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Conquistan las alturas

Los tapatíos Daniel Araiza y Carlos Petersen ya piensan en su máximo reto: alcanzar la cima del Everest

GUADALAJARA, JALISCO (12/AGO/2012).- Escalar el monte más alto de  Estados Unidos, el McKinley, es sólo una de sus metas realizadas. Daniel Araiza, estudiante de Arquitectura, de 23 años de edad, y Carlos Petersen, estudiante de Ingeniería Ambiental, de 24, conquistaron la cima entre bajas temperaturas y grandes retos. Estos alpinistas tapatíos comparten su experiencia en Alaska, donde durante un mes y una semana hicieron cumbre en una ocasión y recorrieron dos rutas en su totalidad.

El proceso previo


Daniel Araiza: “Estaba en el Perú, el verano pasado, y ya quería ir a Alaska. Después de un tiempo se concretó el proyecto con Carlos y ansiábamos comprar el boleto para tenerlo seguro. De ahí, el entrenamiento físico lo empezamos seis meses antes de irnos, en diciembre. Y bueno, mentalmente empezamos desde antes, porque debes familiarizarte con la ruta y pensar en el tipo de situaciones en las que te vas a encontrar, ver cuestiones climáticas y todo el tipo de adversidades que se te puedan presentar”.

Carlos Petersen: “Aunque creas que tienes el control sobre ti mismo, siempre va a haber factores externos que te van a poner en situaciones en las que no imaginaste estar. Es como una batalla de auto control ya estando allí arriba”.

Inicia la aventura

Daniel Araiza: “Llegamos a Anchorage y volamos en un Cessna. Ahí ves los lagos, las montañas y de repente ya estás sobre unos glaciares de 200 kilómetros de ancho. Empiezas a sentirte en este lugar tan inhóspito. Aterrizamos entre los montes Foraker y Hunter, no hicimos campamento base y ese mismo día nos movimos a campo uno, porque nos tocó buen clima”.

Carlos Petersen: “Tomamos primero la ruta normal. Mucha gente la quiere subir porque hay un reto llamado el ‘grand slam’, que consiste en subir la montaña más alta de cada continente y por eso mucha gente paga una millonada para que los guíen por esa ruta, porque básicamente es una utopista ahí en la nieve”.

Daniel Araiza: “Nos queríamos aclimatar para darle a la ‘West Rib’. Al otro día nos saltamos hasta el campo tres y el campo cuatro, el de los 14 mil pies, lo hicimos al tercer día. De ahí tomamos un descanso, al quinto día fuimos a la punta”.

Resistiendo las complicaciones

Carlos Petersen: “Para esto habíamos conseguido un teléfono satelital y unos radios de onda corta. En cuanto llegamos nos dimos cuenta de que el teléfono no servía, entonces sólo nos comunicábamos por mensajitos; estuvimos un poco limitados en ese aspecto.

“De ahí nos pasó una serie de infortunios. Íbamos subiendo y un Alemán con el dedo negro y que venía bajando nos dice ‘no pudimos hacer punta’, y le preguntamos por qué; ‘no pues es que nuestro guía se murió ayer’, responde. Resulta que se le cayó la mochila y por tratarla de agarrar se cayó a un barranco de mil metros.

“Ese tipo de cosas sí te desconcentran, te ponen en tu lugar porque sabes que pueden pasar, pero nunca lo ves tan cerca”.

Daniel Araiza: “Después dejamos que las condiciones de las montañas se calmaran, porque estuvo nevando mucho tiempo. Teníamos que esperar que saliera el Sol para que tumbara toda la nieve, porque íbamos a pasar por el ‘Death Valley’, que tiene estas costras de glaciar que se desprenden, y hay muchas avalanchas”.

Afrontar necesidades básicas


Daniel Araiza: “La comida es tan complicada porque todo lo cargas. Tienes que encontrar lo que más calorías y energía te dé, en el menor peso posible”.

Carlos Petersen: “Derretíamos hielo para cocinar y nos rehidratábamos con electrolitos. Llevábamos suplementos de proteínas, pero bien medido; la comida que lleves nunca va a ser suficiente para la energía que estás consumiendo. Siempre estás mal alimentado. Y ya en la ruta cargamos comida deshidratada, como de astronauta”.

Daniel Araiza: “Respecto a si descansábamos, pues dormíamos en una casita de campaña en la que a Carlos le pegaban los pies y la cabeza (mide 1.90 metros). Y pues… a dormir pegaditos. Luego las avalanchas se escuchaban como olas, como si estuvieras en medio del mar”.

Carlos Petersen: “A pesar de esto dormíamos bien. Bueno, al principio cuesta, porque te estás aclimatando y tu cuerpo produce más glóbulos rojos. Pero después duermes súper bien.

“Cuando íbamos por la primera ruta, el parque nacional nos dio un termo que tiene unas bolsas biodegradables para ir al baño y después tirarlas a una grieta. En la ‘Western Rib’ (segunda ruta) no contamos con estas bolsas”.

El día que hicieron cumbre


Daniel Araiza: “Sólo llegamos a la punta la primera vez, la segunda nos quedamos a 200 pies debajo de la punta. No seguimos porque el clima estaba cerrado, estaba nevando con mucho viento”.

Carlos Petersen: “No nos importaba llegar a la punta, ya lo habíamos hecho. Lo que queríamos era acabar la ‘Western Rib’, que termina donde se junta con la ruta normal”.

Daniel Araiza: “El día que hicimos punta fue cuando salimos del campamento de los 14 mil pies (22 de mayo). Hicimos dos horas a la base donde se junta con la ‘West Rib’, de ahí, la ‘Upper Rib’ la hicimos en cuatro horas y después hicimos una hora y cuarto. Llegamos cerca de las 16:30 horas”.

Reacción en la cima

Daniel Araiza: “Para empezar estás buscando la manera más rápida de documentarlo para ya bajarte. Entre más tiempo estés arriba es más riesgoso, entonces como que siempre estás con ese ‘ya vámonos’. Pero simplemente fue como felicidad que te provoca mirar para adelante. O sea, te pones a pensar en qué sigue. Es difícil de explicar porque te das cuenta de que todo lo que invertiste, todo lo que soñaste ya está realizado, pero ahora quiero más. Siempre ambicionando”.

Carlos Petersen: “Yo siempre imaginé que llegar a la punta de cualquier montaña sería el clímax, la cúspide de lo que estuve ideando, pero en realidad yo llegué a la punta y dije ‘vámonos, todavía tenemos que bajar, se está haciendo tarde. Yo no quiero estar aquí’. En realidad, la punta al fin de cuentas no es lo chido, sino hacer toda la ruta y todo lo que vives en ella”.

Lo que se viene

Carlos Petersen: “Seguíamos en el McKinley y ya estábamos pensando en ir a los Himalayas, en vender un proyecto del Everest. Sabemos que requiere mucha dedicación, sobre todo porque lo queremos hacer sin oxígeno. Regresamos con esa idea y la proyectamos en un par de años”.

FRASES

"Lo que me deja escalar el McKinley son nuevas ambiciones"

Daniel Araiza, alpinista.

"Estás en el acantilado, colgado de los piolets, y piensas: justo aquí es donde quiero estar. Los límites los pones tú mismo"

Carlos Petersen, alpinista.
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