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La semana pasada les restregué en la cara a mis amigos el triunfo de mi Atlas sobre sus chivitas en el Clásico Tapatío amistoso

La semana pasada les restregué en la cara a mis amigos el triunfo de mi Atlas sobre sus chivitas en el Clásico Tapatío amistoso, seguro de que ahora sí mis Zorros iban a hacer leña de cualquier árbol, pero no, una vez más inicié el torneo engañado.

A esas chivitas, que les pegamos 1-0 jugando casi como el Barcelona, pues resulta que en lo mero bueno, el torneo oficial, ellos golearon al Toluca 3-1, y mi Atlas ni las manos metió contra Pumas, que de un zarpazo nos tumbaron esa moral altísima que traíamos y hasta el short con todo y calcetas.

Es cierto que el árbitro nos acuchilló al no darnos por bueno un gol, que dizque pro una mano del “Chalo” Vargas, pudo hacer sido el empate a uno, lego pienso… ¿y de qué nos habría servido si en la siguiente jugada Pumas metió el segundo?

¡Chale! Salí de misa de ocho de la mañana con la fe bien puesta, frotándome las manos y saboreándome una botana, pero ahora ya no sé ni qué pensar, todo se amargó. En definitiva a las Chivas no les puedo ir porque sería como un sacrilegio, pero tampoco hay opciones en esta plaza porque los Estudiantes y los Leones Negros perdieron por goleada… a la mera y me vuelvo un comodino y le voy al que gane, al cabo que lo que quiero es quitarme ese continuo sabor amargo de ser aficionado de un equipo que no levanta el vuelo, es más, creo que ni el plato donde come.
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