Deportes
El Tri muestra deficiencias una vez más
El Tricolor regaló el partido con descuidos y nula potencia ofensiva
Sven se lleva las manos a la boca, después a la cintura y finalmente las guarda en las bolsas del pantalón. Triste figura al lado de la cancha, que da unas cuantas indicaciones, a sabiendas de que nadie le hace caso. Allá, sobre el pasto, la inservible rutina y el desconcierto total. Los días del sueco al frente del Tri podrían estar contados.
Porque el 3-1 final apenas fue justo para lo mostrado en la cancha del Olímpico Metropolitano: una Selección Mexicana que deambuló, desesperante, con ganas, pero sin futbol.
La voz de mando que le faltó al estratega sueco, le sobró a Pável Pardo. El capitán se desgañitó en llamadas de atención para todo el equipo, sobre todo Jonny Magallón, Luis Pérez y Guillermo Ochoa. Pero regalando goles por desatenciones no se puede ganar un partido.
Todo pasó de camino al vestuario, cuando el canadiense Paul Ward ya había finalizado el primer tiempo.
Los catrachos ganaron con poco. Apenas unos cuantos latigazos. ¡Pero ya sabían que iba a ser así! ¿Qué fue lo nuevo que enseñó el rival? Por eso, al final del partido, Pardo estaba furioso.
Y además de las desatenciones, las decisiones inexplicables. Magallón no es el mismo desde su regreso, luego de la fractura en el brazo, pero se ve aún peor como lateral derecho. ¿Qué nadie se da cuenta que cuando juega ahí Guadalajara pierde? Sí, justo lo que dejó sin trabajo a Efraín Flores.
Ramón Núñez lo trajo loco casi todo el partido. No hay algo más desgastante para un defensa que perseguir a los rivales de cara a su portería. Jonny lo experimentó en diversas acciones. El volante centroamericano fue la principal vía de acceso al área mexicana. Lamentablemente, no la única.
Julio César de León fue otra estrella en el lienzo sampedrano. Potente, hábil y con un privilegiado toque de balón, El Rambo atacó varias veces la fortaleza mexicana, ya en ruinas, porque Guillermo Ochoa transmitió todo, menos confianza.
La primera intervención importante del guardameta americanista se dio al inicio del complemento. Ya no tuvo mucho trabajo hacia el final, salvo el tercer tanto. Honduras comprendió que éste México carece de reacción, sobre todo fuera del Azteca.
Y para colmo, el árbitro pasó por alto la clara mano de Carlo Costly en la jugada que derivó la primera anotación de la noche. Los locales habían dominado hasta entonces. Fue el momento que marcó el cotejo.
El Tri volvió a caerse anímicamente. El problema es que por ahora, la fuerza de voluntad es su única virtud.
El conformismo local le permitió sobrellevar el segundo tiempo… Hasta que Costly marcó el transitorio 3-0.
Reinaldo Rueda decidió contragolpear, cazar a un conjunto verde que debería mostrar desesperación durante los 45 minutos finales. Ni eso.
Eriksson prometió un juego ofensivo y lo fue: ofensivo para una afición que ya se acostumbró a perder en el Olímpico Metropolitano, a confirmar que fuera de Santa Úrsula, su Selección se empequeñece.
El polémico penalti sobre Nery Castillo sólo maquilló el papelón de una verde desteñida, que no pudo con un rival práctico, que prioriza la fuerza y la velocidad.
Al México de Sven, eso es más que suficiente para aniquilarlo.
Eso explicó la gris imagen del escandinavo, quien sólo atinó a acercarse a su auxiliar Hans Backe tras la expulsión de Carlos Salcido, colofón de la pesadilla.
SAN PEDRO SULA, HONDURAS.-
Porque el 3-1 final apenas fue justo para lo mostrado en la cancha del Olímpico Metropolitano: una Selección Mexicana que deambuló, desesperante, con ganas, pero sin futbol.
La voz de mando que le faltó al estratega sueco, le sobró a Pável Pardo. El capitán se desgañitó en llamadas de atención para todo el equipo, sobre todo Jonny Magallón, Luis Pérez y Guillermo Ochoa. Pero regalando goles por desatenciones no se puede ganar un partido.
Todo pasó de camino al vestuario, cuando el canadiense Paul Ward ya había finalizado el primer tiempo.
Los catrachos ganaron con poco. Apenas unos cuantos latigazos. ¡Pero ya sabían que iba a ser así! ¿Qué fue lo nuevo que enseñó el rival? Por eso, al final del partido, Pardo estaba furioso.
Y además de las desatenciones, las decisiones inexplicables. Magallón no es el mismo desde su regreso, luego de la fractura en el brazo, pero se ve aún peor como lateral derecho. ¿Qué nadie se da cuenta que cuando juega ahí Guadalajara pierde? Sí, justo lo que dejó sin trabajo a Efraín Flores.
Ramón Núñez lo trajo loco casi todo el partido. No hay algo más desgastante para un defensa que perseguir a los rivales de cara a su portería. Jonny lo experimentó en diversas acciones. El volante centroamericano fue la principal vía de acceso al área mexicana. Lamentablemente, no la única.
Julio César de León fue otra estrella en el lienzo sampedrano. Potente, hábil y con un privilegiado toque de balón, El Rambo atacó varias veces la fortaleza mexicana, ya en ruinas, porque Guillermo Ochoa transmitió todo, menos confianza.
La primera intervención importante del guardameta americanista se dio al inicio del complemento. Ya no tuvo mucho trabajo hacia el final, salvo el tercer tanto. Honduras comprendió que éste México carece de reacción, sobre todo fuera del Azteca.
Y para colmo, el árbitro pasó por alto la clara mano de Carlo Costly en la jugada que derivó la primera anotación de la noche. Los locales habían dominado hasta entonces. Fue el momento que marcó el cotejo.
El Tri volvió a caerse anímicamente. El problema es que por ahora, la fuerza de voluntad es su única virtud.
El conformismo local le permitió sobrellevar el segundo tiempo… Hasta que Costly marcó el transitorio 3-0.
Reinaldo Rueda decidió contragolpear, cazar a un conjunto verde que debería mostrar desesperación durante los 45 minutos finales. Ni eso.
Eriksson prometió un juego ofensivo y lo fue: ofensivo para una afición que ya se acostumbró a perder en el Olímpico Metropolitano, a confirmar que fuera de Santa Úrsula, su Selección se empequeñece.
El polémico penalti sobre Nery Castillo sólo maquilló el papelón de una verde desteñida, que no pudo con un rival práctico, que prioriza la fuerza y la velocidad.
Al México de Sven, eso es más que suficiente para aniquilarlo.
Eso explicó la gris imagen del escandinavo, quien sólo atinó a acercarse a su auxiliar Hans Backe tras la expulsión de Carlos Salcido, colofón de la pesadilla.
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