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Cortos o largos

Por Jaime Gallardo

Jugados los primeros partidos del año, recordé una polémica acontecida en el receso invernal respecto a si se debe volver a los torneo largos, o si los actuales torneos cortos deben mantener su vigencia; argumentos habrá a favor y en contra de ambas opciones; sin embargo, los vicios perennes de nuestro balompié haría por si misma inviable cualquiera de las alternativas, porque no basta un cambio al calendario si no va acompañado por un cambio coyuntural.

Quienes están en pro de los torneos cortos afirman que en este formato hay mayor intensidad, competitividad y exigencia, algo que yo no comparto.

No en la teoría, sino en los hechos, al menos en el torneo anterior no recuerdo demasiados partidos que hayan sido un derroche de intensidad, ya no hablemos de bien jugados; más aún, es recurrente que torneo tras torneo se habla de mediocridad en el nivel de futbol que se observa en nuestras canchas. Si de por sí la continuidad que es necesaria para el desarrollo es a su vez escasa por la política de resultados, y por consecuencia poco paciente de los directivos, una mala racha de tres derrotas y de inmediato se cuestiona la continuidad del técnico en turno; el viernes en Aguascalientes, algunos aficionados tras la derrota ante Jaguares pidieron la salida de Daniel Brailovsky, apenas en la fecha uno, los aficionados también conocen los procederes de los directivos.

El sistema de competencia actual es el antídoto que echa por tierra los argumentos que sostienen el fundamento de los torneos cortos, que transforma la exigencia e intensidad en mediocridad en la mayoría de los casos, si califican a la Liguilla equipos que tienen un porcentaje puntos y el hecho de jugar la postemporada es la tarea cumplida de los equipos; si se habla de exigencia que se aplique también con una reglamentación que fomente la competencia y no el conformismo; ahora, si la mediocridad existe en los torneos cortos, en los largos no lo quiero ni imaginar, bajo este mismo formato de competencia, en una competencia anual se podría desahogar mejor el calendario local e internacional, y evitaría lo que siempre sucede con los equipos que juegan sobre todo la Copa Libertadores, que la actual calendarización termine por estrangularlos.

El tema debe pasar por una restructuración integral del calendario y sistema de competencia; buscar un formato que genere un buen futbol que lleve a la gente a los estadios, que cambie la visión cortoplacista por otra desarrolle a plenitud los proyectos trazados, parece una utopía.
Si eso no sucede seguiremos sufriendo para distinguir entre un partido de la fecha 17 y uno de la tres, como ahora ya se empezará a rumorar que si por la derrota contra Cruz Azul, “Chelís” durará mucho como técnico de Estudiantes, o que se apueste a en qué jornada será cesado el primer entrenador y quién será. Más de lo mismo.

Ahora, que si se trata de generar un interés futbolístico basado en la frivolidad, debates intranscendentes y mucha comicidad, entones nuestro sistema es ejemplar.

Por supuesto que hay directivos serios que en sus instituciones lo hacen bien y por lo mismo son triunfadores, y su labor abre una esperanza permanente de que su trabajo sea emulado, pero el entorno jala para el lado opuesto. Mientras tanto, espero que en el Clausura los buenos partidos los podamos contar con los dedos de las dos manos.

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