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“Disculpitis”

Por Jaime Gallardo

El drama de la semana del novelesco futbol mexicano fue protagonizado por el presidente de la Comisión de Arbitraje, Aarón Padilla, hombre ecuánime, porque esa personalidad es indispensable para convivir diariamente con las más feroces críticas.

En el marco glamoroso de la décima entrega del Balón de Oro, Padilla fue cuestionado por los reporteros respecto a las declaraciones del presidente del América, Michel Bauer, quien calificó como “robo” el trabajo del árbitro José Alfredo Peñaloza, en el partido entre las Águilas y Pachuca; sin alterarse, Padilla respondió que al calor de la emociones se dicen muchas “estupideces”.

Desde luego que el mandamás de los silbantes no mintió; los exabruptos de algún jugador, técnico o directivo después de perder un partido, y más si los errores arbitrales perjudicaron al derrotado es de lo mas común, la respuesta de Padilla fue mucho mas atemperada que la de Bauer en sus comentarios, después del juego en el Azteca. Pero lo que sorprendió fue la reacción del presidente de los árbitros a sus propias declaraciones, muy sobre dimensionadas; a menos de 24 horas de pronunciar su comentarios, Padilla pedía disculpas y prácticamente imploraba que lo castigaran poniéndose a disposición de la Comisión Disciplinaria, que si así lo consideraba, aceptaría la sanción que se le impusiera, en un lenguaje coloquial se diría “tranquilo Aarón, no es para tanto”... y en efecto no parece que una ofensa grave, ni siquiera particularizo en el presidente americanista, pero todos los aludidos se pusieron el saco.

La pregunta es ¿qué le provoco a Padilla semejante remordimiento?, ¿será acaso su educación, su religión o que la jerarquía de su cargo que no le permite un lenguaje tan procaz?, cargándonos a lado de la perversidad podríamos especular que tal vez se vio reflejado en el espejo de Néstor de la Torre, y antes de que le dijeran que se tenía que disculpar, lo hizo por iniciativa propia, o que alguien le sugirió que enmendara la plana pues mañana hay Asamblea de dueños y que por mera estupidez lo fueran a echar, cualquier cosa pudo ser, quienes conocen a Aarón Padilla lo consideran un hombre correcto y decente pero aun así, exageró.

Pero, y Michel Bauer, ¿él no pide disculpas? tan tranquilo y sin que nadie le diga nada, el secretario Decio De María muy sutilmente habló del tema, con suma prudencia, como si no se le debiera de molestar, al directivo sólo se le sancionó económicamente. Bauer también es un tipo educado y generalmente mesurado. Y tal y como lo dijo Aarón Padilla al calor de la derrota, dijo una estupidez, se le fue o se le salió.

Este episodio es una estampa muy común en nuestro balompié; nada grave, nada para escandalizarse, pero lo que sí queda es la sensación de que por ser el presidente del América y lo que representa, se manejó diferente, incluso, con una dosis de tolerada prepotencia al presidente de las Águilas y que según el sapo es la pedrada, y que hay ciertos intereses que no se pueden tocar.

Una semana más en la que el tema extra cancha tiene más realce que lo que pasa en el terreno de juego; esperemos que para la semana que inicia la cosa cambie. Al menos un ingrediente si habrá, la primera convocatoria de José Manuel de la Torre a la Selección.

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