Deportes
El dopaje parece controlado en Beijing 2008
La cuenta no se ha detenido, porque el laboratorio de Beijing necesitará más días para terminar de analizar todas las muestras recogidas durante los 16 días de Juegos
Juegos de Beijing y apenas quedó como seis anécdotas en forma de casos positivos, lejos de los 26 registrados en Atenas, pese a que los controles se incrementaron en más de un millar y se buscaron nuevas sustancias.
El levantador de pesas ucraniano Igor Razoronov fue el último positivo conocido en los Juegos, una serie iniciada por la ciclista española Maribel Moreno y en la que también inscribieron su nombre el gimnasta vietnamita Thi Ngan Thuong Do, el tirador norcoreano Kim Jong Su, y las atletas Fani Halkia, de Grecia, y Lyudmila Blonska, de Ucrania.
Fueron los tramposos que quedaron en la red de vigilancia tejida por el Comité Olímpico Internacional (COI), un dispositivo que supera los cuatro mil 600 controles, urinarios y sanguíneos, y que se ha desarrollado tanto dentro como fuera de la competición.
La cuenta no se ha detenido, porque el laboratorio de Beijing necesitará más días para terminar de analizar todas las muestras de sangre y orina recogidas durante los 16 días de competición y en las jornadas previos al inicio de los Juegos.
Muchos positivos tienen que quedar por develarse para que sean buenas las cuentas avanzadas por el presidente del COI, Jacques Rogge, que adelantó que, basándose en datos puramente estadísticos, aparecerían entre 30 y 40 casos.
El máximo mandatario del olimpismo había tirado por lo alto y el tiempo ha acabado por mostrar que sus cifras no fueron ciertas. Si en cantidad el dopaje no ha sido importante en Pekín, tampoco en calidad ha tenido repercusiones extraordinarias.
Sólo dos medallistas han sido cazados. A la ucraniana Blonska le quitaron la plata de heptatlón después de demostrarse que consumió esteroides. El tirador norcoreano Kim Jong Su no se podrá llevar el bronce y la plata logrados pues le encontraron un tranquilizante prohibido.
Ellos dieron positivo en los controles efectuados durante la competición, pero los Juegos de Beijing fueron un ejemplo de la eficacia de los controles previos al inicio. Unos mil 300 antes de que se encendiera el pebetero del "Nido”, un arma eficaz para desenmascarar prácticas dopantes destinadas a convertir en inútiles los test en competición.
El caso más paradigmático es el de la ciclista española Maribel Moreno, positivo por EPO en un control efectuado pocos minutos después de su llegada a China. La corredora no había previsto una visita de los "vampiros" pocos días después de haber sido sometida a controles en España y apenas unos días antes de competir.
Eso le dejaba un periodo de tregua, tiempo suficiente para consumir la eritropatina, que ésta incrementara su proporción de glóbulos rojos y desapareciera sin dejar delatores rastros en la orina. Eso creía ella.
El control por sorpresa la desenmascaró y le colocó frente a una sanción de dos años de suspensión, sin contar con que queda descalificada de los próximos Juegos de Londres.
Fue el único positivo por EPO en los Juegos, una sustancia que parece haber pasado de moda entre los tramposos, porque el método de detección se ha revelado como eficaz. Pero la lucha continúa y el COI ha puesto el acento en otros productos. Entre ellos la hormona del crecimiento.
Beijing sirvió también para comprobar que el dopaje no sirve sólo para hacer más fuertes o rápidos a los atletas o para recuperarse mejor del esfuerzo físico. Tradicionalmente se asocia el consumo de sustancias prohibidas con la búsqueda del superhombre. Es el caso de los esteroides que consumieron Blonska o Halkia, de la nandrolona de Razoronov o de la EPO de Moreno. Pero no siempre es así.
Por ejemplo, el tirador Su consumió propanolol para poder mantener firme el pulso. Se trata de un tranquilizante que le permitía ajustar mejor sus disparos. El resultado fueron dos medallas que tendrá que devolver.
