londres, en la primera fase del torneo, cuando los rusos remontaron una ventaja de 18 puntos y se impusieron 77-74.
España salió con José Manuel Calderón, Juan Carlos Navarro, Rudy Fernández y los hermanos Pau y Marc Gasol. Los rusos empezaron Alexey Shved, Sasha Kaun, Anton Ponkrashov, Victor Khryapa y Andrei Kirilenko.
La primera parte de los españoles fue de pesadilla, particularmente en ataque, y anotó lo mismo en 20 minutos que en los cinco primeros del anterior partido con Rusia (partido que por cierto, perdió).
Tiró 11 veces de tres puntos y anotó sólo dos. Tiró 18 veces de dos y anotó 4. En total, 20 puntos y el peor primer tiempo de España en los Juegos Olímpicos de Londres.
El estilo del partido -pocos puntos, muchos fallos, posesiones largas- beneficiaba a los rusos, más cómodos en el enredo que los españoles.
Los rusos llegaron a tener una ventaja de 13 y el partido llegó a la media parte con un 31-20.
Sobreponerse a eso parecía difícil. Pero España salió muy bien en la segunda parte. Se movía más rápido, intentaba tirar de nuevo, presionaba en todo el campo y robaba balones.
La ventaja rusa se fue acortando. Un Pau Gasol inmenso, que lo mismo tiraba de lejos que remataba el aro, puso todo su peso en el partido. A los rusos empezó a temblarles el pulso y a Kirilenko, con tres faltas personales, no se le veía.
Un triple de Calderón puso el 46-46 en el marcador al final del tercer cuarto y aventuraba una lucha reñida al final. Justo como las que los rusos habían resuelto bien ante Brasil y España en la primera fase.
Otro triple de Calderón puso a los españoles por encima (51-49) por primera vez en muchos minutos. El partido había llegado a su punto de inflexión.
Los rusos se estrellaban una y otra vez contra la defensa española, erraban el tiro, se dejaban robar la cartera y perdían los balones divididos.
España no perdonaba en los contrataques y protagonizó una serie de 14 a 1 que mató definitivamente el partido.
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