Deportes
Aprendiendo a remar
Hamadou Djibo Issaka conquista el cariño del público tras llegar en último lugar, en un deporte que sólo conoce desde hace tres meses
Hasta hace tres meses, Djibo Issaka no había visto un remo en su vida.
Es posible que tampoco se hubiera subido a una embarcación. Níger, donde nació, es un país del África Occidental, semidesértico y sin salida al mar, con más arena que agua. Pero esas limitaciones no le impidieron ser seleccionado y competir el domingo contra los campeones internacionales de remo, en el lago de Eton Dorney.
Djibo Issaka, que tiene 35 años, le echó valor y músculo. No bastó.
Se fue quedando atrás, cada vez más atrás. Al final, cuando sus competidores ya habían terminado la carrera, él seguía remando, lentamente, en solitario, a bastantes largos de la meta. Los 25 mil espectadores presentes contuvieron el aliento. ¿Llegará? ¿No llegará?
El remero no se rendía, pero sus fuerzas se agotaban poco a poco. Por los altavoces de la instalación se oyó la arenga del empleado encargado de anunciar las pruebas, que saltándose las normas gritó: “Venga, tú puedes”. Y el público comenzó a jalear a Djibo Issaka, que lenta, muy lentamente, completó la carrera con una ovación.
El rezagado llegó un minuto y 39 segundos después que el resto.
Ya en tierra y recobrado el aliento, explicó que en su país sólo había visto este deporte en televisión.
Níger, un país que sufre periódicas hambrunas, sólo tiene otros dos atletas más en Londres, un boxeador y una corredora de los 100 metros.
A Djibo Issaka le habían designado en un primer momento para competir en natación. Total, ya en el agua, debieron pensar, poco importa correr en bote o moviendo los brazos. Cuando el comité cambió de parecer, le mandó durante dos meses a un centro internacional de remo, en Túnez, para acabar en Bélgica tratando de pulir el estilo adquirido.
“No tengo técnica, sólo fuerza”, reconoció, agradecido por la reacción de la audiencia. “Estoy conmovido con tanta gente dándome aliento. Estoy muy contento de haber acabado la prueba entre aplausos. Me siento orgulloso por mi país. He tratado de hacer una buena marca”.
El martes, el remero volvió a las eliminatorias en Dorney Lake. Esta vez, en una competición contra rivales más débiles, volvió a quedar último en su regata entre cuatro embarcaciones. Con una camiseta amarilla debajo de su uniforme anaranjado y verde, Djibo Issaka puso de pie al público, que lo ovacionó cuando pasaba frente a la tribuna principal, a unos 300 metros de la meta.
“Bríndenle un gran aplauso por perseverar”, dijo el locutor de la sede.
Igual que el domingo, el remero agachó la cabeza en cuanto cruzó la meta, e hizo un esfuerzo visible por recuperar el aliento.
La polémica
La actuación de Issaka despertó cierta polémica, entre los que creen que es necesario un nivel mínimo para competir en los Juegos y los que piensan que hay que animar a los países a participar.
“Tenemos a todos los mejores deportistas de Níger aquí, estoy orgulloso, todos ellos están interesados en nuestro deporte. En lo que a nosotros concierne es fantástico”, declaró Matti Smith, uno de los responsables de la federación internacional de remo.
El remero africano no volverá a su país con una medalla, pero está encantado de hallarse en Londres y haber podido asistir a la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos: “Fue magnífica. Nunca antes en toda mi vida había visto fuegos artificiales”.
FRASE
"La primera vez que me subí al bote para remar, me caí al agua, pero soy un buen nadador, así que eso no fue ningún problema "
Hamadou Djibo Issaka, remero de Níger.
EL ANTECEDENTE
“La anguila”
Nadó en solitario porque sus dos compañeros en la serie de clasificación de los 100 libres (eran los tres con peores tiempos) fueron descalificados por una salida en falso.
Eric “La Anguila” Moussambani (Guinea Ecuatorial, 1978) descubrió en los Juegos de Sídney el glamour de una piscina de 50 metros porque debido a la falta de infraestructuras de su país jamás había visto un escenario tan grande para nadar.
Moussambani comenzó a practicar la natación ocho meses antes de los Juegos en una piscina de 22 metros de un hotel.
El COI le permitió concursar por formar parte de un país en vías de desarrollo. Nadó los 100 metros en 1.52 minutos, más del doble que el resto de competidores y con un tiempo superior a la plusmarca mundial de los 200 metros.
“Los últimos 15 metros fueron los peores de mi vida”, declaró tras salir de la piscina con todo el público aplaudiéndole. En los meses siguientes a los Juegos fue invitado a infinidad de programas televisivos por todo el mundo. En marzo fue nombrado entrenador del equipo nacional de natación de su país, razón por la que ahora ha viajado a Londres, pero sólo para presenciar las pruebas.
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