La gimnasta Thuong quería perder peso para ganar eficacia en sus ejercicios. En lugar de hacer dieta, lo que podía haberle debilitado, recurrió al furosamida, un diurético que le hacía acudir más veces al baño. Pillada "in fraganti".
BEIJING, CHINA.- El dopaje no marcó los
El levantador de pesas ucraniano Igor Razoronov fue el último positivo conocido en los Juegos, una serie iniciada por la ciclista española Maribel Moreno y en la que también inscribieron su nombre el gimnasta vietnamita Thi Ngan Thuong Do, el tirador norcoreano Kim Jong Su, y las atletas Fani Halkia, de Grecia, y Lyudmila Blonska, de Ucrania.
Fueron los tramposos que quedaron en la red de vigilancia tejida por el Comité Olímpico Internacional (COI), un dispositivo que supera los cuatro mil 600 controles, urinarios y sanguíneos, y que se ha desarrollado tanto dentro como fuera de la competición.
La cuenta no se ha detenido, porque el laboratorio de Beijing necesitará más días para terminar de analizar todas las muestras de sangre y orina recogidas durante los 16 días de competición y en las jornadas previos al inicio de los Juegos.
Muchos positivos tienen que quedar por develarse para que sean buenas las cuentas avanzadas por el presidente del COI, Jacques Rogge, que adelantó que, basándose en datos puramente estadísticos, aparecerían entre 30 y 40 casos.
El máximo mandatario del olimpismo había tirado por lo alto y el tiempo ha acabado por mostrar que sus cifras no fueron ciertas. Si en cantidad el dopaje no ha sido importante en Pekín, tampoco en calidad ha tenido repercusiones extraordinarias.
Sólo dos medallistas han sido cazados. A la ucraniana Blonska le quitaron la plata de heptatlón después de demostrarse que consumió esteroides. El tirador norcoreano Kim Jong Su no se podrá llevar el bronce y la plata logrados pues le encontraron un tranquilizante prohibido.
Ellos dieron positivo en los controles efectuados durante la competición, pero los Juegos de Beijing fueron un ejemplo de la eficacia de los controles previos al inicio. Unos mil 300 antes de que se encendiera el pebetero del "Nido”, un arma eficaz para desenmascarar prácticas dopantes destinadas a convertir en inútiles los test en competición.
El caso más paradigmático es el de la ciclista española Maribel Moreno, positivo por EPO en un control efectuado pocos minutos después de su llegada a China. La corredora no había previsto una visita de los "vampiros" pocos días después de haber sido sometida a controles en España y apenas unos días antes de competir.
Eso le dejaba un periodo de tregua, tiempo suficiente para consumir la eritropatina, que ésta incrementara su proporción de glóbulos rojos y desapareciera sin dejar delatores rastros en la orina. Eso creía ella.
El control por sorpresa la desenmascaró y le colocó frente a una sanción de dos años de suspensión, sin contar con que queda descalificada de los próximos Juegos de Londres.
Fue el único positivo por EPO en los Juegos, una sustancia que parece haber pasado de moda entre los tramposos, porque el método de detección se ha revelado como eficaz. Pero la lucha continúa y el COI ha puesto el acento en otros productos. Entre ellos la hormona del crecimiento.
Beijing sirvió también para comprobar que el dopaje no sirve sólo para hacer más fuertes o rápidos a los atletas o para recuperarse mejor del esfuerzo físico. Tradicionalmente se asocia el consumo de sustancias prohibidas con la búsqueda del superhombre. Es el caso de los esteroides que consumieron Blonska o Halkia, de la nandrolona de Razoronov o de la EPO de Moreno. Pero no siempre es así.
Por ejemplo, el tirador Su consumió propanolol para poder mantener firme el pulso. Se trata de un tranquilizante que le permitía ajustar mejor sus disparos. El resultado fueron dos medallas que tendrá que devolver.
La gimnasta Thuong quería perder peso para ganar eficacia en sus ejercicios. En lugar de hacer dieta, lo que podía haberle debilitado, recurrió al furosamida, un diurético que le hacía acudir más veces al baño. Pillada "in fraganti".
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