Deportes

Atuendo futbolero

“El hombre se complace en enumerar sus pesares, pero no enumera sus alegrías”. Fedor Dostoievski.

* El motor sentimental de media nación

Cuando Chivas anda bien (y es el caso), el amortiguador social del futbol funciona de maravilla en un país que padece todas las crisis habidas y por haber, nacionales e internacionales.

Chivas es uno de los pocos fenómenos sociales en el país que identifica y unifica a la mitad de la población mexicana. Es, además, un extraño fenómeno de cohesión social que logra armonizar a personas de distintas clases sociales, de todos los géneros, de cualquier filiación política y cuyo impacto no sólo se produce en México, sino también en buena parte de los connacionales que se van a buscar el sueño americano a los Estados Unidos.

Es fenómeno social distinto al Real Madrid, al Barcelona, a la Juve, al Flamengo, al River o al Boca, porque Chivas está impreso en el tejido social de los mexicanos que viven aquí y los que trabajan en los Estados Unidos, que son víctimas de la nostalgia y la discriminación.

Cuando Chivas anda bien, hay una mitad de México sonriente. Y hay indocumentados y legales mexicanos que en Estados Unidos comparen en familia la felicidad de un equipo exitoso.

Si Jorge Vergara y la señora Fuentes conocieran desde la raíz la fuerza social de Chivas, tratarían mejor a los jugadores, a los entrenadores, a los directivos que despide y sobre todo a la afición.

Ignorantes ambos del impacto de Chivas, simplemente creen que se trata de un negocio lucrativo, que no necesita de multivel porque el corazón de sus seguidores palpita con algo más simple que una bebida o unos polvitos de Omnilife. El fan de Chivas necesita goles, triunfos, emociones, alegrías.

Los once con almas gemelas, los jugadores que con escudo distorsionado, sacan sus camisetas rojiblancas para mostrar un futbol ofensivo, alegre y ganador (Raúl Arias nunca vuelvan a esta ciudad), transmiten emociones a la tribuna, contagian de su entusiasmo a los seguidores y despiertan alaridos de la grey Chiva.

El día del partido, los jugadores de Chivas están entregando a sus aficionados la alegría que les niega la vida el resto de la semana. Muchos de ellos son dentro del tejido social trabajadores mal pagados, empleados cuyos salarios no les alcanzan para satisfacer las necesidades básicas de sus familias, o profesionales frustrados porque no cumplen rápidamente con sus aspiraciones de éxito. Chivas les quita esa tristeza del entorno social para meterlos al mundo lúdico de cuatro victorias consecutivas, el súper liderato y la nueva ilusión de ser campeones.

Lastimados por ilusiones rotas en los últimos tres torneos, los aficionados mantienen su fidelidad a los colores rojiblancos, al mismo tiempo que mascullan maldiciones contra los directivos que no han sabido comprender su amor por los colores.

Ni Jorge Vergara ni la señora Fuentes supieron entender las necesidades emocionales de sus aficionados. Por eso les entregaron tres torneos de fracasos en fila.

Hoy, con un hombre de la casa, que no viene a facturar como Raúl Arias ni a experimentar como los otros Frankestein que la dupla Vergara-Fuentes han colocado en la banca, Chivas está reconociendo a sus aficionados con el futbol que históricamente les ha gustado.

No se puede jugar con el sentimiento del fan Chiva. Hay que respetarlo, entenderlo, ponerle en la cancha los elementos que necesita para que salga del estadio con una sonrisa de satisfacción.

Bien por el “Güero” Real, por el cuerpo técnico, por los jugadores, por Michel, Esparza, Reynoso, Galindo, Magallón, Xavi, Araujo, Mejía, Medina, Bravo y “Chicharito”. Bien por Lebrija. Y mucho mejor por la pareja Vergara-Fuentes, que ya casi no aparece, para que se mantenga lejos y no esté incomodando al plantel.

Con la comunión Lebrija-Real-jugadores es suficiente. Ojalá la pareja presidencial se tome un año sabático en la India o en Rusia, para que se enteren por internet que el equipo sigue triunfando sin ellos.
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