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El significado olímpico de Gran Bretaña

Separatismo y el 60 aniversario del trono de Isabel II, la reina que ha transformado la institución monárquica, rasgos del panorama político británico

LONDRES, INGLATERRA (28/JUL/2012).- Inglaterra siempre se ha sentido especial, receptora de un excepcionalismo histórico. La Isla, separada cultural y geográficamente de la Europa Continental, ha vivido uno de los años políticamente más convulsos de las últimas décadas. El Gobierno conservador del primer ministro David Cameron navega en niveles bajos de popularidad ante los costos políticos de los ajustes fiscales propuestos para impedir que la Gran Bretaña caiga en problemas de déficit fiscal como sus vecinos europeos. La izquierda cosecha políticamente, y si los Juegos Olímpicos no logran los éxitos prometidos, los laboristas ya están preparando su conquista del número 10 de Downing Street.

En el mismo sentido, las viejas reivindicaciones independistas han vuelto a las portadas de los diarios en Inglaterra. La hegemonía del Partido Nacionalista Escocés en las elecciones legislativas, ha provocado que un referéndum por la independencia escocesa se esté cocinando para 2014. La noticia no fue tomada de la mejor manera en Europa, menos en España, donde Cataluña y el País Vasco han amenazado con sumarse al ejercicio de los escoceses. Así, Escocia da el primer paso hacia la Independencia y la preocupación inglesa es que Gales e Irlanda del Norte aumenten sus presiones por mayores niveles de autonomía hacendaria y política. La Gran Bretaña es un equilibrio difícil de mantener, una lucha por cohesionar territorios centrífugos con siglos de distanciamiento.

Y todas estas disputas políticas e independistas se enmarcan en el año en que los británicos celebran “El Jubileo de Diamante”, el sesenta aniversario de Isabel II en el trono británico. No es fácil legitimar a la monarquía en una época donde las reivindicaciones democráticas son innegociables y la “familia real” luce como una de esas estructuras no precisamente pluralistas o liberales. Por el contrario, es el símbolo del mantenimiento de las viejas líneas jerárquicas y la sociedad de clases y castas. Sin embargo, la monarquía se ha sabido adaptar a esas exigencias. La reina ha decidido que se transparenten gastos “reales”, adoptar algunas estrategias de control del gasto en el Palacio y se ha convertido en un guardián moral de la sociedad inglesa, pero con algunas opiniones liberales en temas que solían ser tabúes para la Corona. Esto lleva a que sólo 20% de los ingleses quiera la desaparición de la institución real, los niveles de popularidad más altos de su historia.

Ante esta realidad, los Juegos Olímpicos es uno de los pocos espacios en que Gran Bretaña sale unida bajo una misma bandera. Tomando aquel lema de los nacionalistas españoles franquistas y posfranquistas: “Una sola nación, grande y libre”. A diferencia de los mundiales de futbol o de las Eurocopas, en los Juegos Olímpicos ingleses, escoceses, galeses e irlandeses del Norte compiten bajo un mismo lema y los mismos signos. Por unas semanas, las diferencias étnicas y lingüísticas se disuelven y los conflictos políticos se desvanecen en la representación olímpica.

El dato
La Corona


Isabel II es la Jefe de Estado de Gran Bretaña y de algunas otras naciones que pertenecen al sistema de integración poscolonial the Commonwealth.
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