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Desde el lienzo
Mi carta al Niño Dios
Las posadas están a todo lo que da y estos días de guardar, o días grandes como decían nuestros antepasados; deben servir para meditar, para hacer el balance de lo que pasó en 2010 y sobre todo ver lo que cumplimos o que dejamos de hacer. Es tiempo de la reflexión y para empezar a hacer nuestros proyectos del año que está a tiro de piedra.
Cada año es un año más de vida, pero sobre todo de experiencia, y conforme esa madurez hay que saber encauzarla.
La charrería está de fiesta con las posadas y lo mejor, reuniones en familia, con tradiciones muy mexicanas en todo su esplendor y que no debemos dejar que desaparezcan.
Por historia y tradición, la charrería tiene un lugar muy especial en nuestros corazones, por eso hacemos al final de este último mes del año, la tradicional “cartita”.
Soy realista y tampoco pido imposible, pero cuando se trata de pedirle al Supremo Caporal, lo hacemos con oración y pidiendo el apoyo que la ocasión lo amerita.
Ahora es por mi primo hermano Germán Sánchez Barba, púa jalisciense que recientemente renunció a su cargo, debido al cáncer que lo aqueja.
Por él pido las oraciones para que Dios sane a mi primo, porque aparte de ser gran persona y charro, es todo un ser humano en toda la extensión de la palabra.
Estas plegarias y estas líneas van por él, con el apoyo de la hermandad que existe en la gran familia charra. Pido a la Virgen y a Dios, porque se mejore y poco a poco vaya regresando a la vida normal.
Días de guardar
La estamos haciendo de emoción y no es para menos, porque en la famosa “cartita” al Niño Dios, sobre todo le pido al Creador, salud y que se una cada vez más la charrería.
Hace muchos años, cuando era niño, eran fechas tan hermosas estas, porque se esperaba con devoción, cantos, esperanza, ilusiones y más, la llegada de la Navidad y por ende los ansiados juguetes.
Como han cambiado los tiempos, cuando regalaban las monas de trapo y los trastecitos o juegos de té para las niñas, así como troquitas de madera o lámina o el patín del diablo, así como sogas o atuendo charro para los niños, ahora son cosas muy sofisticadas.
Lo peor es que se ha perdido la devoción y los encantos de la Navidad, por eso al igual que la charrería, defendamos con todo tradiciones tan nuestras.
A nombre de mi esposa e hijos, así como el mío propio, desde estas líneas, les mando un fuerte abrazo y que tengan una muy Feliz Navidad, sin olvidar poner el Zapato para ver qué nos trae el Niño Dios.
Comentarios a: zermenobarba@gmail.com
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